Los discípulos se nutrían constantemente de la Palabra de Jesús. Había veces que la entendían con claridad y otras que necesitaban que el Señor Jesús se la explicase a parte. Necesitaron un proceso de formación y acompañamiento por parte del Maestro que tuvo su culmen en Pentecostés. La sabiduría que adquirieron no llegó por ciencia infusa, sino porque realizaron un camino y fueron testigos de todo lo que el Señor realizó y enseñó. Así es como tiene que ser nuestra vida de fe; un camino al lado de Jesús, dejándolo todo para seguirle. Este es el primer paso que hay que dar: estar disponible, hacer que el corazón y el espíritu no tenga ninguna predisposición, sino dejarse llevar por Jesús y estar decidido a seguirle con fe. Hay veces que la confianza disminuye ante las situaciones de la vida que se presentan; el no saber qué hacer; no tener ciertas seguridades; tener que aceptar las debilidades de los hermanos para poder caminar juntos a veces resulta muy complicado. El Señor Jesús te invita a perseverar, a no desfallecer. Escucha con atención lo que cada día te dice a través de su Palabra y aliméntate de ella. En cuanto la Palabra de Dios deja de ser alimento para el alma comenzamos a flaquear; los defectos de los hermanos se hacen más grandes a nuestra mirada y nos empezamos a separar de ellos; las tentaciones se hacen más frecuentes y caemos en ellas, movidos por ese deseo de supervivencia y comodidad que nos lleva a no complicarnos la vida por los otros y empezando a ser espectadores de lo que ocurre a nuestro alrededor, sin tomar partido en ello.
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Reencuentros
Cómo agradecemos los reencuentros después de mucho tiempo sin vernos y sin compartir la vida. Hay veces que la vida nos separa y otras nos separamos nosotros. Hay muchas diferencias entre ambas separaciones, pues unas son forzadas por las circunstancias de la vida y otras, muchas veces, provocadas por nosotros, por nuestras palabras y acciones. Con el paso de los años voy descubriendo que la vida nos va uniendo y separando de personas. Con unas caminamos menos, con otras más. Y es que en nuestra vida nos cruzamos con unos y otros y vamos uniendo nuestros corazones en el amor y en la amistad, creando los lazos suficientes para propiciar y provocar los distintos reencuentros que nos alegran tanto y nos hacen sentir tan bien.