Hay veces que nos preguntamos qué nos está pasando, por qué no vemos al Señor, por qué no le escuchamos. Parece como si Dios se hubiese ido de nuestro lado, de nuestra vida y todo es silencio en nuestro entorno. Vuelven a surgirnos las dudas, los miedos, la incertidumbre sobre si todo lo que desde pequeños nos han enseñado se sostiene o no en la verdad. Entonces comienzan a aflorar situaciones pasadas, que pensabas que habías desechado y superado, y se están haciendo presentes de nuevo, con más fuerza que antes. Comienza a darse un cambio en tu vida, un paso de ese hombre nuevo en el que estabas, al hombre viejo que fuiste en su momento. Retrocedes en tu vida interior y se genera en ti esa amargura de ver cómo las debilidades y las propias miserias se están presentando de nuevo en tu vida con una fuerza desmedida. Como si todo viniese dado de antemano.
Month: enero 2019
Ser perfectos desde la imperfección
«Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra» (Jn 8, 7), fueron las palabras que dijo Jesús a los que acusaban a la mujer adúltera. Ellos se habían erigido en jueces de los demás, cuando también eran pecadores e imperfectos. Está claro que todos somos humanos, imperfectos, y nos equivocamos. No estamos libres de pecado. Seguro que en más de alguna ocasión hemos hecho algo que no deberíamos hacer, hemos dicho algo de lo que nos hemos arrepentido o hemos perdido los nervios de una manera desmedida porque nos hemos visto desbordados en alguna que otra situación. Por desgracia, hay veces que nos comparamos con los demás y nos llegamos a creer mejores que ellos.
Tus frutos de fe
No podemos conformarnos con ser buenas personas. Hemos de aspirar a más, no basta con hacer lo justo y lo mínimo; o como en alguna que otra época de estudiante, no es suficiente con aprobar, se ha de sacar siempre la mayor nota posible. Los creyentes hemos de aspirar a ser buenos y mejores cristianos cada día, no podemos acomodarnos a un estilo de vida laxo, que no nos comprometa ni transforme en nuestra vida interior. Vivir nuestra fe ha de ser un reto ilusionante cada día, que nos permita descubrir y saborear a Dios en todo lo que hacemos; es vivir con tanta intensidad cada acontecimiento que te permite entregarte y sacarle el mayor fruto a todo lo que realices; es dejarte sorprender y no consentir en ningún momento que en tu vida entre la rutina, la desgana, el desaliento; es estar abierto a la novedad del Evangelio, de tal manera que siempre te aporte algo nuevo y te hable de una manera distinta, pues la Palabra de Dios debe resonar siempre de una manera distinta en nuestro interior y nos tiene que enseñar algo nuevo cada vez que la escuchamos.
Paz para tu alma
Deseamos vivir en paz, que todo a nuestro alrededor esté tranquilo, sin ninguna disputa ni mala palabra. No queremos problemas ni malos rollos con las personas que nos rodean, porque nos genera tensión, intranquilidad y nos violenta. No vivir en paz es sinónimo de insatisfacción, desasosiego, inquietud, desazón… porque hace que todo se nos tambalee y que vivamos en la incertidumbre del descontrol. No sabemos lo que nos podremos encontrar a la vuelta de la esquina. El nerviosismo no es buen consejero para nuestra paz interior. Toma conciencia de lo importante que es estar sereno y en paz dentro de ti y así podrás ver y afrontar cada situación de una manera distinta, respetando los procesos y no actuando de manera bronca con quienes te rodean.
Para vivir en paz interior es importante cuidar mucho nuestra relación con Dios. Uno de los frutos que nos da la amistad con Dios es la quietud del alma. Esta nos permite experimentar el sosiego y el descanso en nuestra interioridad y afrontar el día a día de un modo distinto. La quietud nos va a permitir dos cosas: La primera es ser conscientes de lo que nos está pasando y la segunda tener mayor perspectiva ante lo que nos ocurre y prestarnos más atención para saber lo que necesitamos en cada momento y que no vaguemos sin sentido, perdidos, sin saber qué hacer. Para que la quietud de nuestra alma se mantenga en situaciones así, necesitamos meditar y reflexionar. Es necesario pararse en momentos así, no tomar ninguna decisión y buscar el encuentro con Dios, para que podamos discernir de la mejor manera posible y que las decisiones que tomemos, nos ayuden a seguir caminando, en vez de retroceder.
