Agradecido

Dentro del mundo tan frenético que nos rodea, con tantas prisas; tantas personas que vienen y van; tantas situaciones de sufrimiento, dolor y desesperación; tantas enfermedades, muertes y violencia…; en medio de esa muchedumbre, te has fijado en mí. Me has dicho lo importante que soy en tu vida y cómo me amas de corazón.«No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca» (Jn 15, 16). ¡Cuántas veces me has ayudado, consolado, apoyado, animado, reconfortado, escuchado, comprendido! No tengo palabras para poder definirte, porque se quedan cortas para expresar todo lo que siento. Pero sé que sin ti mi vida no es nada, porque tú lo llenas todo de sentido; estimulas cada acción de mi día a día y siempre te tengo presente, porque sé que no sólo diste la vida por mí, sino que la sigues dando cada día. Me has perdonado cuando he sacado lo peor de mí, me has dado nuevas oportunidades cada vez que he metido la pata, y por eso sólo puedo decirte “¡Gracias!”.

Gracias porque has antepuesto la sencillez al orgullo, a la soberbia, al egoísmo, a la autosuficiencia, a la prepotencia; gracias porque a tu lado la vida es más fácil y tú haces que todo sea distinto, porque me inspiras y me haces sentir único y especial; gracias porque cuando me hablas, parece que todo se para a mi alrededor y tú lo ocupas todo. Gracias Señor por haberme elegido y por haber pensado en mi. Tú me das esa serenidad que nadie en este mundo logra darme, porque eres mi Dios y Señor. Así te quiero sentir cada día, como te sentí en los momentos más difíciles, en las angustias más duras, en la felicidad más completa que he podido experimentar a lo largo de mi vida. «Que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento» (Ef 3, 17-18). Así eres Tú para mí: lo trasciendes todo, me conoces mejor que yo mismo, llegas a donde yo no llego por mis limitaciones, inseguridades y debilidades, que muchas veces me privan de percibirte más plenamente y de poder saborear con mayor profundidad cada encuentro contigo, deseando que el tiempo se pare para disfrutarte más.

No soy nada ante anti Ti; qué grande es poder decir que podemos estar llenos de tu plenitud, Señor. Porque así mis problemas son menos, porque los solucionas cuando menos lo espero, siempre que sea capaz de ponerlos en tus manos. Ayúdame Jesús a no descuidarme y mantenerme firme en mis propósitos. Que toda mi historia pasada me sirva para aprender y crecer, para ser más fuerte cada día y sentirme seguro en ti, porque sé que a tu lado nada he de temer, pues eres Dios. Tú eres mi aliento y mi fortaleza. En ti descanso sereno y tranquilo, porque sé que escuchando lo que me dices, amando como me amas, ayudando como me ayudas, perdonando como perdonas…, tengo la solución a todo lo que me inquieta. Este es el camino, porque es desde el amor desde donde se construye para siempre y llegar a lo que parece imposible. Para ti Jesús no existe lo imposible. Tú me ayudas siempre. Nunca fallas. Gracias por ser el amigo que nunca falla. Gracias por ser mi Dios.

Tú miras mi corazón y el de los demás. Tú quieres estar siempre en mi vida, acompañándome y animándome. Tú quieres que mi alma esté en perfecta comunión contigo. Eres paciente, esperando que llegue el momento oportuno, ayudando a preparar el terreno de mi corazón y de mi alma para que sea el Espíritu quien me haga ir al encuentro de los que me rodean. Gracias Señor por el regalo del Espíritu Santo que me has hecho, tantas veces inmerecido, que me ayuda a tener los ojos bien abiertos para reconocerte y poder verte en el que tengo a mi lado. Gracias porque tu Palabra es fuente de inspiración, especialmente cuando estoy en sintonía contigo. Gracias por sentirme instrumento tuyo y llevarte a otros corazones sedientos, como el mío. Gracias por haberme permitido encontrarte y no querer perderte nunca. Gracias por la fe, gracias por la cruz, gracias por el gozo de estar en tu presencia.