Anhelo de conversión. Desearla con todo tu corazón para que la puedas hacer realidad cuanto antes. Es el empujón que hoy, primer domingo de Cuaresma, el Señor te quiere dar para que de verdad veas cómo actúa en tu vida y la transforma por completo. El Señor siempre escucha tu plegaria y no le pasan desapercibidas tus necesidades porque lo sabe todo y es Dios, tu Padre que siempre está velando por ti. Desear la conversión con todas tus ganas es un paso muy importante en la vida de fe, porque es reconocer que necesitas cambiar, avanzar, madurar en tu vida de fe y erradicar para siempre todos tus pecados y miserias. Por eso el Señor siempre perdona, porque quiere darnos nuevas oportunidades cada vez que somos conscientes de nuestras faltas y perdemos la Gracia. Las tentaciones van a estar siempre acechándote y has de estar vigilante. Es una ingenuidad pensar que nunca más vas a ser asaltado por el demonio que te quiere siempre débil y vulnerable, presa de sus garras, para hacer contigo lo que quiera y endurecer tu alma para que Dios nunca esté en ella.
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Estar en el candelero, ¿yo?
En estos primeros días de Cuaresma queremos concienciarnos de lo importante que es celebrar la Pascua y lo que esto conlleva, porque es una preparación especial la que hemos de realizar, ya que estamos llamados a descubrir en nuestra vida creyente cuáles son las exigencias que tiene, porque no queremos quedarnos en el recuerdo de que Jesucristo resucitó, sino que queremos celebrar y hacer vida la Resurrección con todo lo que implica, porque Jesús «ha venido a llamar a los pecadores a que se conviertan» (Lc 5, 32) y no ha venido a condenarnos ni a pasarnos factura por nuestras faltas y pecados. Más bien todo lo contrario, quiere mostrarnos la misericordia infinita de Dios, que siempre nos quiere acoger para abrazarnos porque somos sus hijos.
Propósito de ayunar en Cuaresma
¿Te cuesta ayunar? Hay ayunos y ayunos. Cuando estamos bien dispuestos y queremos conseguir algo, si implica tener que ayunar no nos cuesta trabajo porque lo hacemos con intención y sabemos que es para un bien que nos hemos propuesto. Además, lo hacemos con gusto y nos alegramos cuando vamos viendo el resultado, mucho más si es inmediato. Cuesta lo que no nos gusta o motiva. No podemos engañarnos en este sentido, por eso es importante concienciarse y actuar con determinación.
Cuidar el corazón
Nueva etapa y nuevo reto por delante. Solo depende de ti el querer conseguirlo o no. Acabamos de empezar la Cuaresma y es un buen momento para plantearnos retos espirituales y personales que queremos conseguir durante estos cuarenta días de preparación a la Pascua del Señor. Si quieres vivir con alegría la Resurrección de Jesucristo tu alma tiene que seguir progresando en el camino de la fe y dar los pasos necesarios de conversión en tu vida. Seguro que tienes claro que siempre quieres elegir el bien antes que el mal. Sabes cuáles son las actitudes que te van a enriquecer más y te van a ayudar a estar más cerca del Señor. Es muy importante que Dios esté en el centro de tu corazón, porque así escucharás con claridad su voz y entenderás perfectamente lo que te pide en cada momento. «Si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar ante otros dioses y les sirves, yo os declaro que hoy moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar» (Dt 30, 17-18).
