“Conviértete y cree en el Evangelio” o “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Son las palabras que hoy, Miércoles de Ceniza, resonarán en cada uno de los que nos acerquemos a recibir la ceniza. Comienza la Cuaresma y queremos convertir nuestras vidas al Señor, purificarnos y ser mejores cada día. Necesitamos recordar: recordar cada día las oportunidades que el Señor nos brinda para ser felices y que no aprovechamos; recordar que el Señor me ha regalado unos dones para que los comparta y haga felices a los demás; recordar que tengo un Dios que se preocupa por mi y que me quiere cuidar entregándome a Cristo en la Eucaristía como alimento de vida; recordar que tengo que cuidar mi oración para alimentar mi fe y ser un auténtico creyente, discípulo de Jesús; recordar que tengo que convertir mi vida en un canto de alabanza por tantas cosas buenas que el Señor me permite vivir; recordar mi fragilidad y que solo no puedo, que vengo de la tierra y a ella volveré, aunque a veces me crea imprescindible y autosuficiente; recordar que Dios siempre me pone signos de su amor a mi alrededor para que siga avanzando en mi camino cristiano haciendo realidad el Evangelio.
Somos débiles y frágiles, tenemos fecha de caducidad, por eso hoy la ceniza nos recuerda la fragilidad de nuestro ser, la facilidad con la que podemos pecar y alejarnos de Dios y sobre todo el regalo de gracia que Jesús nos brinda para perdonar nuestros pecados y darnos vida en abundancia. Saborear el anticipo del cielo a pesar de nuestra condición pecadora; acercarnos a la Cruz de Cristo para encontrar el sentido de la vida; cargar con la Cruz, por muy pesada y difícil que nos resulte el llevarla, aprendiendo a confiar en Dios que todo lo puede y sabe. No rehuir del esfuerzo ni del sufrimiento para aprender a abnegarnos a nosotros mismos y hacer realidad la voluntad de Dios que siempre nos va marcando el paso y el camino que hemos de seguir.
No te resistas a la acción de Dios y plantéate una Cuaresma distinta, especial; porque tienes para ti un tiempo oportuno y experimentar cómo el amor, la misericordia y la generosidad de Dios se hacen constantemente regalo en tu vida. Siendo consciente de que no eres digno de tanto bueno que te está dando y que tu vida es nada comparada con su grandeza. Tienes la oportunidad de dar ese paso del hombre viejo al hombre nuevo, de cambiar las inercias de tu vida que te llenan de amargura y desaliento, para dar paso a la autenticidad y a la felicidad que quieren invadirte para contar las maravillas de Dios a quienes te rodean. Tienes la oportunidad de dejar a un lado las situaciones “de muerte” espiritual que puede haber en tu vida y consagrante por completo al Señor.
Que al recibir hoy la Ceniza tu alma se encuentre con el Señor y sientas la invitación que Dios te hace a la conversión, pero sobre todo tu apertura al amor de Dios y todo lo que lleno de Él vas a poder vivir, compartir y entregar a los que te rodean. Esta es la grandeza de la fe: amar y ser amado. Y el Señor cada día nos llena de oportunidades para hacerlo realidad. Tan grande es el Señor que te hace protagonista para que la Vida que te regala la puedas disfrutar y saborear al máximo. Pero tienes que tener claro que no hay plenitud sin conversión, ni resurrección sin cruz. Y este tiempo de Cuaresma es un momento perfecto para reflexionarlo y hacerlo realidad.
Señor, te pido que pueda hacer realidad mis propósitos de Cuaresma para convertir mi corazón, entregártelo sin reservas, resucitar contigo y ser feliz a tu lado.