Solemos escuchar muchas veces a personas decir que no hay que complicarse la vida por lo demás, porque muchas veces se aprovechan de uno y luego ni siquiera muestran el más mínimo agradecimiento cuando uno hace algo por ello. Bien es cierto que siempre necesitamos de personas que tomen la iniciativa ante determinadas acciones que queremos emprender, pues son los primeros que se comprometen y comienzan a tirar del carro iniciando la nueva aventura y dando su tiempo y su esfuerzo para que salga bien el proyecto. Algunas veces solemos pecar de exceso de prudencia y nos volvemos demasiado precavidos para no arriesgar, esperando que el tiempo y el inicio de la nueva experiencia nos digan si va salir bien o no.
Month: agosto 2018
Reanima, renueva, revitaliza y reafirma.
Dios siempre tiene algo nuevo que ofrecernos. Nos habla cada día para que en nuestra vida de fe no desfallezcamos, no nos perdamos ante lo que el mundo nos oferta. Son muchos los caminos que podemos tomar, pues la sociedad nos bombardea a cada momento para que la elijamos a ella y nos sumerjamos en su mundo, lleno de consumo, individualismo, falta de amor al prójimo, comodidades y facilidades. A la sociedad le interesa que no pensemos, que no tengamos momentos de reflexión para que así evitemos pensar y recapacitar sobre lo que estamos viviendo y nos está diciendo, pues bien sabe que lo más le favorece es que tengamos nuestra conciencia adormecida y no pongamos ningún filtro que nos haga tomar otro camino distinto al que nos propone. El único filtro que nos deja utilizar es el de las fotografías y vídeos, para que podamos vernos mejor en aquello que compartimos en las redes y así nos sintamos verdaderamente bellos, dejando a un lado la belleza del alma, que nos permite tomar conciencia de lo que estamos haciendo.
Esperar en el Señor
Siempre estamos con prisas, nos gusta esperar poco. Nos hemos acostumbrado, y así nos lo están vendiendo los grandes almacenes, a no tener que esperar. Nos ofrecen multitud de facilidades para que no tengamos que hacer grandes colas para pagar y así nos vayamos pronto con la compra. Hasta nos dan la oportunidad de comprar cómodamente sentados desde nuestras casas, por internet, para que no nos molestemos tan siquiera en tener que desplazarnos y mucho menos tener que esperar. Así aprovechamos mejor el tiempo en hacer lo que nos gusta sin tener que “perderlo” en esperar.
Ten envidia de Jesús
Seguro que has experimentado en tu vida lo que es el sentimiento de envidia y has podido desear tener algo que los demás poseían y que tú no. Sabemos por experiencia lo mala que es la envidia y cómo se camufla en la forma de actuar de las personas de una manera tan sibilina que en ocasiones es difícil de detectar. Por envidia somos capaces de sacar lo peor que llevamos dentro y de disfrazarlo de la mejor manera para disimular y no ser descubiertos en nuestros actos. La envidia es capaz de matar nuestro propio corazón y nuestra fe, pues nos quita la paz y no cesará en su empeño hasta que vea que has conseguido aquello que deseabas y has vencido a “la persona oponente” y la has desprestigiado o destruido. No te deja vivir en paz porque siempre vas a estar comparándote con los demás y fijándote de mala manera en sus cualidades y virtudes antes que en las tuyas.
El deseo de Dios
A menudo experimentados el deseo, esperando que se cumplan los anhelos que tenemos en nuestro corazón y aquellas aspiraciones más profundas que tenemos en nuestra vida. Siempre queremos lo mejor para nosotros y para los que nos rodean, pues queremos que la felicidad y todo lo bueno ocurra para así disfrutar de la vida y poder sentirnos realizados. Solemos emplear gran parte de nuestras fuerzas por conseguirlo y de ello depende también nuestro grado de realización personal y satisfacción en nuestra vida. Hay veces que nos centramos tantos en nuestros anhelos que nos llegamos a obsesionar y a impacientar interiormente, pues vemos que lo que queremos no llega en un corto espacio de tiempo y esto nos inquieta, nos desconcierta y hasta nos llega a quitar la paz interior, a veces tan vulnerable en nuestras vidas. Cuando deseamos algo y se cumple nos sentimos felices, encantados…; el problema viene cuando nuestros deseos no se cumplen y no somos capaces de asumir que las cosas no salen como a nosotros nos gustarían, aquí solemos sufrir mucho más y nos sentimos peor.