Conviértete y cree en el Evangelio
“Conviértete y cree en el Evangelio” o “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Son las palabras que hoy, Miércoles de Ceniza, resonarán en cada uno de los que nos acerquemos a recibir la ceniza. Comienza la Cuaresma y queremos convertir nuestras vidas al Señor, purificarnos y ser mejores cada día. Necesitamos recordar: recordar cada día las oportunidades que el Señor nos brinda para ser felices y que no aprovechamos; recordar que el Señor me ha regalado unos dones para que los comparta y haga felices a los demás; recordar que tengo un Dios que se preocupa por mi y que me quiere cuidar entregándome a Cristo en la Eucaristía como alimento de vida; recordar que tengo que cuidar mi oración para alimentar mi fe y ser un auténtico creyente, discípulo de Jesús; recordar que tengo que convertir mi vida en un canto de alabanza por tantas cosas buenas que el Señor me permite vivir; recordar mi fragilidad y que solo no puedo, que vengo de la tierra y a ella volveré, aunque a veces me crea imprescindible y autosuficiente; recordar que Dios siempre me pone signos de su amor a mi alrededor para que siga avanzando en mi camino cristiano haciendo realidad el Evangelio.
Combatiendo el desánimo en la carrera de la fe
Dejarse llevar por el desánimo es perder la esperanza. En el Evangelio le ocurrió a los discípulos después de la crucifixión de Jesús. Salieron a pescar (cf Jn 21, 1-14) y después de toda la noche faenando volvieron a tierra con las redes vacías. Sus esperanzas se habían visto truncadas al ver a Jesús muerto en la cruz. Pedro había dicho que Jesús «era el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo» (Mt 16, 16). Pero la muerte de Jesús les había nublado el entendimiento y la decepción había inundado sus corazones. La consecuencia: las redes vacías y lo que es peor, sus corazones también.
La aventura de confiar
En muchas ocasiones he manifestado que Dios nos ha dado a cada uno una serie de dones con los que sabe que vamos a alcanzar la felicidad plena. Lo que nos ocurre es que las comparaciones que nos hacemos con los demás nos impiden verlos claramente y nos infravaloramos tanto que en ocasiones terminamos anhelando lo que no tenemos y no sacando todo lo bueno y bello que hay en nuestro interior. Si te quieres de verdad no dejes de mirar a tu interior y compartir con generosidad todo lo que tienes, porque así empezarás a irradiar todo lo que tienes guardado y vivirás en plenitud, porque serás feliz y saborearás cada uno de los momentos que vives.
La bondad del corazón
Ponerse en el lugar del otro y entender cómo se siente para poder ayudarlo o ser un apoyo en los momentos de dificultad es un don de Dios. Ante la situación que se está viviendo en Ucrania he tenido una conversación con una persona donde me contaba su disposición para acoger a refugiados en caso de que fuera necesario. Me ha alegrado escuchar lo que me estaba diciendo y me ha encantado más aún ver cómo desde la vivencia de la fe nace el deseo y el compromiso de querer ayudar a los demás ante situaciones dramáticas como las que estamos viviendo en estos días, porque el dolor y el sufrimiento del hombre no puede hacer indiferente al creyente; más bien te hace tomar partido desde tu propia realidad comprometiendo tu vida y siendo consciente de los cambios que este compromiso te puede acarrear en tus hábitos de vida.
Los tiempos de Dios son perfectos
Los tiempos de Dios son perfectos, aunque es cierto que a veces nos cuesta trabajo comprender, aceptar y afrontar lo que nos va poniendo en el camino y que tanta dificultad nos provoca y supone. Aceptar lo que nos pasa lleva su tiempo y cuesta su trabajo. Confiar en Dios es lo que tenemos que poner en práctica los creyentes, aunque hay veces que nos resistimos por la revolución interior tan importante que tenemos. Todo lleva su proceso y cómo no, su tiempo.
Oración a Jesús
Déjame mirarte a los ojos Jesús para conocerte mejor y poder adentrarme un poco más en la profundidad insondable de tu alma y de tu corazón. Donde yo no soy nada y Tú lo eres todo. No sé, Jesús, cómo te has podido fijar en mí y qué has visto para elegirme y confiar en mi persona. Sabes de mis debilidades y miserias, y que no soy digno…, pero gracias por pararte a hablar conmigo y pedirme que te siga.
A veces pienso que no estoy a la altura, pero Tú me miras y me siento seguro.