Compartir lo poco o mucho que tengas; entregarte a los demás a pesar de tu cansancio; trabajar a largo plazo viendo los frutos de manera muy lenta; luchar contra las adversidades del entorno e incluso de personas que no ven con la misma claridad que tú aquello que crees, porque no lo comparten; tener que dar multitud de explicaciones pacientes, para que un mayor número de personas participen de tu proyecto; seguir viendo que los resultados no van con la misma rapidez con la que piensas y te imaginas el desarrollo de los acontecimientos; renovar las esperanzas a pesar de que el esfuerzo empleado te ha desgastado más de lo que te gustaría; retomar el camino donde lo dejaste renovado de ilusiones y proyectos a pesar de que sabes que luchas contra elementos más fuertes que tú mismo… son de verdad situaciones que te hacen mucho más fuerte y te ayudan a madurar, a mirar la vida desde otra perspectiva y sobre todo confiando en Dios que es quien debe mover los hilos de tu vida.
Blog
Cantar las maravillas del Señor
Crecer en la ilusión, crecer en la fe y poder compartirla. Es todo un camino que merece la pena a pesar de las dificultades con las que te puedes encontrar. No te rindas, no te dejes llevar por la pereza o por la comodidad que tanto daño hacen a nuestro crecimiento personal. La vida está llena de muchos momentos y casi siempre somos conscientes de ellos cuando los estamos viviendo, especialmente cuando las etapas son duraderas. Hay etapas en las que no nos encontramos en nuestro mejor momento y otras en las que tenemos un deseo enorme de hacer grandes cosas. Lo importante es que de todo saques una enseñanza para tu vida que te ayude a dar lo mejor de ti a los demás.
Nunca pierdas la sonrisa
Todos conocemos personas que son un ejemplo por su manera de afrontar cada momento de su vida, tanto los buenos como los menos buenos. Nunca pierden la positividad y cuando te hablan de cómo se sienten lo hacen desde la realidad, porque son personas que no se engañan y tienen los pies en la tierra. Su manera de ser en ocasiones es envidiable porque nunca pierden la sonrisa en cada momento, incluso en los más difíciles. Las situaciones de la vida las han ido curtiendo y haciendo fuertes; muchas veces hemos podido ser testigos de sus duelos ante la dureza de la vida, vividos en el silencio y en el respeto, pero cercanos en el corazón y en el pensamiento, pues no queremos que nadie a nuestro lado lo pase mal; en otros momentos hemos podido compartir también las alegrías y la felicidad, vividas nuevamente desde la prudencia y el sosiego. Personas así son admirables por su saber estar, por su comprensión ante cada situación de la vida y por su capacidad de aceptar cada momento sabiendo mirar al futuro con esperanza y confiados en que algo bueno les va a traer y su sino va a cambiar.
Un proyecto de vida
Cuando el ser humano está organizado en su vida personal siente una gran sensación de seguridad y de control que le permite caminar sobre seguro. Llegar hasta ahí no es fácil, pues hay que iniciar un proceso de construcción que nos lleva a más de un momento de tensión y de dificultad. A veces nos encontrarnos con lo inesperado y no es agradable, pues no supone un cambio de planes y tener que replantearnos las cosas de otra manera. Hay veces que a la hora de improvisar salimos airosos y “salvamos los muebles”; y en cambio en otras ocasiones las cosas no salen como queremos y todo es un caos y un sinsabor.
Todo proyecto personal exige una fidelidad, una constancia y un tiempo de dedicación en el que no podemos permitirnos el fallar. Henos de ser firmes, pues son muchas las situaciones que se nos presentan, algunas muy apetecibles, para abandonar rápidamente el compromiso, dejándonos llevar por lo inmediato y placentero. Además, no es un camino fácil porque exige. Y las exigencias nos llevan a tener que afrontar esas situaciones que no deseamos ni queremos y que se nos pueden hacer demasiado cuesta arriba, pues lo imprevisto en ocasiones es indeseable, y bien sabemos que vivir y afrontar lo que uno no quiere a veces es demasiado difícil. Por eso es importante perseverar, para que en los proyectos que llevamos a cabo podamos tener esa rapidez a la hora de cambiar lo que funciona y renovar constantemente las ilusiones y compromisos, evitando así caer en la rutina.
Combatir las debilidades
A ninguno nos gusta mostrar nuestras propias debilidades ni aquellos puntos en los que somos más vulnerables. Por norma solemos guardárnoslos para nosotros mismos y hacemos lo que sea necesario para ocultárselo a los demás. Procuramos no dar pie a que se produzcan esas situaciones en las que nos podemos ver más comprometidos, y sacamos a la luz lo mejor que tenemos de nosotros para evitar riesgos que nos puedan hacer quedar mal.
