Siempre hay regalos que te sorprenden. Aquí os dejo uno escrito para un bello momento de Adoración ante el Santísimo Sacramento por Alfredo Santos Galera. Gracias por compartirlo y hacer realidad lo que siempre digo: “Lo que no se comparte se pierde”.
Espero que os guste y os llegue a vuestros corazones, porque ha salido desde el suyo, que es muy grande.
Belén de Judea a 23 de Diciembre del 6/4 ante de Cristo.
Querida María:
Se acerca el día y no quería dejar pasar más tiempo sin escribirte unas palabras para expresarte cómo me encuentro viviendo estos momentos.
Cercanos y vigilantes, es a lo que nos invita este tiempo de Adviento. Dios está muy presente en nuestra vida y en nuestro corazón y por eso Jesús quiere estar en nuestro corazón. Ten muy presentes estas palabras que también pueden ser oración para ti: ¡Acércate más, Señor! Dios se ofrece, pero no se impone. Somos nosotros los que tenemos que buscarle y pedirle constantemente que venga a nuestra vida. Por eso en el Adviento le decimos: “¡Ven!”, porque le necesitamos cerca, queremos sentir su aliento, su presencia. Constantemente nos lo recuerda este tiempo, Jesús vino y volverá una segunda vez, al final de los tiempos. Pero no queremos quedarnos en esto, porque hoy es cuando el Señor Jesús se está haciendo presente, está aquí; invítalo y haz tuya la invocación: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22, 20). Porque queremos que Jesús esté presente en cada momento de nuestra vida. Al despertarnos, en el trabajo, en medio de nuestra familia, en nuestra oración. Así, invocándole para que esté presente y cercano, podremos ejercitar nuestra vigilancia y mantenernos despiertos.
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (Mt 2, 2).
Ha sido una noche mágica de ilusión y llena de regalos, llena de momentos entrañables que los más pequeños y los que no lo son tanto, viven con nerviosismo y alegría esperando verse sorprendidos por sus Majestades de Oriente. Ellos vieron un signo en el cielo; una estrella que no brillaba igual que las demás, que tenía algo distinto y que les hizo cuestionarse qué es lo que significa, qué quería decirles y qué sentido tenía que ellos la viesen y los demás no. Así es la presencia de Dios en nuestra vida, en nuestro día a día. Él brilla de manera especial para que nosotros podamos verlo a través de los signos que manifiestan su voluntad, su proyecto de salvación que tiene para todos nosotros, con el deseo de llenar nuestras vidas de sentido, ilusión y felicidad y así ser capaces de ponernos en camino para ir al encuentro del Señor que está presente en medio de la vida, de lo que nos acontece, y, especialmente, en los hermanos que nos rodean, a quienes tenemos que amar y con los que tenemos que vivir y hacer también camino.
Cada uno conservamos maravillosos recuerdos de nuestra vida. Recuerdos entrañables y duros, que nos muestran las alegrías y dificultades de nuestro caminar. Cada acontecimiento de nuestra vida deja huella en nuestro interior, nos ayuda a crecer y madurar como personas y nos permiten estrechar lazos con las personas con las que convivimos, y por desgracia, también nos podemos alejar de los otros por los desencuentros que hayamos podido tener. Nadie que influye en nosotros pasa desapercibido en nuestra vida. Nos deseamos lo mejor y siempre buscamos lo que más nos ayuda y favorece para llegar cuanto antes a la felicidad que llena nuestra vida. Todos necesitamos de estos momentos para desarrollarnos como personas.
Ante los fracasos que nos podemos encontrar en nuestra vida, hemos de buscar oportunidades para superar las crisis en las que nos sumergimos. Podemos llegar a sentirnos paralizados y atemorizados por ellas, sin saber qué camino tomar o cómo afrontar nuestra propia vida. Si algo necesitamos en nuestra vida es una buena actitud que nos ilumine para caminar decididos, con determinación, y así superar las crisis y los problemas. ¡Qué importante es buscar soluciones a las dificultades o problemas! ¡Qué importante es decidir bien entre afrontarlos con actitudes positivas o negativas! No podemos rendirnos al menor contratiempo. La vida es una lucha constante. Se nos ha regalado y hemos de aceptarla. No podemos vivir enfrentados con el mundo ni con nosotros mismos. Somos miembros de una familia muy concreta en la que hemos nacido y vivimos en una etapa muy concreta de la historia.