“Al pie de la letra” es una expresión que solemos utilizar para referir cuando contamos algo que nos ha ocurrido. Lo contamos tal cual sin cambiar un ápice ninguno de los detalles de cómo han ocurrido los hechos. Mantenernos fieles a la verdad y a los hechos hay veces que no nos favorece lo que nos gustaría, y es entonces cuando “acomodamos” la verdad a nosotros y nuestro interés particular. Es necesaria mucha honestidad en este momento para ser capaces de asumir las consecuencias que nos puedan traer personalmente si lo contamos “al pie de la letra”.
Aprecia en tu vida la fidelidad a la verdad, es el camino más recto que te lleva a Dios. Sé claro y transparente con el Señor y con los demás. No te dejes llevar por otros intereses particulares que te llevan a lo inmediato y que poco a poco van secando tu alma, es lo mejor que puedes hacer. Así es como se cuida y mima la relación con el Señor. Dios conoce lo más profundo de tu interior y a Él no le puedes engañar. La tentación muchas veces es seductora pero cuando, ante viento y marea, eres capaz de mantenerte firme y fiel en la verdad y no la camuflas, puedes llevarla en tu vida hasta las últimas consecuencias, como Jesús, hasta la Cruz y superarla para no alejarte de Él.
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32).
Nos cuesta trabajo permanecer fieles al Evangelio, no porque no queramos, sino porque somos frágiles y pecadores. Tenemos muy buenas intenciones y el Señor lo sabe, pero nuestra condición humana es débil y rápidamente nos cansamos, hasta los sentimientos nos juegan malas pasadas. Parece como que no lo pudiéramos evitar, pero sí. Si nos encontramos con Cristo nos encontramos con la verdad y esto nos compromete. Cada uno estamos llamados a responder a Dios desde la vocación a la que Él nos ha llamado tomando partida por el camino del amor evangélico que es el camino de la verdad. No te asustes, Jesús te llama a seguirle de verdad, siendo fiel al Evangelio, poniéndolo en práctica cada día de tu vida “al pie de la letra” para que te puedas sentir totalmente libre, sin ataduras, y puedas hablar con amor y misericordia desde la verdad.
¿Por qué a veces sentimos ese miedo? Parece como si decir la verdad y decir lo que pensamos nos asustara. Jesús no se cortó, aunque eso le hizo que tuviera enemigos. Ser libre y decir lo que piensas y creer, sin olvidar el amor y la misericordia, compromete y complica, pero te convierte en un verdadero discípulo de Jesús. Y llega el momento de decirnos también a nosotros mismos la verdad “al pie de la letra” para que no pongamos más excusas al Señor y seamos capaces de entregarnos. Es cierto que cuesta sacrificio y esfuerzo, que la abnegación de uno mismo no es plato de buen gusto, y más en medio del mundo que nos rodea donde priman otras realidades mucho más apetecibles.
Ha llegado el momento de dar el salto de fe que nos lanza al vacío, sabiendo que es Dios quien nos recoge nada más saltar, sin esperarlo, pues Dios lo que nos dice es que nos fiemos, que nos lancemos, que no nos quedemos pensando, porque lo más importante es tener la certeza de fe que Él nunca falla y que no nos va a defraudar. El Evangelio no entiende de seguridades materiales, entiende de amor, servicio, entrega, disponibilidad, confianza… y esto nos toca a nosotros ponerlo en práctica aquí y ahora, sin marear la perdiz, para que nuestra vida sea un testimonio de lo que Jesús nos ha transmitido y que nosotros estamos llamados a compartir “al pie de la letra”.