Siempre que nos dan una mala noticia ante una enfermedad, un accidente o cualquier cosa que ocurre gravemente nos ponemos en el peor de los casos y de las situaciones que pueden llegar a ocurrir. Sabemos de nuestra condición mortal y de la debilidad y fragilidad del cuerpo humano, tan frágil y vulnerable. Nuestra mente es capaz de llegar a pensar a velocidad terminal, en pocos segundos, tantas situaciones que se nos puedan venir ante las posibles consecuencias de la mala noticia que nos acaban de dar. Mantener la calma, la paz, la serenidad y la tranquilidad en una situación así es muy complicado, porque necesitamos asimilar, aceptar y hacernos a la idea. Es un proceso mental que se da en cada persona y por el que todos, queramos o no, hemos de pasar. Sabemos que hay ciertos acontecimientos que no se digieren con facilidad y por desgracia no tenemos ni patrones ni recetas que nos den rápidas soluciones y respuestas a las nuevas vivencias que se nos plantean.