Cuando nos encontramos en medio de las dificultades o de los sufrimientos sabemos que es importante confiar en el Señor, pero no basta solo con decir “confío en el Señor”; hemos de intentar echar a un lado las preocupaciones y los miedos que se hacen fuertes en nuestro interior, para saber dar paso a los dones que el Señor nos quiere regalar cuando somos capaces de ponernos en sus manos. Ahí es cuando somos conscientes de que merece y mucho la pena esforzarse, para que en nuestra mente podamos rechazarla confusión, el dolor y el desaliento ya sí puedas decir con fuerza: “Confío en Dios”. Esperar en Dios y confiar, a veces, no resulta fácil, porque las emociones, los sentimientos y el estado de nervios que podemos tener nos pueden jugar en un momento determinado una mala pasada. Procura tener a Dios siempre presente, para que puedas percibir su presencia y ser sensible a lo que Dios te quiere dar en ese preciso instante, porque Él siempre actúa cuando le abrimos el corazón y nos dejamos transformar.
Jesús siempre nos cuida, especialmente cuando podemos estar en peligro. Hay veces que la dificultad nos sobreviene y nos vemos desbordados, pero también es verdad que con sus intervenciones en multitud de ocasiones nos avisa y previene de los males que nos puedan ocurrir. Dios siempre nos está cuidando y por eso confiar en Él debe de ser para nosotros una certeza absoluta, porque cuando confiamos en su amor, Dios se revela con claridad y es generoso en cada uno de los dones que derrama en nuestra vida. Así lo dice Jesús en el Evangelio: «Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?» (Mt 6, 26). Es la invitación a que confíes en el Señor y sepas ponerte en sus manos, porque Dios provee siempre, se preocupa de ti y está pendiente de todo lo que te ocurre.
Cuando llega la necesidad Dios siempre está ahí para darte vida. El Dios de la Vida quiere llenar tu vida, déjate sostener por Él cuando veas que todo está perdido. Aunque pienses que es el final confía en el Señor porque nunca va a dejar que pases por pérdidas innecesarias. Quizás pueden sonarte fuertes estas palabras, mucho más cuando se sufren pérdidas irreparables que hacen que estemos mal. Déjate consolar por el Señor en todo momento que quiere ayudarte y protegerte. Dios siempre manda la ayuda oportuna en su momento porque nunca defrauda. Que esta certeza de fe te haga sacar de tu vida la sensación de fracaso e impotencia que puedas tener en tu vida, porque Dios quiere ayudarte a encontrar el sentido a tu vida, aunque esta cambie de repente; quiere darte lo que necesitas en este preciso momento porque le importas y te ama. Nunca olvides que eres su hijo y quiere apoyarte y animarte porque su amor es infinito y te lo quiere mostrar cada día.
Que este sea tu gozo y tu alegría: «En el Señor se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos» (Sal 33, 21). Así sentirás el consuelo del Señor, porque con solo mencionar su nombre, por acudir a Él en medio de tus tribulaciones tu corazón se alegrará porque te sentirás dichoso ante el Señor; porque te alegrarás de tener un Dios que te auxilia en todo momento y camina a tu lado. Que Jesús llene tu corazón de alegría y sientas especialmente su presencia cercana que todo lo llena de plenitud. Confía en el Señor que en toda circunstancia te está mostrando su mano amiga, la que nunca falla, la que nunca te suelta, la que te agarra con fuerza para que sientas que en Él estás seguro. Confía en Dios que Él confía en ti y en tus capacidades, si te ves superado en algún momento ponte en sus manos y déjate hacer que no te va a defraudar.