Dios nos ayuda a sacar fuerza de donde menos lo pensamos. Cuando nos sentimos débiles, sin energías y atravesando los peores momentos de nuestra vida, el Señor no nos deja de su mano, al contrario, nos sostiene y nos mantiene para que no salgamos derrotados ni perjudicados; en medio del sufrimiento y del dolor nos conserva para que sigamos avanzando y seamos capaces de salir adelante. Por eso, Dios nos da la fortaleza, para que, ante las debilidades, ante las situaciones de sufrimiento y dolor seamos capaces de resistir tanto en las pruebas como en las tentaciones, para mantenernos firmes, sin cambiar en nuestros propósitos ni deseos de aprender y madurar en la vida. Es importante cuidar la vida espiritual, porque nos permite caminar hacia delante en las dificultades sin perder el norte y la esperanza de lo que somos y creemos, y así no dejarnos llevar en ningún momento.
Month: marzo 2019
A mi padre
Hoy es el día de san José. El día del padre. Todos nos sentimos orgullosos de nuestros padres, y yo me siento muy orgulloso del mío. Un padre es un modelo, y yo puedo decir que el mío para mí lo es, porque a lo largo de mi vida siempre se ha volcado conmigo y mis hermanos. Ha procurado darnos lo mejor que tenía y nos ha enseñado a ser auténticos, honrados y generosos con todos. Mi padre no es perfecto, como nadie en la tierra lo es, salvo el Señor; mi padre tiene fallos, como los tengo yo; mi padre se equivoca hasta sin querer, como me equivoco yo; mi padre tiene su propia manera de pensar, que en ocasiones difiere de la mía, pero eso no quita que le quiera, que le respete y que le desee siempre lo mejor. Mi padre no es eternamente joven, aunque a él le gustaría y a muchas personas que conozco también, y está viviendo ahora una etapa hermosa de su vida, el inicio de su vejez, porque no quiero que se haga mayor, aunque entiendo que es ley de vida y que todos tenemos que hacernos mayores. Me costó trabajo asumir que mis padres se hacían mayores, pero con la ayuda del Señor lo conseguí, y ahora disfruto de ellos todo lo que puedo, y cada rato que paso con ellos es un regalo precioso. Disfrutar de la familia y estar con ella. Todo le sabe a poco, si por él fuera pararía el tiempo y nunca avanzaría. Hay veces que dice que qué pena que hayamos crecido, si por él fuera siempre seríamos niños para disfrutarnos mucho más. Y es que por sus hijos se derrite, pero por sus nietas más todavía. Le dan la vida y le están permitiendo vivir su segunda juventud.
La provocación de Dios
Siempre que te dejas, el Señor llega a tu corazón. Siempre te remueve y te saca de tus comodidades, de tu vida fácil y hecha, de la instalación en que la que te has afianzado para tenerlo todo bien controlado y seguro. Cuando el Señor entra en tu vida todo lo remueve y te ayuda a cambiar tu perspectiva, la manera de vivir y mirar la vida y a los que te rodean. El momento del encuentro es precioso, lleno de fuerza, de amor intenso que te desborda, incomparable con ningún sentimiento humano, pues todo lo supera. Déjate tocar por Dios que está esperándote para llenar tu vida de sentido. La conversión y el compromiso con el Señor nace de esta experiencia profunda de encuentro, necesaria para ir dando pasos en tu vida de fe, que te llevan a tomar direcciones distintas abandonándote en las manos del Padre Bueno. No le rehúyas al Señor. La tentación de no querer escuchar lo que te tiene que decir siempre va a estar presente, porque dejar a un lado las seguridades construidas y la vida fácil resulta una empresa difícil, pues exige un cambio de vida y poner toda tu persona en las manos de Dios, dejándote llevar donde Él quiera y no donde tú deseas. Pero merece la pena superar esta tentación, porque se abrirá ante ti un mundo lleno de sorpresas maravillosas que vienen de Dios. Irás descubriendo y viviendo momentos que llenarán tu vida de sentido y tomarás conciencia de todo lo que te espera al dejar que Dios sea tu guía y vaya por delante de ti.
Anhela tu conversión
Anhela tu conversión. Deja que en ti crezca el deseo de querer estar con el Señor, de pertenecerle. Ten claro que tu vida no te pertenece, le pertenece a Él porque quiere ayudarte a sobreponerte. Él te dice que no estás solo, que siempre está contigo. Ser de Dios es ponerte en sus manos, dejarte hacer en tu vida, escuchar todo lo que te tiene que decir, aceptar su voluntad, aunque tu mente no entienda nada, amar a los hermanos como él mismo Cristo lo ha hecho, dando la vida sin esperar nada a cambio. Dios siempre te está hablando, a través de los acontecimientos de cada día, de las personas que te rodean, en los pensamientos que se te pasan por la cabeza cada dos por tres, en lo que no entiendes y te revela, en lo que te ilusiona y te hace no escatimar esfuerzos para hacer realidad lo que deseas. Aunque las cosas no lleguen como tú quieres y en el momento que deseas, espera en el Señor que no defrauda. Todo llega a su tiempo y necesita su proceso de madurez, por eso ten paciencia y deja que el Señor actúe en ti. No le pongas trabas ni le digas lo que tiene que hacer, porque el Señor sabe muy bien lo que se hace y cuándo ha de actuar.
