Dios siempre nos sorprende cuando nos llama a cada uno. Hay veces que lo hace Él directamente, otras, en cambio, se hace presente a través de instrumentos. Es hermoso ser instrumento del Señor y reconocer su presencia a tu lado, caminando como uno más, pero siendo consciente de que no es uno más, que es tu Dios que te ama y te bendice. Cada persona tenemos nuestras circunstancias; cuando estamos centradas en las nuestras, suelen pasar desapercibidas la de los demás; en cambio, cuando estamos abiertos a la voluntad del Señor y con disponibilidad en nuestro corazón, somos más sensibles a las necesidades de los otros. En medio de cada situación el Señor nos está diciendo a cada uno algo. Se lo dijo a los discípulos, especialmente durante los cuarenta días en los que, después de resucitado, se les estuvo apareciendo, antes de subir al cielo. Dios llega de improviso, cuando los discípulos no se lo esperaban. Basta con echar un vistazo a los pasajes evangélicos que nos hablan de la Resurrección, para ver cómo en muchos de ellos los apóstoles no lo reconocían en primera instancia.
La ausencia de Dios nos provoca ceguera. No podemos estar ciegos durante mucho tiempo; el Señor no puede pasar de largo constantemente delante de nosotros; es un castigo para el alma perder ocasiones de estar con Él y dejar de avanzar y progresar en nuestra vida de fe. Los grandes damnificados somos nosotros, por todo lo que dejamos de recibir, y que, a su vez, nos debilita en la perseverancia y fidelidad a la misión encomendada por el Señor, por el mero hecho de ser bautizados. El vacío de Dios nos mete de lleno en la oscuridad espiritual y es ahí donde el demonio juega con nosotros y nos va envolviendo en sus propias redes, para que la vida espiritual deje de tener importancia y nos centremos y dediquemos en exclusiva a la vida de la carne y las seducciones que el mundo constantemente nos ofrece. No dejes que Dios se aleje de tu vida; no te sumerjas en el vacío del mundo seductor, que lo único que te ofrece es que te sientas mal después de haber consentido la tentación, para darte cuenta del gran error que has cometido al alejarte del Señor y haberle cerrado tu corazón. Que tu vida no sea un fracaso, que no termines ningún día con las manos vacías, sin haber hecho nada por Dios y los hermanos. Pedro y los demás discípulos volvieron de pescar toda la noche con las redes vacías (cf Jn 21, 3). Sus corazones estaban sumergidos en la tristeza y la desesperanza al ver al Maestro muerto en la cruz. Todo les había cambiado y se había truncado.
Jesús sorprende, se hace presente y te habla. Si escuchas lo que te dice y lo pones en práctica, obtendrás una pesca milagrosa, harás cosas sorprendentes en tu vida. Deja que Jesús resucitado te ayude a recuperar la esperanza perdida, a sacar lo mejor de ti a pesar de los cansancios que puedas tener por lo vivido hasta ahora. Jesús quiere eliminar de tu vida toda parálisis e inmovilismo que tengas, para que camines libremente, sin ninguna carga pesada sobre tus hombros. Así podrás mirar mejor a tu interior y a tu alrededor para descubrir todo lo que has de hacer desde el Amor infinito de Dios. Este es el lenguaje del Señor. Que nos saca a cada uno del centro de nuestra vida, para que todo lo que realices no salga de ti mismo, sino desde el Señor. Somos frágiles y vulnerables, por eso el Señor Jesús quiere hacernos fuertes en el amor, quiere que creamos en Él y confiemos en su Palabra. Que tu vida sea una obra de arte hecha por Dios. Eres original, único. Tienes la mejor firma de autor que es la de Dios Padre. Y Él quiere que estés en la mejor exposición, que es el mundo en el que vivimos, el que creó por amor y puso en nuestras manos; muéstrate a los hermanos con alegría, con entrega total, para que los demás puedan encontrarse con Cristo Resucitado gracias a ti, así podrás ser testigo vivo del Evangelio por todo lo que eres capaz de realizar allá donde estés. No dejes que el miedo se apodere de ti y no te deje mostrar toda la belleza que hay en ti. Dale gracias al Señor porque cuenta en todo momento contigo, eres su mejor obra de arte.