Sé tu mismo. No siempre las cosas nos salen como queremos. Hay veces que la inercia de la vida puede más que nuestra propia voluntad. Experimentamos y sentimos nuestra vulnerabilidad ante lo que se nos escapa de las manos. No podemos controlar la fuerza de la vida, los derroteros que muchas veces toman las circunstancias. Ahí nos plantamos nosotros, dispuestos a afrontar lo que nos venga, pero limitados y superados por la realidad. No deseamos vivir en tono derrotista, porque tenemos el ánimo, la esperanza y la fe para afrontar estas situaciones, siendo conscientes que el tiempo terminará poniendo todo en su sitio, permitiendo que las aguas vuelvan a su cauce y que todo volverá a la normalidad.
Las experiencias vividas en estos momentos nos enseñan, nos hacen madurar, nos permiten elegir también para comprometernos con lo que creemos siendo fieles a nuestros ideales, sin dejarnos embaucar por las inercias superiores que pretenden arrastrarnos por otros derroteros que no deseamos ni queremos para nuestra vida, ante los cuales nos resistimos, pero que algunas veces por las circunstancias nos vemos forzados a vivir y participar de ellos.
No por esto tienes que renunciar a lo que eres. Sé tu mismo. Afronta cada reto como una oportunidad para crecer, madurar y avanzar. No bajes los brazos, resístete a claudicar, pues solo los auténticos se mantendrán firmes en sus convicciones personales, pues son ellos mismos, sin renunciar a lo que son y no traicionándose a sí mismo. Los esfuerzos por caminar contra corriente tendrán su recompensa, en primer lugar por la tranquilidad de conciencia y la serenidad con la que uno vive, síntoma inequívoco de que estás haciendo lo correcto; en segundo lugar por el fuerza moral que adquieres, al constatar que tu pensamiento se ve totalmente respaldado con tus acciones y te permite ser coherente a la hora de actuar; en tercer lugar por la seguridad que adquieres en ti mismo, pues vas dando pasos firmes que hacen que no te tambalees ni dudes, y que tu camino sea el correcto, refrendado por la firmeza con la que hablas y actúas y que te permite dar razón de aquellos que estás viviendo.
Nos dice el apóstol san Juan: «Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe caminar como él caminó» (1 Jn 2, 4-6).Ser tu mismo es ser una persona seria, en la que se puede confiar, pues procurará hacer siempre lo correcto en todo aquello que se le pida. Poner en práctica la Palabra de Dios es el mayor de los retos que tenemos los cristianos, siendo un momento de prueba al que nos vemos sometidos y esto nos llevará a vivir con coherencia nuestra propia fe, tratando de poner en práctica todo lo que Jesús hizo.
Sé tu mismo para poner a Dios en el lugar más importante de tu vida. en el centro de tu corazón, procurando que tu estilo de vida irradie la presencia del Señor. Transmitir a Cristo es vivir la fe, entregarte en lo sencillo y en lo escondido, para que el buen aroma de la fe en Jesús vaya dejando ese buen olor allá donde te encuentres y así puedas tocar el corazón de los demás. Si llegas a ser tu mismo siempre, sin mostrar ninguna doblez ante nadie, te convertirás sin querer en punta de lanza y de referencia para seguir testimoniando la fe y la vida. No tengas doble vida, ni doble cara ante el Señor. Bien sabemos que a Dios no le podemos engañar, con Él no sirven las justificaciones; por eso procura estar siempre en la verdad, para que Jesucristo sea para ti esa fuerza de voluntad ante los demás que te permita compartir en primera persona tu experiencia de vida. Sé tu mismo, para que no tengas ninguna doblez; para que la vida sea un momento intenso de oración y agradecimiento por lodo lo que has vivido, compartido y realizado.