Abiertos al cambio, así es como debemos estar cada día. Si realmente queremos que nuestra vida de un giro importante tenemos que ponernos de acuerdo en dos ámbitos: el primero es que en nuestra vida se de el cambio de verdad y podamos convertirnos como Dios quiere, siendo hombres nuevos, transformados y dispuestos a recorrer nuevos caminos; y en segundo lugar que estemos convencidos realmente de ello y que nuestra voluntad esté totalmente bien dispuesta a secundar ese cambio con todas las consecuencias. Esto implica un nuevo orden en tu vida y sobre todo cerrar las puertas de siempre que te llevan a lo que has hecho toda la vida y abrir las nuevas puertas que te sumergen en nuevos caminos por recorrer y sobre todo nuevas actitudes por vivir.
Jesús así lo dice en el Evangelio: «A vino nuevo, odres nuevos» (Mc 2, 22). A nueva vida, nuevos caminos, nuevas actitudes, y si me apuras hasta nueva manera de sentir. Porque no podemos nadar y guardar la ropa o no podemos meter vino nuevo en odres viejos porque al final se pierden el vino y los odres (cf Mc 2, 18-22). Es muy fácil caer en esta dinámica ente otras cosas porque tenemos la vida hecha y una personalidad bien marcada y definida. Es necesario estar muy convencido para asumir este reto que el Señor nos propone, porque en nuestro corazón y en nuestra mente es donde se da la conversión y sobre todo la nueva manera de afrontar nuestra propia vida.
El cambio de mentalidad es necesario que se produzca para que puedas estar bien abierto al cambio, rompiendo con todas las ataduras de tu pasado, dando paso a esa nueva vida que se abre ante ti y que te plantea un futuro desconocido y prometedor. Esto te permitirá fiarte más plenamente de Dios y dejarte llevar donde su Espíritu quiera. Estar abiertos a la voluntad del Señor significa dejar que el Espíritu Santo sea quien te guíe y te marque el camino que debes recorrer, aprendiendo a fiarte y a dejar que lleve las riendas de tu vida. Vivir desde el Evangelio significa estar bien dispuesto a entregar y sacrificar tu vida por amor, sin que te cueste esfuerzo ni trabajo, más bien lo contrario, que te ayude a ser feliz y a alcanzar la plenitud en todo lo que haces.
Las estructuras que nos creamos para instalarnos en nuestra zona de confort nos llenan de seguridades, y no son nada buenas, porque nos encorsetan en un estilo de vida muy concreto y nos encierran en nuestro pasado. La novedad del Evangelio debe de ser para tu alma un viento fresco que sopla con fuerza en tu vida y que te renueva interiormente. Es lo que dice Jesús a los fariseos y ellos no entienden: «Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré» (Jn 2, 19).Jesús nos llama a una vida nueva, a romper con lo que siempre hemos venido haciendo y de donde no podemos sacar ese hombre nuevo y renacer con Él a una vida totalmente llena de Dios, de esperanza cristiana, de alegría al reconocer a Cristo vivo caminando a nuestro lado. La resurrección de Jesús nos lleva precisamente a entregarnos por completo sin reservarnos nada para nosotros mismos.
Es el momento de buscar lo auténtico y lo novedoso en tu vida. Si quieres que la Palabra resuene cada día de una manera distinta en tu corazón por mucho que la escuches o se repita el pasaje bíblico, has de dejarte sorprender y tener tu alma preparada para escuchar lo nuevo que Dios cada día te quiere decir.
Señor Jesús, que sepa estar abierto al cambio que quieres para mi vida.
Que tenga ojos para mirar en mi interior y cambiar de vida y de mentalidad.
Ayúdame a no quedarme en mi zona de confort, sino que sepa ponerme en tus manos para ir donde Tú me mandes.
Estoy dispuesto a hacer tu voluntad y como Jesús te digo: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42)