No es un Adviento más, porque lo que estamos viviendo se sale de todo lo normal. No es un Adviento más, porque estas Navidades que vamos a pasar van a ser muy distintas a todas las de nuestra vida. No es un Adviento más porque nuestras relaciones personales, obligados por la pandemia, también han cambiado en nuestra expresividad y en las muestras de cariño que tenemos hacia los demás. No es un Adviento más, porque no podemos dejar que en estos momentos debido al desgaste que está teniendo en nosotros esta pandemia, nuestro corazón se enfríe y nos vayamos alejando, casi sin darnos cuenta del Señor. Es el momento de dar este golpe de efecto a nuestra vida interior para que la esperanza se haga mucho más fuerte, pues es Jesús el que viene. Debemos tener esa actitud de espera, pues son muchas las cosas que queremos realizar y que tenemos pendientes; además sabemos que sucederán y que muchas de ellas se harán realidad. Por eso la espera tiene sentido, y por eso tenemos que saber esperar en Dios, porque Él, aunque nos parezca que tarda, siempre acude a la cita, siempre viene al encuentro.
Dios no decepciona nunca. Quizás los momentos de oscuridad y de sufrimiento que en determinados momentos podemos vivir, se nos pueden hacer muy largos, e incluso podemos llegar a cuestionarnos sobre Dios porque nos parece que está callado, en silencio, como si nos ignorase. ¡Lejos de la realidad! Hemos de madurar nuestra esperanza, porque Dios nunca decepciona, siempre está a nuestro lado. Necesitamos entender que los tiempos de Dios son distintos a los nuestros, por esto hemos de esperar porque Jesús está llamando a nuestra puerta. Jesús viene, muy claro nos lo dice el Adviento, por eso escucha lo que te dice el corazón, especialmente cuando te llama. Dios quiere ayudarnos y no está lejano, se hace presente, y quiere ayudarnos a dar sentido a los acontecimientos más importantes de nuestra vida. Nos tiende la mano, para que el cansancio y el desgaste que estamos sufriendo, después de tantos meses viviendo con esta pandemia, no nos cambie y no vivamos resignados y dejando que se derrumben los pilares más importantes sobre los que nos sostenemos. Ponte manos a la obra durante estos días de Adviento para que tu corazón se transforme, y puedas reconocer a Jesús que está a tu lado, en medio de todo lo que haces y vives.
En este tiempo de Adviento hemos de vigilar y estar despiertos. En la noche es difícil mantenerse despierto. Esta pandemia nos ha sumergido en la noche y en la oscuridad porque está pasando factura en nuestros ánimos, en nuestras debilidades, miserias y adicciones, y en nuestra propia fe también, porque son muchos hermanos y hermanas los que se han enfriado en el espíritu y casi sin darse cuenta se han ido alejando del Señor y de la comunidad en la que compartían y celebraban la fe. Por eso no es un Adviento más. El Señor nos está hablando en la historia, en este momento concretamente: ¡No te tapes los oídos! ¡No consideres a Dios prescindible en tu vida! No consientas caer en el abandono y en la mediocridad. Esta llega cuando olvidamos el primer amor y seguimos adelante por la inercia generada por nuestros hábitos, anhelando una vida más tranquila, sin impulsos de amor a Dios, sin esperar nada nuevo por su parte. La fe es justo lo contrario a la mediocridad, porque nos lanza a un deseo grande de Dios, a tener valentía para amar y servir desinteresadamente a los demás, complicándonos la vida por amor.
No es un Adviento más, porque Jesús te está invitando a caminar para que tu fe no se apague, sino que reavive tu fuego interior y puedas vibrar de amor por Dios, porque te has vuelto a enamorar locamente de Él. Vigila tu oración para que tengas luz en medio de esta noche en la que estamos debido a la pandemia. Deja que la oración transforme tu vida y te de un aire nuevo, el del Espíritu Santo que te invita a recorrer nuevos caminos. Deja que la oración renueve tu ilusión para que tus ojos vuelvan a brillar ilusionados y llenos de vida porque estás con Dios. Deja que la oración te devuelva la alegría que has podido perder en estos tiempos y vuelvas a sonreír feliz, porque Cristo ha entrado en tu corazón y te ha transformado totalmente.
Créetelo de verdad, hermano. No es un Adviento más. No dejes que esta pandemia apague tu fe y te aleje más de Dios. Es el momento de cambiar esta tendencia para que la Venida del Señor Jesús la vivas intensamente y siga transformando tu corazón y tu alma y llenándolo todo de vida. No es un Adviento más. Es tu Adviento.