Seguramente que en más de una ocasión hemos hecho algo de improvisto y hemos tomado decisiones que no esperábamos y que nos han reportado una gran experiencia. Hay veces que cuando hacemos algo que no programamos y sale por sí solo, tenemos una gran experiencia y nos llegamos a sentir felices y realizados porque hemos hecho lo correcto. Si algo nos limita, muchas veces, es el exceso de programación con el que vivimos, pues queremos tener nuestra vida totalmente controlada y saber con antelación todo lo que vamos a realizar. Hay veces que esto no es bueno porque cuando se nos rompen los esquemas y nos cambian nuestros planes, solemos contrariarnos y disgustarnos bastante con quienes nos producen estos cambios indeseados, y tenemos que volver a programarnos y a buscar cómo reconducir lo que nos han desbaratado. Piensa por un momento cuánta energía gastas en situaciones como estas, donde no sueles sacar mucho fruto y mina tus ilusiones, fuerzas y proyectos.