Hay veces que no entendemos por qué Dios nos manda las cosas y qué es lo que nos está pidiendo y diciendo. Nos cuesta trabajo atender a lo que Dios nos dice, porque los planes de Dios muchas veces no se corresponden con los nuestros, o no se adaptan a nuestras necesidades. A veces da la sensación que Dios se tiene que acomodar a nuestros propios planes, para que así seamos felices, como a nosotros nos conviene y queremos. Si algo tengo claro es que Dios bien sabe lo que se hace y nunca actúa en perjuicio de ninguno, más bien todo lo contrario, siempre quiere lo mejor para cada uno de sus hijos, y esos hijos somos cada uno. Deja que el Señor entre en tu corazón y no te dejes llevar por la impaciencia, el enfado, la desesperanza, el desencanto…, porque Dios todo lo que hace es bueno. Que estas contrariedades de tu vida, sirvan para que te acerques más al Señor, para que reces más, te confieses más, comulgues más a menudo.
Da la sensación que a veces queremos vivir nuestra relación con Dios desde la distancia, no acercándonos mucho a Él para no comprometernos demasiado, pero tampoco alejándonos demasiado para que así nos escuche cuando lo necesitemos. Esto nos provoca una visión muy particular de nuestra relación con Dios, porque nos volvemos demasiados exigentes con Dios, queriendo que las cosas nos salgan siempre bien, y cuando se tuercen nos quejamos de las cosas malas que nos pasan en la vida y olvidándonos de que nada pasa por casualidad, pues todo en la vida tiene un propósito y Dios no da puntada sin hilo. Siempre nos tiene algo preparado. No es cuestión de buena o mala suerte, es cuestión de saber estar en las manos de Dios y de preguntarte qué es lo que el Señor te está queriendo decir en este momento de tu vida.
Para poder saber lo que Dios te está diciendo has de tener una vida de fe intensa y viva. No puedes vivir tu fe a trompicones, en determinados momentos puntuales; necesitas del día a día, de un contacto directo con el Señor que nunca se equivoca y siempre hace lo correcto. Confía en el Señor, que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6). Esta es la mejor manera de entender a Dios, desde la fe y la confianza plena en Él. Aquel que está siempre en la presencia de Dios, entiende desde el corazón todo lo que la vida le trae y comprende con claridad lo que el Señor le está diciendo. Cuidar todos los días con mimo y tesón la vida espiritual y la de fe es fundamental, porque te permite entrar en esa dinámica de abandono en las manos del Señor y dejar que sea Dios quien te provea, quien va guiando en tu vida y te va sacando de cada lugar en el que tú sólo ves vacío e inseguridad, pero Dios sí que ve un camino seguro y tranquilo para tu vida.
Ten claro que Dios no tiene los mismos razonamientos humanos que nosotros, piensa y se mueve de una manera distinta y desproporcionada a la nuestra. Sirvan dos ejemplos, en primer lugar cuando los discípulos quieren despedir a la gente para que se vayan a sus casas a comer porque están en descampados y Jesús les dice que les den ellos de comer, entonces realiza el primer milagro de la multiplicación de los panes y los peces (cf. Mc 6; 35-44); y el segundo ejemplo es cuando Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces tiene que perdonar, que si siete veces, y Jesús le dice que no, que hasta setenta veces siete, es decir, siempre (cf Mt 18, 21-35). Son dos claros ejemplos de compromiso y misericordia hacia los hermanos, especialmente los más desfavorecidos. Dios siempre te va a pedir que te comprometas por los demás, que nunca te escaquees de hacer el bien y de ayudar a quien lo necesita aunque esto suponga incomodarte y perjudicarte tú. Dios piensa y actúa de una manera totalmente distinta a la nuestra, y es la que tenemos que hacer nuestra siempre.
Busca a Dios en todo momento, renueva tu fe y fortalécela, para que ante tus dificultades, problemas, angustias y sufrimientos, puedas ver qué es lo que Dios te está diciendo: “No temas, estoy contigo, ponte en mis manos y encontrarás la paz, la calma y tu corazón no temblará!”. Entender a Dios es cuestión de fe, oración y mucha dedicación a cuidar tu vida espiritual, especialmente tu alma. Así lo verás todo claro.