Hay veces en las que nos cuesta trabajo aceptarnos a nosotros mismos y esta situación en momentos concretos no nos ayuda, sino que hace que estemos más enfadados y molestos con nosotros mismos. Hay veces en las que no nos sentimos totalmente a gusto con nosotros mismos y esto llega a provocar que estemos más irascibles y enfadados, y como consecuencia solemos pagarlo con quienes tenemos al lado, que casi nunca tienen la culpa; más bien son pacientes y procuran sobrellevarnos cada día con el mejor de los ánimos.
Comprometidos aunque pase el tiempo
Muchas son las veces en que callamos por miedo a lo que piensen de nosotros, por no contradecir ni buscar polémicas o para no comprometernos más de lo necesario. El silencio en muchos momentos no es bueno, pues deja que las injusticias y los abusos sigan ocurriendo a nuestro alrededor, mientras nosotros somos cómplices de estas situaciones, pues consentimos que sigan ocurriendo, ante nuestra pasividad. Que el silencio en tu vida no refleje pasividad ni falta de compromiso. Si algo necesita nuestro mundo son personas comprometidas decididas a dar ese paso adelante que comprometa su vida y comience de una vez por todas a transformar el mundo, cambiando la inercia de la injusticia, de la pasividad y del desencanto. Ya bastante hay en nuestro entorno para que nos contagie y nos haga perder las ganas de caminar contracorriente siguiendo las huellas de Cristo, que comprometió su vida hasta entregarla en la Cruz.
Siervo inútil
Muchas son las personas que cuando hacen algo buscan que los demás los vean, quedar bien, ser reconocidos y dejar constancia de su participación. Además, cuentan con una gran habilidad para salir muy bien en la foto, saben buscarse el mejor lugar para ser vistos y para darle también la difusión necesaria para que se vea qué han hecho y cuándo han estado. Hemos de tener claros los fines por los cuales nos movemos en nuestros compromisos, pues cuando uno llega a su objetivo, el compromiso cesa y uno desaparece.
No subestimes a Dios
Hay muchas veces donde confiar en Dios no es tarea fácil por las dificultades que se nos presentan. Tratamos de buscar soluciones rápidas que hagan que todo vuelva a la normalidad para vivir así sin grandes sobresaltos, pero esas situaciones que se nos escapan de las manos hacen que nos inquietemos y nos pongamos nerviosos y que confiar plenamente en el Señor cueste un poco más. Mientras los enemigos acechan estamos en tensión, preocupados, agobiados, pensando que las cosas no funcionan y por instinto solemos ir a lo que siempre nos ha funcionado y nos da estabilidad. Buscamos nuestros puntos de seguridad que hacen que podamos recuperar momentáneamente esa calma que el imprevisto nos ha provocado.
Sobre el pecado
Hay faltas y faltas, pecados y pecados. Creo que todos tenemos claro que nadie es perfecto y todos somos pecadores. Lo que pasa es que hay pecados y faltas que están más al descubierto y son más visibles que otros. Nunca podemos decir “de esta agua no beberé” porque no sabemos qué nos deparará el futuro y qué nos traerá la vida. Por eso hemos de ser cautos a la hora de juzgar a quienes tenemos al lado y prudentes cuando comentamos y hablamos, para no dejarnos llevar por la frivolidad y la especulación a la hora de expresar nuestras opiniones. Siempre que hables o comentes de alguien que sea desde la verdad, habiendo hablado previamente con la persona afectada, que de hecho es lo que menos hacemos porque no nos atrevemos a preguntar qué es lo que le ha ocurrido, pero en cambio si que somos osados a la hora de especular y juzgar movidos por los comentarios y juicios de los demás.
El pecado nos aparta de Dios y rompe la comunión con los hermanos. Hay pecados veniales y pecados graves; pecados que tienen consecuencias más graves que otros; pecados que se cometen en secreto, en silencio y pecados que son públicos, a la vista de todos. No me refiero en ningún caso a los pecados que incurren en delito sino a los pecados que solemos cometer en la vida cotidiana, fruto de nuestras debilidades y pobrezas humanas.
Sobre la soberbia
Hay muchas veces donde pensamos que somos mejores que los demás en lo que hacemos; que nuestras opiniones o forma de hacer las cosas son las correctas con respecto a los otros, y estamos convencidos que si actúan como decimos, todo saldría mucho mejor, porque hay veces que nos complicamos la vida demasiado. No es fácil corregir a los demás y llevarlos a la verdad, a que caigan en la cuenta de los errores que están cometiendo. A la hora de hacerlo hemos de ser muy prudentes a la hora de decir lo que pensamos, pues podemos ofender al otro o simplemente que se sienta atacado o juzgado.
Dada nuestra imperfección podemos decir que a la hora de opinar y de corregir no somos infalibles, todos participamos de la verdad por muy objetivo que lo veamos todos. Nosotros vemos una cara y los demás pueden ver otra totalmente distinta. Sirva el ejemplo de la luna cuando la contemplamos en el cielo. Todos la vemos desde perspectivas distintas, y sabemos que es la luna, pero ninguno la vemos en su totalidad, solemos ver una parte, la que tenemos frente a nosotros, pero no vemos lo que hay detrás, aunque bien sabemos que es la luna.