¡Cuántas veces posponemos las decisiones y dejamos correr el tiempo! Sufrimos más de la cuenta y nos bloqueamos enormemente. No alargues el sufrimiento innecesariamente porque el Señor está ahí esperándote para ayudarte a que te lances a solucionar tus agobios y preocupaciones. El camino más cómodo es el de dar largas y encerrarte en ti mismo. Al final todo se convierte en una huida que no te lleva a ninguna parte, pues todo vuelve a confluir en tu mente y poco a poco se va embotando más y más, llevándote a un agobio mayor y a un aparente camino sin salida. Hay que cambiar algo por poco que sea, por muy insignificante que parezca, porque así estás comenzando a dar un aire nuevo a tu vida, necesario para salir del bucle en el que te has sumergido y tan poco te está ayudando.
No pierdas el tiempo de tu vida dejando pasar oportunidades, porque tu energía necesita revitalizarse y luchar porque las cosas sean como a ti te gusta, en vez de lamentarte. Aquí es donde se demuestra el coraje y la fortaleza interior de cada uno, pues con la ayuda de Dios se puede revertir cada situación que aparentemente parece sin salida y estaba totalmente perdida. No te pongas ninguna excusa, sino más bien, sé honesto contigo mismo y no te engañes marcándote metas que no tienen nada que ver con lo que eres y has vivido. Desde tu libertad has de tomar las decisiones adecuadas, encomendándote al Señor y confiando en tus hermanos, que siempre estarán a tu lado, rezando por ti. Por eso es bueno que recemos los nos por los otros, para que todos tengamos luz y discernimiento para comprender qué es lo que Jesús quiere de cada uno, y pidiéndole por las necesidades de los demás; porque Cristo nos da a cada uno lo que mas necesitamos.
Tomar decisiones implica ser responsable; déjate guiar por el Señor con la absoluta confianza de que es Él quien va a poner todo en su sitio y en orden, haciendo de tu vida lo mejor. Dios nunca se equivoca; Él siempre acierta en todo lo que hace y pone al alcance de tu mano la felicidad plena. Para ello es necesario que estés dispuesto a arriesgar, a lanzarte y dar los pasos necesarios para que todo en tu vida sea distinto. No temas, confía en el “amigo que nunca falla”, que siempre está mirando por ti y que te lo da todo. Dios nunca se guarda nada para Él, lo entrega todo para que seas consciente de lo que te ama y te cuida. Nunca dudes de Él, no dejes que ninguna tentación se haga fuerte en ti y te aleje de su presencia. El amor de Dios es maravilloso e incomparable; aparta tus sentimientos para que no te traicionen y te lleven a equívocos. Dios es auténtico y acierta en todo, siempre hace lo correcto, aunque esté fuera de tus planes y propósitos.
Reconocer su presencia y estar ante Él te ayuda a confiar. El corazón que confía siempre está dispuesto a abandonarse y lanzarse al vacío, sabiendo que el Señor es quien te recoge en sus manos; por eso es importante abandonarse: porque dejas que el Señor haga contigo lo que quiera y te lleve por donde considere. No permitas que tu vida se llene de vértigo; porque sabes de sobra que en Jesús está la paz y la salvación; son muchas las veces que los proyectos de Dios asustan porque se escapan de tu control. No te quepa la menor duda de que son los mejores proyectos, porque te llevarán por caminos que te sorprenderán y tendrás experiencias maravillosas que jamás habrías imaginado que vivirías, solo porque te has fiado del Señor y has sido capaz de poner en Él toda tu confianza. Necesitas confiar en Dios y hacer cada día este ejercicio, tener frescura espiritual que te ayude a discernir claramente qué es lo que Jesús te está pidiendo.
No podemos averiguar qué es lo que Dios nos pide si no tenemos sintonía con Él. Sincroniza tu alma con Él para que tengas un cauce de comunicación fluido, y así sepas comprender con claridad qué es lo que te está pidiendo. El Señor siempre habla directamente, al corazón, que como la tierra buena ha de estar bien preparada para que la semilla pueda dar fruto abundante. Que Dios te ilumine y te conceda ser luz en todo lo que haces cada día.