Lo que ocurre a tu alrededor debe importarte. Sería equivocado pensar que no va contigo porque no es responsabilidad tuya o porque no tienes nada ver con lo que está ocurriendo. Jesús nos enseña y nos pide que nos impliquemos, que tomemos partido ante lo que acontece en nuestro entorno, que no nos dejemos llevar por la indiferencia o por la comodidad que no compromete nuestra vida. Echar balones fuera siempre es lo más cómodo y lo que nos permite vivir más tranquilos, pensando en lo nuestro y olvidándonos de los demás: porque ya son suficientes nuestras preocupaciones y agobios como para tener que preocuparnos por las de los demás; porque no tenemos tiempo para nada, siempre nos falta para hacer nuestras cosas; porque como a mí no me afecta que cada uno busque sus propias soluciones.
compromiso
Experiméntalo sin excusas
La fe mueve montañas y la ilusión hace que todo lo vivamos con alegría y esperanza, dejando de lado todo lo que es destrucción y falta de compromiso. A veces escucho a personas justificarse, disculparse y echar balones fuera ante la falta de compromiso, adornando con medias verdades los análisis de la realidad que tratan de enmascarar lo que no comparten y no creen. El Señor Jesús llamó a los discípulos y les dijo que serían pescadores de hombres. Ellos se lo creyeron y dejaron las redes con todas sus consecuencias, y aunque su camino no fue fácil y estuvo lleno de algún que otro momento de tensión, de miedo y duda, siguieron al Maestro y se dejaban tocar cada día su corazón por Él. Por eso no claudicaron y entregaron su vida al Reino de Dios, porque el Amor por Cristo era tan grande que la duda no se hizo fuerte y su vida personal dejó de estar en un primer plano.
Entrenar con Dios
Solemos ser más exigentes con los demás antes que con nosotros mismos porque nos resulta más fácil ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el nuestro. Hay veces que los defectos de los demás resaltan más que los nuestros propios, y todo lo que nuestros esquemas y mentalidad nos condiciona sobre nuestras actitudes, hace que seamos injustos con los hermanos porque se nos olvide mirar en nuestro interior para descubrir que también nosotros somos humanos y nos equivocamos porque no somos perfectos. En este aspecto, la humildad nos ayuda a mirar en nuestro interior, a ser más prudentes y no dejarnos llevar por los impulsos, teniendo así más tacto con el prójimo.
Actuar por amor
Actuar por amor. Es uno de los principales retos que tenemos cada día. Son muchas las situaciones en las que nos encontramos tentados de cumplir, no comprometernos, pasar de largo, abandonarnos… y que apagan ese ardor de nuestra alma por ser fiel al mandamiento del amor que nos dio Jesús. Actuar por amor es exigente, mucho más cuando tenemos algún desencuentro con las personas que nos rodean y no somos capaces de perdonar ni de practicar la misericordia en su plenitud. Los corazones comienzan a distanciarse y, por tanto, la actitud de servicio y de amor no sale con la misma frescura que cuando estamos totalmente unidos al hermano. La falta de diálogo hace que muchas veces nos dejemos influenciar por actitudes y medias palabras que a veces mal interpretamos y que hacen que nos lleguemos a imaginar lo que no es o a pensar más de la cuenta, dejando que pase el tiempo y cerrándonos al diálogo fluido que anteriormente hemos podido tener con el otro.
Huellas en el corazón
Huellas en el corazón son las que dejan las personas que pasan por nuestra vida. Huellas profundas, imborrables, llenas de multitud de vivencias y experiencias compartidas desde lo más profundo de nuestro ser. Así es el corazón del ser humano: débil y fuerte a la vez. Débil porque sufre la pérdida de los que ama, los fracasos de la vida, las rupturas de amor y de amistad, las amarguras de los sueños no cumplidos; y fuerte porque es capaz de sobreponerse y de seguir afrontando el mañana, cueste lo que cueste, a pesar de todo.
