Tener un corazón de carne y no de piedra, sensible, comprensivo, generoso, comprometido, servicial, dispuesto a dar la vida. Tener una fe inquebrantable, que, aunque pase lo que pase siempre está firme y anclada en el Señor. Los retos desde luego son difíciles y para eso están, para superarlos y conseguirlos; para dar pasos en la buena dirección; para no dejarte vencer por la pereza, la apatía y la dejadez y superarte cada vez más. Es necesario estar decidido a esforzarse porque las cosas no vienen por si solas, hay que trabajárselas día a día para obtener la recompensa. En la vida espiritual tenemos muchas herramientas para ayudarnos de ellas y llegar a conseguir nuestros propósitos. ¿Cuáles son tus muletas, en las que te apoyas día a día?
amor de dios
Perseverar en la vida de fe
Son muchos los cambios que hemos experimentado desde que comenzó la pandemia. El camino no ha sido fácil y eso ha dificultado también nuestra capacidad de perseverar en lo cotidiano. Mantenernos firmes en nuestra oración es una dificultad que arrastramos durante nuestra vida cristiana, porque el nivel de exigencia personal es elevado y debemos de estar muy atentos para no dejarnos llevar por el activismo y sacar tiempo para el encuentro con Dios. Siempre lo agradecemos cuando nos superamos y somos capaces de mantenernos constantes en nuestro camino espiritual. Atender constantemente nuestra alma sin desviarnos, manteniéndonos firmes en nuestra fe eso es perseverar. Y todos queremos perseverar en cada ámbito de nuestra vida. Otra cosa distinta es que lo logremos o que se den las circunstancias internas necesarias que nos permitan lograr nuestro propósito.
El don de la paciencia
Es un regalo tener a tu lado personas pacientes, capaces de no perturbarse ante las dificultades ni dejar que los nervios hagan mella en su manera de actuar. La ansiedad no puede con ellos y demuestran una capacidad importante de no dejarse dominar por las circunstancias sin perder la calma ni alterarse. Estas personas, en sus compromisos adquiridos, son trabajadoras como hormiguitas; parecen incombustibles y además muestran una capacidad de entrega importante, sobre todo cuando actúan movidos por el amor a Dios y a los hermanos.
Carta de San José a la Virgen María
Siempre hay regalos que te sorprenden. Aquí os dejo uno escrito para un bello momento de Adoración ante el Santísimo Sacramento por Alfredo Santos Galera. Gracias por compartirlo y hacer realidad lo que siempre digo: “Lo que no se comparte se pierde”.
Espero que os guste y os llegue a vuestros corazones, porque ha salido desde el suyo, que es muy grande.
Belén de Judea a 23 de Diciembre del 6/4 ante de Cristo.
Querida María:
Se acerca el día y no quería dejar pasar más tiempo sin escribirte unas palabras para expresarte cómo me encuentro viviendo estos momentos.
Dios quiere seguir escribiendo en tu vida
Dios quiere seguir escribiendo cada día en tu vida las cosas más bellas que existen en el universo. Déjale que te ayude y no tengas reparo en que llene tu vida de Él. Sinceramente, es lo mejor que te puede ocurrir, por el mero hecho de que te ama y para Él lo eres todo. Déjate querer para que tu vida desborde alegría. Dice el libro del Apocalipsis: «Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti» (Ap 3, 3). El Señor no te quiere lejos, sino cercano; no quiere que pases de largo, sino que te detengas y le abras las puertas de tu corazón y de tu vida para entrar de lleno; no quiere que te encierres en ti mismo, sino que mires a tu alrededor contemplando cómo actúa en la vida de los demás y cómo da sentido a la vida de los que en Él han puesto su confianza.
¡Está pasando! ¡Feliz Navidad!
¡Es Navidad! Nos ha nacido un Niño, se llama Jesús, es el Hijo de Dios y está esperándote en el Portal, para que vayas y le adores. ¡Está pasando justo ahora! No te entretengas ni distraigas; son muchas las luces que están brillando ahora mismo en nuestras ciudades, casas y también corazones. Esas luces las tenemos tan cerca que nos deslumbran, no porque sean fuertes ni nos cieguen, sino porque son las luces de nuestra vida que nos envuelven y nos impiden ver con claridad la Luz de Dios que hoy está presente en la tierra, en el mundo, en nuestras calles, en nuestras casas y en nuestros corazones. Jesús quiere hacerse presente en tu silencio, ¿lo estás haciendo? ¿No lo escuchas?
