«Te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal» (Dt 8, 15). Sumérgete con Jesús en la experiencia del desierto, en la soledad y el silencio para encontrarte con Él y unirte en el amor con tu Dios, que te está esperando con los brazos abiertos. El desierto es lugar de soledad, de vivir a la intemperie, sin ninguna barrera que te proteja, totalmente desnudo ante el gran Misterio de Dios. Allí nadie podrá interferir en tu camino y podrás despojarte de tu propio ego, así Dios entrará en tu corazón y podrás dejarte transformar.
Month: abril 2019
Dejarse trascender
Vivir en la presencia de Dios a veces nos cuesta demasiado, porque la exigencia de vivir nuestra vida de fe con autenticidad nos supone un gran esfuerzo, que, en ocasiones no estamos dispuestos a realizar en la práctica, aunque sí en la teoría. A veces es mayor el deseo que tenemos que la práctica que vivimos. Dejarse trascender es importante, porque nos permite entrar en la presencia de Dios en todo aquello que hacemos, y, nos da, además, la oportunidad de alcanzar la plenitud en todo aquello que realizamos. Por naturaleza estamos llamados a ir más allá de lo que vivimos y realizamos; la trascendencia nos ayuda a mirar a un Ser Superior, a Dios mismo, que quiere llenar nuestra vida de sentido. Como creyentes estamos llamados a distinguirnos de los demás por nuestra capacidad de trascendencia, de dejarnos tocar por el Señor, que como buen Padre siempre está dispuesto a abrazarnos y consolarnos con todo su amor.
En Dios
Estar preparados para afrontar las dificultades no siempre es fácil y nos pilla preparados. Frecuentemente nos solemos ver sorprendidos por las “sorpresas” que la vida nos pone por delante, y nos quedamos sin saber cómo reaccionar. Dios nos quiere ayudar en estos momentos y nos capacita para que tengamos la fortaleza, la determinación y el ánimo suficiente para que no desfallezcamos y seamos capaces de salir hacia delante. Es bello y hermoso sentirse elegido por el Señor. Nos llama a cada uno por nuestro nombre y nos invita a vivir una experiencia espiritual profunda y verdadera, que nos mete de lleno en la dinámica del Espíritu y solamente hacen falta dos actitudes: abrir el corazón al Espíritu Santo y dejarse llevar donde Él lo desee. Dios no defrauda y siempre nos tiene presentes; basta con mirar a Jesucristo para darnos cuenta de lo especiales que somos, porque lo importante es mirar a Jesús cara a cara y ver cómo se preocupa por cada uno.
Cerca de Dios
Bien sabemos que el camino cuaresmal es un camino por el desierto motivado por una situación de infidelidad a Dios, que necesita, a su vez, una verdadera purificación del corazón. El éxodo del pueblo de Israel es ese paso de la esclavitud a la libertad, como la Cuaresma ha de serlo para nosotros. No deberíamos necesitar cuarenta años de peregrinación por el desierto para convertirnos y volver nuestra mirada al Señor. Sabemos que la vida pasa rápido, y que el tiempo corre que vuela, como nos pasa con cada momento que vivimos. Que este tiempo de Cuaresma esté siendo para ti un tiempo de gracia, bien aprovechado para sentir el amor de Dios en tu vida que quiere liberarte y llenarte de plenitud. Dios siempre está cerca de ti, como estuvo durante cuarenta años acompañando, protegiendo y ayudando al pueblo de Israel. La cercanía de Dios es incuestionable, y así deberíamos de sentirlo en cada momento, porque necesitamos centrarnos para ir a lo fundamental en nuestra vida.
Entrega sincera
Bien sabemos de las energías que empleamos en cosas que no nos aportan grandes beneficios. ¿Cuántas veces perdemos el tiempo y oportunidades para madurar y aprender? Solemos abandonarnos y dejar que los momentos vayan pasando, no cambiando la actitud ni la inercia que llevamos en nuestra vida. Sabemos que debemos escoger y empezar a dar los primeros pasos y a veces nos cuesta. Hemos de enfrentarnos a la resistencia que ejercemos movidos por la pereza, el abandono o la falta de motivación, empeorando cada vez más nuestra vida espiritual y perdiendo la paz y la serenidad que habitaba en nuestro corazón. Las prisas no son buenas y el estrés menos todavía, porque nos impiden disfrutar lo que hacemos, y nos enfrentamos a los problemas más bien desde el miedo y el pánico, que desde la calma que nos da la vida de fe y el estar con Dios. Nos dice el apóstol Santiago: «Considerad, hermanos míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia. Pero que la paciencia lleve consigo una obra perfecta, para que seáis perfectos e íntegros, sin ninguna deficiencia» (Sant 1, 2-4). Ante la tensión tenemos que responder con gozo, porque es Dios quien controla lo que nos ocurre y nos da la capacidad de poder salir adelante. Los problemas siempre son oportunidades para madurar y aprender; hemos de avanzar y crecer en nuestro camino espiritual, para encontrarnos con el Señor y vivir nuestra vida cristiana de una manera mucho más apasionada y auténtica.