Siempre hay momentos en los que nos podemos sentir solos, abandonados… como si Dios se hubiese olvidado de nosotros o como si no nos escuchara, porque el problema o la situación que estamos viviendo es tan difícil y dura que parece como si Dios no estuviera a nuestro lado. Hemos de tener claro que si nos sentimos abandonados por Dios en algún momento o etapa de nuestra vida, es porque nos hemos alejado de Él, de tal manera que nos resulta difícil entablar una relación fluida con Él cuando lo necesitamos.
Necesitamos rezar más y cuidar exquisitamente nuestra relación personal con el Señor. Rezando diariamente y meditando y escrutando la Palabra de Dios para que nos de luz en nuestro caminar. La oración personal es importante, pero debe enriquecerse también con la oración comunitaria. No podemos vivir nuestra vida de fe por libre, nunca debemos perder la referencia de la comunidad que nos ayuda a seguir creciendo y sobre todo a celebrar la fe con los hermanos. Hay veces que nos resulta difícil ver a Dios, porque preferimos ir a lo nuestro y hacer las cosas a nuestra manera. No nos damos cuenta de que este no es el camino. Si queremos encontrar el verdadero camino debemos estar unidos a Dios siempre y procurar que los momentos de encuentro con los hermanos sea un verdadero compartir y celebrar la fe en comunidad.
Dios siempre está dispuesto a iluminar nuestro caminar, a acogernos y a hacernos partícipes de la Gracia siempre. Lo importante es que en nuestro interior tengamos el deseo de buscarlo. Si algo cambia en el corazón del hombre es la capacidad de acogida. Siempre que estamos en la presencia de Dios acogemos y amamos con mayor facilidad a los demás, sabiendo que somos instrumentos en sus manos. Dios siempre respeta nuestra libertad y nuestras decisiones. Quiere que elijamos correctamente y que siempre seamos felices; que nunca nos equivoquemos. Para esto nos ha dejado libres, para que en nuestra vida hagamos lo que consideremos más conveniente, sabiendo que el Señor quiere que ames y sigas haciendo su voluntad allá donde estés.
Piensa por un momento cómo se encuentra tu comunión con el Señor y la unidad que debes tener con Él. Es importante para tu vida espiritual estar en plena sintonía con Dios y tener una oración profunda y fluida. Hemos de animarnos a seguir favoreciendo el encuentro personal en la vida espiritual con todos los medios que tenemos a nuestro alcance. No te abandones para que ni la soledad ni el abandono entren en tu vida, que verdaderamente son un peligro mortal. Como Padre bueno que es, Dios quiere estar siempre cercano. Por eso nos dice Jesús: «Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas» (Jn 3, 17-18).
Desde nuestra libertad elegimos o estar cerca de la luz o lejos. Cuando estamos en tinieblas estamos totalmente abandonados a nuestra suerte y a merced de las tentaciones a las que el demonio nos somete. Hoy es momento de parar y de afianzarnos más en Dios, para que nuestra fe sea gozosa por tanto como mostramos la realidad de nuestra vida y de nuestra fe.