¡Párate y contempla! ¡Está pasando! Está hablando a través de tu vida y de la de los demás. Te pide que ames sin medida; que contemples el Misterio, a un Niño envuelto en pañales que está en un pesebre, sin nada, pobre, solo con su padre y con su madre. Suficiente para ser feliz, la familia. Es tu familia la que Dios te ha regalado para que cada día te realices, te llenes de Dios y te vacíes con los demás, entregándote hasta el extremo. Mira a cada uno de tu familia y da gracias a Dios por ellos. Es Navidad. El Niño Dios se ha hecho hombre y está en el corazón de tus padres, hijos, hermanos, abuelos, sobrinos, primos, cuñados, yernos, nueras…; es ahí donde tienes que amar y donde has de comenzar a adorarlo. Es el momento de que lo adores, ames, sirvas, abraces, beses, escuches…, porque ha nacido a tu lado, ¡está contigo!, porque es Navidad.
No dejes que pase esta ocasión un año más. Es el momento de acudir a su encuentro, de visitarlo en el Sagrario, de celebrar la fe, de compartir la Eucaristía, de gritarlo a todo el mundo, de felicitar a todos los que están contigo porque Dios ha nacido, porque el Niño está dentro de ti, en cada uno. ¡Es el momento! Aquí y ahora. Que nunca se borre la sonrisa de tu rostro, porque es Navidad, porque Dios ha nacido para crecer en ti, junto a ti. No vayas muy lejos, mira en tu corazón. Dios te está amando y te está abrazando, ¿no lo notas?
Feliz Navidad. El Niño Dios nos ha nacido, para ti, para mi, para todos.
Caminando con dolor – Camino de Santiago (VI)
Amaneció en Portomarín en una etapa con miedos e incertidumbres, pensando si sería capaz o no de aguantar. Un fuerte dolor en los cuádriceps, especialmente en la pierna derecha, me hacía dudar de mi capacidad de resistir toda la etapa. Al principio pensaba que con calentar la comenzar a andar, se me quitaría el dolor; de hecho nada más salir de Portomarín y subir la primera cuesta (larga, por cierto), las sensaciones eran buenas y eso me ha tranquilizado. Al llegar al camino llano y las primeras bajadas el dolor se ha ido haciendo más agudo, y el miedo al abandono se ha hecho más grande. He bajado el ritmo, pensando en no forzar demasiado y en llegar cuanto antes a Palas de Reí. Así he caminado los veinticinco kilómetros.
Un encuentro con Jesús
Seguro que conoces a personas maravillosas que todavía no han tenido una experiencia profunda del encuentro con Dios, y que estás deseando que lo tengan para que puedan experimentar el gozo de sentirse cerca de Él. El Señor toca el corazón y lo hace de una manera distinta a como nosotros pensamos. Todas las experiencias de fe son bellas, y llegan hondo; qué importante es encontrar el tiempo y el momento para que el compromiso sea eficaz. Los compromisos no perduran en el tiempo solo con buenas intenciones; los compromisos necesitan de entrega, identidad y sobre todo acción, para que puedan desarrollarse y lleguen así a los corazones de los interesados. El encuentro con Dios siempre te va a llevar al anuncio y a la puesta en práctica; sé instrumento para que la Palabra pueda encarnarse en tu entorno, dando lo mejor de sí y ayudando a construir el Reino de Dios.
Sin resentimientos
Seguro que a lo largo de tu vida has sufrido desencuentros con personas y te has llevado desengaños importantes, que te han hecho sufrir y han ido forjando una coraza en tu interior. Es importante quitarse la coraza para amar de verdad y de corazón a los que te rodean, aunque por propio instinto de supervivencia y para no sufrir, nos ponemos la coraza para evitar recibir más daño. La capacidad de perdonar y de olvidar nos ayuda a eliminar todo tipo de resentimiento que puedas tener en tu interior, para que así tu vida de fe y tu relación con el Señor no se vea resentida. Nos dice el apóstol san Juan: «Si alguno dice: “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve»(1 Jn 4, 20). Hemos de tener una correspondencia entre lo que creemos, decimos y vivimos. Este triángulo debe de tener una simbiosis perfecta para que nuestra vida sea coherente y vivamos verdaderamente en paz con Dios, sin ningún tipo de resentimiento en nuestro interior.
Me he fijado en ti
No te equivoques, Dios no está llamando a los que tienes a tu lado, te está llamando a ti y te lo está diciendo una y otro vez: “Me he fijado en ti”. Para Dios tú eres el elegido, no mires para otro lado ni tampoco agaches la mirada como si no fuera contigo. Él quiere que seas tú quien haga realidad, en tu vida y en tu entorno, su Palabra. Esa Palabra que da la vida y que te hace sentir lleno de felicidad. Si Dios se ha fijado en ti es porque sabe de tu valía, de los dones y cualidades que tienes y sobre todo de lo que eres capaz de llegar a hacer en su nombre. Dios te conoce muy bien y sabe ciertamente de tus posibilidades, por eso ponte a su disposición para que estés en sintonía con Él y tengas siempre claro qué es lo que tienes que hacer.