¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo vive! Jesucristo ha roto las cadenas de la muerte y se presenta ante sus discípulos para devolverles la alegría. También se presenta ante nosotros, para transformar nuestros llantos en alegría, en el gozo del encuentro. Entramos en el tiempo más gozoso del año, el de la Pascua, donde queremos decir que la muerte no tiene la última palabra. El Dios de la vida ha venido a iluminarnos, a transformar todo aquello que nos impide estar con Dios y poder contemplarle clara y transparentemente. Así es como Cristo se nos muestra, transparente, sin ningún filtro, derramando el Amor de Dios en nuestros corazones, para que podamos saltar de gozo.
Cristo ha vencido a la muerte, ha resucitado. Necesitamos la Resurrección porque es fuente de esperanza; porque nos permite superar el desierto de nuestra vida y podemos llegar directamente al corazón de Dios; porque nos ayuda a dejar atrás nuestros miedos y dudas, y experimentar en toda su profundidad que el amor de Dios es verdadero, incondicional y para siempre; porque nos quita todos los filtros que tenemos, muchos frutos del pecado, y nos permite contemplar a Cristo en todo su esplendor; porque nos permite dar el paso que nos lleva de la oscuridad a la luz, de la muerte espiritual a la vida en Dios; porque nos ayuda a reconocer la necesidad de la cruz, para llegar al gozo de la Resurrección, y a constatar los grandes regalos que nos ha dejado, el primero: María, nuestra Madre.
Que la Pascua del Señor, el paso de la muerte a la vida, toque tu corazón de manera especial y sientas la presencia de Cristo vivo que todo lo llena. Con Cristo Resucitado ya no es todo igual, ¡Cristo ha resucitado para llenar tu vida de sentido, de amor! Se consciente por un momento de hasta dónde ha llegado Jesús, qué es lo que ha hecho por ti, para mostrarte el camino. «Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rom 8, 38-39). Cristo ha dado la vida por ti y el culmen es la Vida que nos trae la Resurrección, la alegría supera a la tristeza, el consuelo a la pena, la luz elimina para siempre la oscuridad. Todo apuntaba a Cristo. El camino de la cruz es una lección de vida que Cristo nos ha dado, para que, agarrados fuertemente a ella, y llegando la muerte seamos capaces de vivir en la fe con Él para siempre. La cruz, la corona de espinas, los clavos, la lanza y el sepulcro cobran un valor incalculable porque Cristo nos los deja como instrumentos para llegar a Él que está vivo y juntos podamos contemplar el rostro de Dios Padre, que es fuente de amor inagotable, y así quiere que constantemente esté tu corazón, desbordando amor y misericordia para con los hermanos.
Dios ha puesto en nuestra vida instrumentos para llegar a Él. Seguro que a tu lado hay instrumentos que constantemente te empujan a Él. Yo lo he constatado personalmente, en un Viernes Santo muy distinto a todos los que he vivido hasta ahora. Es día José puso murió y el Sábado Santo, a pocas horas de celebrar la Celebración de celebraciones, la Vigilia Pascual, nos despedíamos de Él, con la certeza de que un gran hombre, un instrumento de Dios está en el cielo, gozando de la vida eterna, en la que creía con profunda fe; para ayudarnos mucho mejor desde allí, especialmente a su esposa y a sus dos hijos. Por eso, contemplando la vida de José, hoy tenemos un motivo más, a pesar de las lágrimas y del dolor de su partida repentina, para afirmar: ¡Creo en la Resurrección! ¡Cristo ha resucitado para salvarnos! El paso de José de la vida a la Vida es el gran paso al encuentro con Dios. Y él lo está contemplando ya cara a cara para siempre.
¡Verdaderamente Cristo ha resucitado! Dios siempre tiene la última palabra. Que tu docilidad y humildad te ayuden a escucharle con claridad. Feliz Pascua de Resurrección.