Todos necesitamos el perdón en nuestra vida; perdonar y ser perdonados. Nos hace mucho bien porque nos libera y nos permite hacer más grande nuestro corazón. Hay veces que nos cuesta demasiado trabajo pedir perdón a las personas que hemos ofendido. El orgullo nos hace un flaco favor, porque nos endurece y crea distancias aparentemente insalvables con los demás. No te dejes llevar por él, pues a la larga te hace bastante daño y no te deja vivir desde el espíritu de la humildad y sencillez que te pide Jesús en el Evangelio. Si de verdad quieres llegar a amar de verdad, sé capaz de perdonar.
Month: febrero 2019
Escucha, Dios te llama
Dios te llama, ¿no lo oyes? A lo largo de tu día a día y de toda tu vida te está hablando, llamando por tu nombre para que escuches con atención todo lo que tiene que decirte. Lo que primero te quiere decir es que te ama, que te ha dado la vida para hacerte sentir la persona más feliz del mundo; que entregó a su Hijo Jesús en la cruz para mostrarte el camino que tienes que seguir para llegar hasta Él. Presta atención a todo lo que te está diciendo para que no te desvíes ni despistes; para esto tienes la Palabra de Dios, para encontrar la respuesta que necesitas en cada momento de tu vida, y para que te sientas iluminado por ella cada vez que tienes que tomar una decisión importante. Dios se comunica contigo de una manera clara y sencilla. Cuanto más hables con Él mejor entenderás todo lo que tienes que decir. Si dejas que Dios sea para ti un desconocido, más trabajo te va a costar dar sentido a todo lo que tienes que realizar.
¿Cómo mimar tu vida espiritual?
Cuidar la vida interior es primordial para tener fe, para mejorar cada día nuestra relación con el Señor. Las buenas intenciones y deseos que podemos tener de querer estar con Dios no son suficientes para alimentarnos espiritualmente y para crecer interiormente. El alimento hay que buscarlo, procesarlo y tomarlo para que nos llene de vida, fortaleza y esperanza para afrontar todas las situaciones que se nos presenten en nuestro camino. En la vida muchas cosas llegan por si solas, sin esperarlas, tanto buenas como malas. Ante esto, tenemos que estar preparados y dejarnos ayudar por Dios que siempre está con la mano tendida dispuesto a ayudarnos. Para ver a Dios en los momentos de dificultad hemos de desprendernos de todo aquello que nos ata. Los discípulos para seguir a Jesús lo primero que tuvieron que hacer fue dejar las redes, luego le acompañaron, le escucharon y contemplaron todo lo que hacía, aprendiendo todo de Él y dejándose enseñar, porque el Maestro les corregía y aleccionaba cuando no lo hacían bien.
Vive tu fe día a día
Cada uno conservamos maravillosos recuerdos de nuestra vida. Recuerdos entrañables y duros, que nos muestran las alegrías y dificultades de nuestro caminar. Cada acontecimiento de nuestra vida deja huella en nuestro interior, nos ayuda a crecer y madurar como personas y nos permiten estrechar lazos con las personas con las que convivimos, y por desgracia, también nos podemos alejar de los otros por los desencuentros que hayamos podido tener. Nadie que influye en nosotros pasa desapercibido en nuestra vida. Nos deseamos lo mejor y siempre buscamos lo que más nos ayuda y favorece para llegar cuanto antes a la felicidad que llena nuestra vida. Todos necesitamos de estos momentos para desarrollarnos como personas.
Siempre buenas costumbres y hábitos
Solemos tener malas costumbres y malos hábitos en nuestra vida. Algunos nos cuestan bastante trabajo de erradicar, quizás por actitudes que tenemos que no están del todo bien, quizás porque no creemos lo suficientemente en nuestras propias posibilidades de mejorar. Hay veces que nos abandonamos y nos cuesta la misma vida salir de la inercia o de los círculos viciosos en los que nos sumergimos y casi sin darnos cuenta vamos debilitando nuestra fuerza de voluntad y la esperanza de cambiar dando manga ancha a lo cómodo, placentero e inmediato.
