Hoy es el IV Domingo de Pascua, el Domingo del Buen Pastor. Jesús es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas cuidándolas con cariño y desviviéndose por ellas. El Señor Jesús utiliza esta imagen porque el pueblo de Israel había sido nómada y entendía bien lo que significaba este modo de vida, la manera de adaptarse a las circunstancias, y el esfuerzo que los pastores dedicaban a sus ganados para que sobreviviesen y les alimentasen. A la imagen del Pastor también se recurre en el Antiguo Testamento, cuando el profeta Ezequiel hablar de los malos pastores de Israel, que no desempeñan bien su misión en las responsabilidades públicas que tenían. Hay que vivir desde el servicio y no buscando el beneficio personal; nos debe importar la persona y nunca podemos tratarla como objeto o como un número más.
Es por esto por lo que Jesús se presenta como el Buen Pastor, porque sale al encuentro de sus ovejas, las conoce y las llama por su nombre a cada una. Cuando están débiles las carga sobre sus hombros y cuando se pierden sale a buscarlas. Por eso en este IV Domingo de Pascua celebramos el domingo del Buen Pastor, porque queremos gozar de la vida y el Señor Jesús nos enseña a no ser asalariados, sino a vivir nuestra vida desde la vocación verdadera, desde la entrega. Quien se cree dueño o ganadero posee y busca beneficio personal; quien vive desde la actitud del Pastor busca la humanidad, el bien de la persona y la trata con dignidad. Lo importante no es la productividad, sino el bien de la persona, de ahí el conocer a cada una por su nombre y saber cómo se encuentra cada una. Es ese acompañamiento personal de cada persona que te hace conocer cómo se siente, qué problemas tiene y qué necesita para ayudarle a encontrar la felicidad. El Buen Pastor habla con amor: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10, 27-29). Para Jesús cada uno somos especiales. Y también tenemos que acoger a todos los que quieran formar parte del “rebaño”. «Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro» (1 Cor 12, 27), nadie que quiera formar parte del Cuerpo de Cristo puede quedar excluido, pues el Señor Jesús quiere que estemos con Él y que cada uno desarrollemos nuestros dones personales dando el ciento por uno.
Jesús al presentarse como el Buen Pastor, quiere que escuchemos su voz para que formemos partes de un solo pueblo, por eso queremos escuchar la voz del Jesús que nos hace hijos de Dios y que nos identifica como discípulos suyos. Por eso, desde la diversidad de cada uno, estamos llamados a poner en común lo que somos y tenemos, empezando por la comunión de bienes, tanto espirituales como materiales. No hay estatus dentro del rebaño, todos somos iguales, cada uno desde su libertad interioriza la voz del Buen Pastor y la pone en práctica dando la propia vida por amor a los demás, siguiendo sus pasos que siempre nos llevarán al encuentro del hermano, del necesitado. Él es «la puerta de entrada» (Jn 10, 7), la del amor entregado y verdadero, que da la vida por los demás sin esperar nada a cambio. La puerta de la misericordia que siempre perdona y da nuevas oportunidades a los que con corazón arrepentido buscan el reconstruir lo que se ha caído, fruto de la frágil condición humana. De los que sienten también vértigo para seguir los pasos del Pastor, pero quieren lanzarse al vacío, a las manos del Padre Bueno, para fiarse y confiar en la voz del Buen Pastor que siempre está hablando y llamando por su nombre a cada una de sus ovejas.
Ponte en las manos del Buen Pastor en este Domingo de Pascua. Cristo quiere que le sigas, que te encuentres con Él en la Eucaristía y que escuches su Palabra cada día para que poniéndola en práctica puedas seguir haciendo realidad en tu vida el Reino de Dios, invitando a más personas a formar parte del proyecto de Amor que el Señor Jesús ha instaurado desde la Cruz.
En este Domingo del Buen Pastor reza por todos los sacerdotes, especialmente por los que conoces. Para que a cada uno el Señor nos de lo que más necesitamos. Él lo conoce todo y bien sabe lo que se hace. Que Cristo sea la voz que escuchas cada día, porque es el gran Pastor, el Buen Pastor.