Dice el Diccionario de la lengua española que la ascesis son reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud. En el aspecto espiritual es importante porque quiere ayudarnos en nuestro camino de perfección, al que Jesús nos llama (cf. Mt 5, 48), para que cada día de nuestra vida podamos amar más a Dios. Es un primer paso que nos ayuda en esa escalada hacia Dios, para que en medio de nuestro día a día, tan ajetreado a veces, podamos ejercitar las virtudes y prácticas piadosas que nos permitan tener una vida más ordenada y disciplinada.
ascesis
Cuidar el corazón
Nueva etapa y nuevo reto por delante. Solo depende de ti el querer conseguirlo o no. Acabamos de empezar la Cuaresma y es un buen momento para plantearnos retos espirituales y personales que queremos conseguir durante estos cuarenta días de preparación a la Pascua del Señor. Si quieres vivir con alegría la Resurrección de Jesucristo tu alma tiene que seguir progresando en el camino de la fe y dar los pasos necesarios de conversión en tu vida. Seguro que tienes claro que siempre quieres elegir el bien antes que el mal. Sabes cuáles son las actitudes que te van a enriquecer más y te van a ayudar a estar más cerca del Señor. Es muy importante que Dios esté en el centro de tu corazón, porque así escucharás con claridad su voz y entenderás perfectamente lo que te pide en cada momento. «Si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar ante otros dioses y les sirves, yo os declaro que hoy moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar» (Dt 30, 17-18).
Las grandezas de la oración
La oración es el camino a la santidad, es la puerta que nos lleva al encuentro con Dios. No podemos prescindir en nuestra vida de fe de la oración y pensar que somos espirituales sin cuidarla, mimarla y enriquecerla cada día. Cuando dejamos de rezar somos engañados, nos vienen las dificultades y torcemos nuestro camino. Hemos de estar preparados para orar cada día, porque si no es imposible alcanzar la santidad. Este es nuestro propio futuro, el de nuestra comunidad y el de la propia Iglesia. Cada uno hemos de esforzarnos por mantenernos fieles en este camino, porque sabemos de nuestras debilidades y lo que nos cuesta perseverar sin desfallecer. Hay veces que tenemos que hacer sobreesfuerzos para rezar y esto es un síntoma claro de que hay algo que no estamos haciendo bien.
Llena tu alma del amor de Dios
Ante las dificultades con las que podamos encontrarnos a lo largo de nuestra vida y por muy complicadas que sean las circunstancias que vivamos, tenemos que comportarnos como servidores de Dios, que siempre está con nosotros y nos trata como verdaderos hijos suyos. Él no nos abandona, siempre está a nuestro lado, pendiente de nuestras necesidades y esperando para darnos a cada uno lo que más necesitamos. Es cuestión de fe, el poder llegar a esta experiencia vital, que nos permite afrontar cada adversidad con una esperanza única que nos sana. Dios siempre nos da trato de hijos, nunca se olvida de nosotros, nos mira con cariño y siempre nos está cuidando desde el cielo. Que esta certeza de fe sea siempre para ti un consuelo, pero sobre todo la seguridad que te hace sentirte en las buenas manos del Padre; en sus manos no has de temer porque te sentirás protegido y comprobarás como Él te da la paz, la serenidad y la confianza más absoluta en los momentos difíciles y cuando parece que todo está perdido.
Entregarse a Dios
«Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad» (2 Tim 2, 14).
Superar las tentaciones
Son muchas las tentaciones que tenemos, en manera de pensamientos, las que nos asaltan en el día a día. Se nos pasan cosas increíbles por la cabeza, que distan mucho de lo que somos. Sufrir una tentación y rechazarla no es pecado. Consentir y realizarla sí. Ten la fe y la fortaleza necesarias para que puedas mantenerte firme y ser fiel al Señor. Jesús se enfrentó al diablo que le ofreció de comer ante el hambre, poder y gloria si le adoraba y demostrar si era el Hijo de Dios lanzándose al vacío para que Dios mandase ángeles a recogerle (cf Lc 4, 1-3). Reconocer a Dios en nuestra vida y sobre todo su poder, a veces nos cuesta trabajo, porque nos resistimos a que Él nos guíe y nos muestre su voluntad. Es mucho mejor hacer lo que creemos y deseamos antes que someternos a la voluntad de Dios, que muchas veces dista de nuestra realidad y apetencias bastante. Es en la mente, en nuestro pensamiento donde comienzan a asaltarnos y donde más atentos tenemos que estar para no dejar que entren, y si lo hacen, saber rechazarlas.
Supera tus miedos y temores con fe
Sabemos por experiencia que el miedo nos paraliza, nos deja sin poder reaccionar ni tomar decisiones. Hay veces que nos hace sufrir demasiado, porque nos genera una gran angustia vital, que hace que nuestra parálisis sea un gigante difícil de sortear. Llegar a descubrir el origen de ese miedo supone, en gran medida, tener que volver a recuerdos y experiencias pasadas, algunas demasiado duras que han dejado honda huella en nuestro interior. Son muchas las circunstancias, contextos, actitudes colaterales… que vivimos a lo largo de nuestra vida y que o bien nos hacen crecer, o bien nos hacen retroceder en nuestra experiencia vital y en nuestras seguridades personales. ¡Qué importante es saber madurar! Afrontar los retos con responsabilidad y crecerse ante las dificultades son dos actitudes importantísimas que nos permitirán avanzar con firmeza en nuestra vida. No nos podemos achantar ni acobardar ante los retos y situaciones que se nos presentan. Hay veces que resulta difícil, que nos vemos superados, paralizados, pero no debemos prolongar en el tiempo estas situaciones.
Siempre buenas costumbres y hábitos
Solemos tener malas costumbres y malos hábitos en nuestra vida. Algunos nos cuestan bastante trabajo de erradicar, quizás por actitudes que tenemos que no están del todo bien, quizás porque no creemos lo suficientemente en nuestras propias posibilidades de mejorar. Hay veces que nos abandonamos y nos cuesta la misma vida salir de la inercia o de los círculos viciosos en los que nos sumergimos y casi sin darnos cuenta vamos debilitando nuestra fuerza de voluntad y la esperanza de cambiar dando manga ancha a lo cómodo, placentero e inmediato.
Estamos en Adviento
Estamos en plena campaña de Navidad, los comercios ya se han encargado de meternos en esta dinámica de celebración, consumo, luces, villancicos… dejando a un lado todo lo que significa Adviento y preparación interior y espiritual, para celebrar el primero de los dos grandes misterios de nuestra fe: la Encarnación del Señor, su nacimiento. El segundo es la Resurrección, centro de nuestra vida cristiana. Es tiempo de Adviento y tiempo de austeridad, de encontrarnos con Dios para convertir nuestra vida y volver nuestra mirada a Dios, que quiere que lleguemos en plenitud de facultades espirituales a la noche santa de la Navidad del Señor. No podemos recibir a Jesús de cualquier manera, nuestro espíritu y corazón han de estar preparados, limpios y con su trabajo espiritual hecho para que podamos alegrarnos en medio de la noche y reconocer al Dios con nosotros.