Déjate ilusionar por Dios
¡Qué bonito es que te propongan realizar algo que te hace mucha ilusión o que pongas un proyecto en práctica que tienes mucho deseo de realizar! Cierto es que la ilusión es capaz de motivarnos hasta niveles impensables y con ella podemos alcanzar lo que nos propongamos si somos capaces de luchar por lo que creemos. Nos llenamos de fuerza y entusiasmo y nuestra persona cambia por completo, también nuestro rostro lo transmite sobre todo cuando hablamos de ello con los demás. Necesitamos tener ilusiones en nuestra vida que nos ayuden a seguir creciendo y construyendo el Reino de Dios; que nos permita vivir nuestra fe y dar razón de ella ante los hermanos compartiendo con ilusión nuestra experiencia del encuentro con Cristo, que es la esencia de nuestro ser cristiano.
Amados de Dios
Todos experimentamos en nuestra vida el amor de los demás que se manifiesta a través de gestos y palabras. Cuando las palabras vienen refrendadas por los gestos, cuánto disfrutamos y qué bien nos sentimos, porque amar y sentirse amado es maravilloso. Sabemos que el amor hay que cuidarlo, porque si no se va desgastando, terminamos perdiéndolo y lamentándonos por lo que tuvimos en nuestras manos y dejamos escapar. Es importantedejar que el Señor te enseñe a amar, pues así tu fe crecerá y dejarás que sea el Señor quien te vaya guiando por los caminos de ese amor incondicional que nos propone como modelo para imitar.
Deja que Dios te bendiga
Hay veces que nos llegan regalos del cielo que no esperamos y que al principio nos desconciertan, pero luego nos encanta haberlos recibido. Estos regalos son los besos que Dios nos da porque simplemente somos sus hijos. No todo en la vida van a ser problemas, dificultades, sufrimientos y agobios. Dejémonos querer por Dios que nos va mandando regalos preciosos para seguir alimentando nuestra fe y ayudarnos a madurar y crecer. Todos queremos y deseamos los buenos momentos y las buenas rachas, a veces tardan en llegar y nos cuesta demasiado mantener la paz, la serenidad y la calma en el Señor. Dios bien sabe lo que se hace con nuestra vida, lo que pasa es que por norma general no nos gusta sentirnos controlados por nadie. Queremos sentirnos libres, aunque muchas veces somos víctimas del control que nuestra sociedad, los ambientes y el qué dirán hacen sobre nuestros comportamientos y actitudes. Procuremos ser siempre coherentes para vivir como pensamos y así no acabar pensando cómo vivimos, pues sería demasiado triste que nos sumergiéramos en el ritmo de vida de nuestra sociedad y acabáramos debilitando nuestra fe y perdiendo nuestra relación con el Señor, que quiere darnos los mejor cada día de nuestra vida.
Pasar por la puerta estrecha
Muchos son los momentos en los que nos quejamos y lamentamos por los esfuerzos que tenemos que realizar o porque las responsabilidades que tenemos nos cuestan demasiado llevarlas a la práctica. En ocasiones, tenemos que realizar sobreesfuerzos y hacen que tengamos que empeñarnos más de lo que quisiéramos y deseáramos. Solemos elegir el camino más fácil y que menos nos complica la vida; si es posible también nos solemos escaquear de las responsabilidades dando un paso al lado para que otros sean los que se responsabilicen y así nosotros estar tranquilos. Luego somos exigentes a la hora de que nos traten bien, nos presten atención y cuando necesitamos atención y dedicación por parte de los demás buscamos siempre la exquisitez, y si no están a la altura de lo que esperamos protestamos para hacer saber nuestro descontento.
La sabiduría de la vida
Sabemos de la necesidad de la prudencia en nuestra vida, tanto a la hora de hablar como de actuar. Dejarnos llevar por los impulsos y actuar movidos por ellos no es seguro de éxito ni de ausencia de problemas. Podemos tener suerte y acertar con la elección hecha, pero por norma general nos solemos arrepentir de aquello que hemos hecho de manera instintiva. Para combatir esto el Señor nos ha regalado la sabiduría, que nos ayuda a mirar nuestra vida de una forma distinta y sobre todo a elegir y discernir bien cuáles son nuestros siguientes pasos y cómo los tenemos que dar. En ocasiones hablamos de nuestros pecados de juventud y de aquellas vivencias que hemos tenido faltos de experiencia; seguro que con el paso de los años y la sabiduría que hemos adquirido en la vida ahora afrontaríamos de una manera totalmente distinta.