Quiero que mi confianza en Dios se transforme en seguridad y en esperanza firme, porque el Señor tiene que seguir actuando en mi vida y ayudarme a seguir mi camino de fe con determinación, llenando mi vida de sentido y de amor. Confiar en Dios a veces me exige tener que cederle el mando de mi vida, algo a lo que muchas veces me cuesta trabajo renunciar, porque quiero ser yo quien marque los ritmos, los procesos y sobre todo lo que más me conviene en todo momento. No quiero cegarme en esta empresa, entre otras cosas porque tengo claro que el Señor siempre va a buscar lo mejor para mi y sé que no voy a estar en mejores manos que en las suyas. Esto me tiene que llevar a fiarme plenamente de Él y a saber concretizar en mi día a día que es el Señor quien me tiene que guiar y el que tiene que mandar en mi. Hay veces que la tentación de la autosuficiencia se hace fuerte en mi y cierra mi corazón, entre otras cosas porque tengo la sensación de que hay veces que salgo triunfante en muchas empresas propuestas y me creo que son mérito mías.
Dame, Señor, ese corazón humilde que me ayude a darme cuenta de que los méritos no son míos sino tuyos. Que la vida me va mejor cuando eres Tú quien la gobierna y quien ocupa el centro. Que confiar en Ti me aporta muchas más paz y serenidad que confiar en mi y caer en el lamento. Quiero llenar mi vida de buenas actitudes para enriquecer mi fe y confianza en el Señor. Este es el camino para ser más fuerte y no dejar que mi corazón tiemble y se llene de dudas.
Yo no controlo mi futuro ni tampoco sé las pruebas que voy a tener que afrontar; no sé las piedras que van a aparecer en mi camino ni las cuestas empinadas que voy a tener que superar. El futuro por más que quiera saberlo no lo puedo controlar, y esto no puede generar en mi miedo e incertidumbre, ni mucho menos desestabilizarme. Lo que sí está claro es que si Jesús es el motor de mi vida me va a ayudar e impulsar cuando mi camino se haga más difícil, fortaleciendo mi confianza en Él. Hoy quiero centrarme en todo lo bueno que tengo en mis manos y que me hace feliz. Es la oportunidad que tengo en este instante de amar al que tengo a mi lado, centrándome más en lo que me une y en los dones que tiene; de poner todo mi corazón en lo que estoy haciendo y dar lo mejor de mi; de vivir al servicio del Señor y disfrutar de cada una de las tareas que tengo realizar para sentirme realizado; de dar gracias por este tiempo presente donde el Señor me está diciendo que me ama y que sigue confiando en mi porque sabe que puedo seguir entregando todo lo bueno que hay en mi.
Quiero mostrar todo mi agradecimiento al Señor porque me siento bendecido, porque no quiero estar siempre preguntándome los porqués de las cosas, sino los para qué de cada una de mis vivencias. Quiero Jesús seguir entregándome porque nunca me abandonas. Este no es tu estilo, desentenderte de mi vida ni de mis problemas. Tú tomas partido en ellos y te implicas queriendo llenar mi corazón, toda mi vida de tu amor y esperanza. Eres grande Señor porque confías en mi, a pesar de mis debilidades y pecados; porque sigues creyendo en mi y en cada una de mis posibilidades; porque cada día me sigues llamando por mi nombre, aunque yo no te escuche, y me sigues diciendo con paciencia, ternura y delicadeza que siga confiando en ti, que no tema porque tú me llevas en brazos, siempre estás vigilándome, allanándome el camino para que no tropiece, aunque yo me empeñe en ir a mi bola y ofuscarme en mis esquemas y pensamientos.
Gracias Jesús porque confías más en mi que yo mismo. Gracias por tu amor incondicional, por cuidarme y por valorarme. Gracias por ser mi Padre y dar sentido a mi vida. Que tenga un corazón abierto y agradecido para recibir cada día los regalos que me das.