Cuida tu paz interior
Buscar la paz y estar en paz. Tan valioso y necesario en nuestra vida. Sé instrumento de paz para hacerla cada día realidad en tu entorno, transmitirla a quienes te rodean y cuidarla con tus palabras y acciones para que no se pierda. Es frágil, rápidamente se puede perder por el más mínimo detalle o contratiempo que surja. Así es nuestro débil carácter, capaz de centrarse en lo que ofende y no es primordial en nuestra vida, y dejarla a un lado olvidando la calma y serenidad, necesarias para no perder los nervios, controlar la ira y reaccionar de la manera más templada posible. Queremos la paz y necesitamos la paz. El primero que ha de tenerla eres tú. Has de fortalecerla en tu interior para que no se vaya al menor contratiempo. Así cuando arrecien las dificultades te mantendrás sereno y tranquilo; tus palabras transmitirán calma a los que te rodean y serás testimonio para los demás de cómo afrontar las dificultades con tranquilidad, manteniendo en todo momento la quietud en tu alma.
Transforma tu entorno
Lo que ocurre a tu alrededor debe importarte. Sería equivocado pensar que no va contigo porque no es responsabilidad tuya o porque no tienes nada ver con lo que está ocurriendo. Jesús nos enseña y nos pide que nos impliquemos, que tomemos partido ante lo que acontece en nuestro entorno, que no nos dejemos llevar por la indiferencia o por la comodidad que no compromete nuestra vida. Echar balones fuera siempre es lo más cómodo y lo que nos permite vivir más tranquilos, pensando en lo nuestro y olvidándonos de los demás: porque ya son suficientes nuestras preocupaciones y agobios como para tener que preocuparnos por las de los demás; porque no tenemos tiempo para nada, siempre nos falta para hacer nuestras cosas; porque como a mí no me afecta que cada uno busque sus propias soluciones.
Experiméntalo sin excusas
La fe mueve montañas y la ilusión hace que todo lo vivamos con alegría y esperanza, dejando de lado todo lo que es destrucción y falta de compromiso. A veces escucho a personas justificarse, disculparse y echar balones fuera ante la falta de compromiso, adornando con medias verdades los análisis de la realidad que tratan de enmascarar lo que no comparten y no creen. El Señor Jesús llamó a los discípulos y les dijo que serían pescadores de hombres. Ellos se lo creyeron y dejaron las redes con todas sus consecuencias, y aunque su camino no fue fácil y estuvo lleno de algún que otro momento de tensión, de miedo y duda, siguieron al Maestro y se dejaban tocar cada día su corazón por Él. Por eso no claudicaron y entregaron su vida al Reino de Dios, porque el Amor por Cristo era tan grande que la duda no se hizo fuerte y su vida personal dejó de estar en un primer plano.
Superarse
Superarse. Es una de las principales motivaciones que tenemos. Todos deseamos mejorar en la vida, ser mejores personas, tener una buena posición económica que nos permita vivir lo más holgadamente posible, superar los retos personales que nos proponemos, aprender lo máximo posible de todo lo que nos ocurre, mejorar nuestra salud, nuestra condición física, psicológica y espiritual. Son muchos los momentos de nuestra vida que nos ayudan a madurar y a crecer interiormente, tratando de mejorar nuestra condición y la situación en la que vivimos. El primer paso que hemos de dar es con uno mismo. Superarse es salir, romper con todo lo que te ata y no te deja avanzar. Son muchas las trabas que puedes tener en tu vida y que te impiden sacar lo mejor de ti, mostrar tu verdadero rostro. Quizás en tu interior no te sientas todo lo feliz, todo lo seguro de ti mismo que quisieras, y esto provoca una insatisfacción personal que no te deja totalmente tranquilo y a gusto contigo mismo. Esta pequeña frustración hace que no termines de arrancar, de mostrarte tal como eres y de poder avanzar rompiendo esos miedos, prejuicios o pesares que puedes tener en lo más profundo de ti.
Entrenar con Dios
Solemos ser más exigentes con los demás antes que con nosotros mismos porque nos resulta más fácil ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el nuestro. Hay veces que los defectos de los demás resaltan más que los nuestros propios, y todo lo que nuestros esquemas y mentalidad nos condiciona sobre nuestras actitudes, hace que seamos injustos con los hermanos porque se nos olvide mirar en nuestro interior para descubrir que también nosotros somos humanos y nos equivocamos porque no somos perfectos. En este aspecto, la humildad nos ayuda a mirar en nuestro interior, a ser más prudentes y no dejarnos llevar por los impulsos, teniendo así más tacto con el prójimo.