Anhelar tu conversión es mucho más que un deseo, pues proyectas un estilo de vida que te llevará a desear estar con Dios y servirle con todo tu corazón. Todo necesita un proceso, un camino que hay que recorrer paso a paso, con determinación, dejándote llevar por donde el Espíritu de Dios te sugiere. Es fácil resistirse a dejarse llevar, pues a veces la voluntad te puede y se antepone al Señor. No te resistas, anhela tu conversión y deja que Dios entre en tu corazón. Todo será distinto, algo comenzará a cambiar en tu interior casi sin darte cuenta, porque la tristeza se transformará en alegría, la desilusión en esperanza, el rencor se convertirá en amor y el desasosiego y la intranquilidad en paz interior. Así es como se comienza a convertirse, allanando el terreno y preparándolo para que Dios pueda acampar en él.
Reflexión sobre el ayuno
Quizás por la falta de costumbre o porque no lo tenemos bien metido en nuestros hábitos y costumbres de nuestra vida espiritual, el ayuno es un arma poderosa para luchar contra el mal y las duras tentaciones a las que nos somete el demonio. El ayuno es importante para la vida cristiana, porque es un ejercicio espiritual que nos lleva a la libertad, ya que rompe ataduras relacionadas con los apegos a la vida del mundo y nos libera de la opresión del pecado. El ayuno es un precepto establecido por Jesús que nos dice: «Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará» (Mt 6, 17-18). Qué importante es el sentido que queremos dar a nuestro ayuno, para obtener una madurez espiritual y que el Señor nos conceda también la gracia por la que ayunamos. Es una acción que ha de salir de nuestro corazón y que no debe saber nadie, más que Dios que ve lo escondido y conoce lo más recóndito de nuestro ser.
Abre tu alma a Dios
Abre tu alma a Dios. No pierdas oportunidades de que el Señor remueva tu vida, todos los rincones. Él quiere llegar a cada lugar, para removerlo, renovarlo y darle un nuevo sentido. No puedes estar siempre igual, estancado en las mismas debilidades y flaquezas. Te terminas cansando y cayendo en la rutina, en el siempre lo mismo, y continuamente echando balones fuera para no quedar mal con nadie y aparentar que todo va sobre ruedas. No se trata de disimular, de mostrar otra cara distinta a lo que eres o haces. Crecer y avanzar es legítimo y positivo; lo que no se corresponde con nuestra vida es la doblez, la apariencia por mantener un estatus que se fundamenta en algo irreal, en una mentira que tiene poco recorrido. Que el Señor llegue a lo más profundo de tu ser, que te ayude a sacar todas tus cualidades y las puedas poner al servicio de los hermanos, aunque no camines al mismo ritmo que pretendas.
Un encuentro con Jesús
Seguro que conoces a personas maravillosas que todavía no han tenido una experiencia profunda del encuentro con Dios, y que estás deseando que lo tengan para que puedan experimentar el gozo de sentirse cerca de Él. El Señor toca el corazón y lo hace de una manera distinta a como nosotros pensamos. Todas las experiencias de fe son bellas, y llegan hondo; qué importante es encontrar el tiempo y el momento para que el compromiso sea eficaz. Los compromisos no perduran en el tiempo solo con buenas intenciones; los compromisos necesitan de entrega, identidad y sobre todo acción, para que puedan desarrollarse y lleguen así a los corazones de los interesados. El encuentro con Dios siempre te va a llevar al anuncio y a la puesta en práctica; sé instrumento para que la Palabra pueda encarnarse en tu entorno, dando lo mejor de sí y ayudando a construir el Reino de Dios.
Trata a los demás como quieres que te traten
Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros a veces nos resulta demasiado difícil. En nuestro mundo constatamos continuamente la desconfianza que hay entre las personas; lo ajeno y distante que nos quedan los problemas de los demás; el individualismo con el que nos movemos; los intereses por los que actuamos las personas buscando el propio beneficio y olvidándonos de mirar a los otros; el olvido y la ceguera con el que tratamos a los más desfavorecidos, pasando delante de ellos como si no estuvieran; la competitividad que hay en nuestro entorno sabiendo que hemos de estar atentos para que no nos superen o no nos adelanten en nuestros propósitos e intereses. Que esta Cuaresma seas capaz de pararte a reflexionar sobre el trato que estás dando a todas las personas que tienes a tu alrededor, desde las más cercanas hasta las que se cruzan en tu día a día y ni siquiera te paras a hablar con ellas. Es la oportunidad que se te presenta para cambiar actitudes, pensamientos y sobre todo el entorno que te rodea, para así hacer realidad el nuevo mundo al que nos llama el Evangelio cada día, desde el amor y la misericordia.
Superar las tentaciones
Son muchas las tentaciones que tenemos, en manera de pensamientos, las que nos asaltan en el día a día. Se nos pasan cosas increíbles por la cabeza, que distan mucho de lo que somos. Sufrir una tentación y rechazarla no es pecado. Consentir y realizarla sí. Ten la fe y la fortaleza necesarias para que puedas mantenerte firme y ser fiel al Señor. Jesús se enfrentó al diablo que le ofreció de comer ante el hambre, poder y gloria si le adoraba y demostrar si era el Hijo de Dios lanzándose al vacío para que Dios mandase ángeles a recogerle (cf Lc 4, 1-3). Reconocer a Dios en nuestra vida y sobre todo su poder, a veces nos cuesta trabajo, porque nos resistimos a que Él nos guíe y nos muestre su voluntad. Es mucho mejor hacer lo que creemos y deseamos antes que someternos a la voluntad de Dios, que muchas veces dista de nuestra realidad y apetencias bastante. Es en la mente, en nuestro pensamiento donde comienzan a asaltarnos y donde más atentos tenemos que estar para no dejar que entren, y si lo hacen, saber rechazarlas.
Tu conversión depende de Dios
La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.