El futuro es impredecible, nos gustaría controlarlo y saber qué es lo que nos va a ocurrir, para así poder cambiar lo que no nos gusta o elegir mejor si sabemos que lo que estamos haciendo no va a ser como esperábamos. El tiempo es algo que valoramos tanto y que a veces perdemos con demasiada facilidad. Si para algo nos debe servir el tiempo es para disfrutar de todo aquello que hacemos, saboreando cada instante del presente ya que hemos de estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora (cf Mt 25, 13). Así de dura es la vida, hoy estamos y mañana no. La vida nos puede cambiar en décimas de segundo. Pasamos mucho tiempo programando, pensando qué vamos a hacer, la dirección que vamos a tomar…, y sabemos que en un instante todo puede cambiar de la noche a la mañana.
No hemos de vivir con miedo, pero sí con pasión, con intensidad, sabiendo saborear cada momento que tenemos , disfrutando de lo que hacemos y poniendo nuestra alma en el momento presente. Porque así nos entregaremos de corazón sin guardarnos nada para nosotros mismos. Así es como la felicidad será parte de tu vida, cuando tu corazón se derrame siempre por los demás. Hay veces que tenemos miedo a poner nuestro corazón en lo que hacemos, por miedo a que nos hagan daño, a que se aprovechen de nosotros. Sigue los pasos de Jesús que lo hizo todo bien y no se rindió ante las dificultades que se encontró, ni ante la gente que acudía a él por interés. Así nos lo cuenta el evangelista san Juan: «”Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues este lo ha sellado el Padre, Dios”. Ellos le preguntaron: “Y ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?”. Respondió Jesús: “La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado”» (Jn 6, 26-29). Jesús era consciente del interés de muchos por seguirle, de nada servían sus signos ni sus palabras. Parece que a muchos les importa más lo material, lo inmediato, como saciar su hambre y mucho más si es gratis, que sus enseñanzas, la nueva propuesta que trae de hacer realidad el Reino de Dios. Por eso Jesús nos invita a que trabajemos por el alimento que perdura, por lo que da sentido a nuestro vida, por lo que no es inmediato. Nuestra mirada debe de ser siempre a largo plazo y no debemos ser resultadistas. ¡Qué importancia damos a los resultados hoy en día! En la vida de fe los resultados no son inmediatos, hemos de creer en Jesús y llegar a fiarnos de Él en todo momento.
Hay veces que nuestra mente dice que se fía de Dios plenamente, pero nuestros actos no muestran lo mismo. Caminamos por direcciones paralelas, y a veces contrarias, porque no hay sintonía entre nuestra vida y lo que creemos. Si verdaderamente crees en Jesús has de seguir sus huellas con fidelidad, sabiendo que Él nunca te va a fallar, aunque esto suponga tener que fiarte de Él en lo desconocido, en aquello que no controlas y que se te escapa y te produce inseguridad, incertidumbre. Esto es la fe, fiarte y ponerte en las manos de Dios cuando todo se escapa a tu control. Ese salto al vacío que supone la fe, hay que materializarlo cada día, porque siempre va a estar a tu lado la tentación de quedarte instalado donde más cómodo estás y de no levantarte de tu vida, de tu zona de confort, porque hay gente a tu alrededor que tampoco lo hace. No te compares con nadie. Tú eres un elegido por el Señor para hacer obras grandes y Él confía en ti. Por eso te ha regalado la fe, para que la vivas y te entregues en todo lo que se te presenta.
No te canses de buscar ni de esperar. Dios siempre acude a tu encuentro. Él no te abandona, ni te va a dejar en la estacada. Que la fe sea para ti un apoyo, la mejor arma que tienes para que te sientas seguro con el Señor y así puedas dejar tu futuro en sus manos. No dejes que te entre ninguna duda, no permitas que la tentación te haga apartar a Dios de tu lado para controlar tú las riendas de tu vida. Deja que Dios actúe que bien sabe lo que se hace. ¿Abandonarse o no? Depende de ti.