Tu tiempo
Seguro que eres consciente de la importancia del tiempo en tu vida. Sabemos del valor que tiene para cada uno, aunque hay veces que no sabemos administrarlo adecuadamente. Lo perdemos con demasiada facilidad y dejamos que pase lo que ya nunca volverá. «Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo»(Ecl 3, 1) y cada uno estamos llamados a seguir el orden necesario para que disfrutemos de lo que hacemos y saquemos el mayor provecho posible. Da la sensación que a nuestras generaciones más jóvenes no les hemos sabido transmitir la importancia de valorar el tiempo. Es triste ver cómo multitud de ellos en vacaciones dicen que se aburren y que están deseando que pase el momento presente para hacer algo y entretenerse.
Vivir tus retos desde Dios
Sabemos, más que de sobra, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Esta es nuestra condición, somos persistentes e incluso algunas veces obstinados en nuestros comportamientos. Parece que si no estamos convencidos y no lo vemos claro, perseveramos con nuestras actitudes, aunque no nos estén haciendo ningún bien. Necesitamos estar convencidos y motivados para emprender los retos que nos proponemos y hacerlos realidad a pesar de los esfuerzos que nos pueden costar.
Afronta los retos de tu vida. No la ponen en peligro, porque te van a ayudar a crecer y a superarte. Eso sí, te sacarán muchos de ellos de tu zona de confort. Muchas veces es necesario y saludable salir de ella, porque sino nos enquistamos en nuestra vida y poco a poco empieza a dejar de tener sentido el compromiso, la autenticidad, el esfuerzo. Entramos en la dinámica del “cuanto menos haces menos haces, menos quieres” y te terminas abandonando. En estas actitudes nos sumergimos sin darnos cuenta y cuando caemos en ello vemos que estamos a años luz de la persona auténtica que queríamos ser.
Sueños en el día de Reyes
¡Qué ilusión el día de Reyes! ¡Qué belleza la ilusión de los niños esperando ver todos los regalos que han recibido de sus Majestades! ¡Cuántos sueños que se hacen realidad en este día por las ilusiones cumplidas y cuántos sueños queremos que se nos cumplan y no llegan cuando deseamos! Los sueños son importantes porque muchos son ilusiones, deseos y esperanzas que queremos que se cumplan y que nos motivan para seguir avanzando cada día. Si hay un sueño que deberíamos pedir cada día los creyentes al Señor es el de la santidad, porque nos metería de lleno en el camino de la perfección, de la felicidad verdadera y del encuentro constante con Dios.
Seguir la estrella
Ante los fracasos que nos podemos encontrar en nuestra vida, hemos de buscar oportunidades para superar las crisis en las que nos sumergimos. Podemos llegar a sentirnos paralizados y atemorizados por ellas, sin saber qué camino tomar o cómo afrontar nuestra propia vida. Si algo necesitamos en nuestra vida es una buena actitud que nos ilumine para caminar decididos, con determinación, y así superar las crisis y los problemas. ¡Qué importante es buscar soluciones a las dificultades o problemas! ¡Qué importante es decidir bien entre afrontarlos con actitudes positivas o negativas! No podemos rendirnos al menor contratiempo. La vida es una lucha constante. Se nos ha regalado y hemos de aceptarla. No podemos vivir enfrentados con el mundo ni con nosotros mismos. Somos miembros de una familia muy concreta en la que hemos nacido y vivimos en una etapa muy concreta de la historia.
Lo que de verdad importa
Es bueno que frecuentemente nos preguntemos quién y qué influye en nuestra vida. Constantemente nos vemos bombardeados por inercias, actitudes, pensamientos, opiniones, sentimientos, acciones… que vamos asumiendo e interiorizando y nos ayudan a dar forma a nuestra forma de vida: empezando por nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones y terminando por nuestra manera de actuar, que, a veces, incluso, nos juega malas pasadas porque nos puede hacer ver la realidad y la verdad de una manera distinta a lo que es. Por nuestra propia naturaleza humana somos vulnerables, porque nuestros estados de ánimo y nuestra forma de ver la vida va cambiando según los momentos en los que nos encontramos. Hemos de tratar de ser lo más objetivos posibles, para así no ser veletas dependiendo de los vientos y las corrientes que soplen en nuestras vidas. Merece la pena ser auténtico, aunque para ello hace falta tener mucha fuerza de voluntad para saber caminar contracorriente permaneciendo fiel a lo que uno cree que es su ideal de vida.
Dar el paso
Dar un paso adelante es signo de compromiso, de determinación, de tener las ideas claras y saber lo que se pretende en la vida. Hay veces que cuesta, porque supone quedarse solo; tener que romper con una serie de comodidades de las que suele costar trabajo salir, porque nos hemos creado una forma de vida en la que nos sentimos más que acoplados, seguros y controladores de lo que tenemos entre manos. Hay veces que nos justificamos para no dar ese paso adelante diciendo que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y nos resignamos a seguir haciendo las cosas como siempre con tal de no arriesgar, aunque lo que pudiese venir sea mejor de lo que tenemos.