Tener buenos recuerdos de personas que han pasado por nuestra vida dejando huella, es una de las experiencias más hermosas que tenemos, humanamente hablando. Porque el contacto con ellas no nos ha dejado indiferente, han calado hondo en nuestra vida y siempre las llevamos con nosotros. Recordarlas seguramente nos traen bellos momentos vividos de nostalgia que hacen que queramos volver atrás en el tiempo para disfrutar otra vez de lo que tanto nos ha llegado al corazón. Estas personas han sido auténticas y por eso las llevamos en nuestro corazón siempre.
También nosotros podemos dejar huella en las personas que nos rodean habitualmente, por cómo las tratamos, servimos, amamos, ayudamos…; siente que tu vida merece la pena para que todo lo que hagas sea desde el corazón y así puedas llegar también a los corazones de los demás. Hay veces que hacemos muy poco por los demás, pero el resultado que conseguimos es inesperado, porque los demás se nos muestran siempre muy agradecidos por lo que hicimos por ellos en su momento. Quizás a nosotros nos puede parecer que no es para tanto, que en verdad no hemos hecho nada para que nos muestren tanto agradecimiento, pero para quien recibe el favor es mucho, porque se encontraba en un momento de dificultad o angustia y ha sentido el amor, la cercanía y la ayuda de otra persona que en ese preciso momento le ha dado la vida misma.
Pon a Dios en todo lo que hacespara que así llenes de amor corazones y dejes impregnado de Cristo la vida de los que están a tu lado. Un cristiano por su forma de vida no pasa desapercibido a los ojos de los demás, porque irradia algo distinto a los demás, pues su forma de actuar habla por sí misma y deja siempre huella allá donde esté. Además ante las situaciones que se le presentan sabe tener siempre la actitud adecuada, y eso, sin pretenderlo, se convierte en luz y testimonio para los demás. Piensa en cuántas personas te han sorprendido positivamente a la hora de afrontar sus propias dificultades y problemas, y cómo han afrontado su vida a pesar de los problemas que han vivido. Y es que por estar cerca de Dios y caminar a su lado, cada paso que damos, Jesús mismo da un paso con nosotros también y todo es distinto, porque ya no somos nosotros quienes sembramos en los demás, sino que es el mismo Cristo quien siembra.
Dice el apóstol san Pablo: «He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación» (2 Tim 4, 7-8). El apóstol Pablo fue capaz de transformar con el Evangelio las ciudades por las que pasó predicando, y se dio cuenta que por seguir a Cristo fielmente, amando y actuando en su nombre, pudo dejar una huella profunda en el corazón de los que le escuchaban, porque convirtieron su vida y vivieron con fidelidad su entrega al Señor, y esta es la huella imborrable que Dios deja y que como dice el apóstol, “tiene reservada una corona de la justicia”.
No tengas miedo a equivocarte o a caer; si eres capaz de reconocer que sin Dios no eres capaz de caminar, Él mismo te ayudará a avanzar y a caminar con paso firme. Cuando pisamos o tocamos algo dejamos huellas en el camino y los objetos… ten claro, que como cristiano estás llamado a dejar una huella en el corazón de todos los que se cruzan por tu camino. Por eso vive con tu fe con pasión y dedicación,dando lo mejor de ti cada día, porque así el mismo Cristo actuará a través tuyo como instrumento que eres. Y como dice san Pablo: «Sé un modelo para los fieles en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la pureza» (1 Tim 4, 12). Ten claro que Dios confía en ti y estás llamado a dejar huella en esta etapa de la historia y en los que te rodean. No desaproveches esta oportunidad.