Sabemos por experiencia que el miedo nos paraliza, nos deja sin poder reaccionar ni tomar decisiones. Hay veces que nos hace sufrir demasiado, porque nos genera una gran angustia vital, que hace que nuestra parálisis sea un gigante difícil de sortear. Llegar a descubrir el origen de ese miedo supone, en gran medida, tener que volver a recuerdos y experiencias pasadas, algunas demasiado duras que han dejado honda huella en nuestro interior. Son muchas las circunstancias, contextos, actitudes colaterales… que vivimos a lo largo de nuestra vida y que o bien nos hacen crecer, o bien nos hacen retroceder en nuestra experiencia vital y en nuestras seguridades personales. ¡Qué importante es saber madurar! Afrontar los retos con responsabilidad y crecerse ante las dificultades son dos actitudes importantísimas que nos permitirán avanzar con firmeza en nuestra vida. No nos podemos achantar ni acobardar ante los retos y situaciones que se nos presentan. Hay veces que resulta difícil, que nos vemos superados, paralizados, pero no debemos prolongar en el tiempo estas situaciones.
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Las armas de la fe
Bien sabemos que en la vida las cosas no son fáciles. Para conseguir lo que deseamos debemos luchar y ser constantes sino conseguimos lo que nos proponemos rápidamente. Hay veces que cuando pretendemos algo no usamos las mejores armas que están a nuestro alcance. Es importante que nos dejemos llevar por nuestra fe que pone a nuestro disposición una serie de armas espirituales que nos pueden ayudar a ser más coherentes y a que en nuestra vida interior pueda profundizar más en Dios.