Hay huellas que son más especiales que otras, más profundas, más entrañables. Esas huellas son las que tenemos bien marcadas en nuestros recuerdos por lo que han significado. Sabemos lo necesarias que son, por lo que expresan, porque hasta incluso los recuerdos los hemos convertido en sacramentos de la vida. Son vivencias tan especiales, que al traerlas al presente en nuestra mente o al hablar de ellas se vuelven igual de intensas y emocionantes por lo que han significado.
No vivas a medias tintas
Hace más de veinte años visitaba un convento en Arenas de San Pedro (Ávila) en una convivencia con el Seminario en el que me encontraba. Durante esos días tuvimos la oportunidad de visitar y compartir un encuentro muy gozoso con las religiosas de clausura del Convento de las Carmelitas Descalzas. Nos encontramos con ellas una tarde y en el locutorio, después de un rato de charla distendida, una de ellas (no recuerdo cuál) nos dijo una frase que a mí se me quedó grabada a fuego en mi mente: “Si llegáis a ser sacerdotes, sedlo de verdad, no seáis sacerdotes a medias tintas”. Contando con las fragilidades y las miserias de la vida humana, y lo pecadores que somos, ni mucho menos me quiero poner ni como ejemplo, ni como modelo, pero esta frase siempre la tengo muy presente en mi vida y en todo lo que hago, siendo muy consciente de que el primer pecador soy yo y que aún me queda mucho por aprender y por hacer dentro de la Iglesia, pero he de confesar que aún esta frase sigue haciendo mella en mi vida y me toca cada el corazón cada vez que he de presidir una celebración religiosa.
Dios no improvisa
Seguro que te has encontrado en más de una ocasión desconcertado en más de una ocasión, con todos tus planes hechos, todo preparado y bien pensado y de repente te has visto sorprendido por el momento y has tenido que empezar a improvisar lo mejor que has podido. Por un momento parecía que se venía a tu interior toda la angustia existente en el mundo, viendo el “marrón” que se te venía encima y a ver de qué manera podrías salvar los muebles y salir lo más airoso posible. Hay veces que el resultado ha sido espectacular, y en cambio, otras no tanto. ¿Suerte? Puede que sí o puede que no, sólo Dios lo sabe. Lo que si está claro es que Dios no improvisa en nuestra vida. Quizás nosotros no nos podemos trabajar nuestra vida espiritual, nuestras responsabilidades, las metas que queremos conseguir… y más bien preferimos vivir el momento presente que muchas veces es más cómodo y seductor que lo que Jesús nos pide que pongamos en práctica en el evangelio cada día.
Entender a Dios
Hay veces que no entendemos por qué Dios nos manda las cosas y qué es lo que nos está pidiendo y diciendo. Nos cuesta trabajo atender a lo que Dios nos dice, porque los planes de Dios muchas veces no se corresponden con los nuestros, o no se adaptan a nuestras necesidades. A veces da la sensación que Dios se tiene que acomodar a nuestros propios planes, para que así seamos felices, como a nosotros nos conviene y queremos. Si algo tengo claro es que Dios bien sabe lo que se hace y nunca actúa en perjuicio de ninguno, más bien todo lo contrario, siempre quiere lo mejor para cada uno de sus hijos, y esos hijos somos cada uno. Deja que el Señor entre en tu corazón y no te dejes llevar por la impaciencia, el enfado, la desesperanza, el desencanto…, porque Dios todo lo que hace es bueno. Que estas contrariedades de tu vida, sirvan para que te acerques más al Señor, para que reces más, te confieses más, comulgues más a menudo.
Perseverando contra corriente
Vivimos en un momento de la historia donde sentimos la crisis profunda de valores en la está sumergida nuestro mundo. Somos conscientes de que hemos de cambiar la sociedad en la que vivimos porque vemos que hace aguas por multitud de puntos, que van minando poco a poco nuestro deseo de lucha y de compromiso para transformarla. Tenemos una idea general de sociedad y de mundo que por lo grande que es y todo lo que abarca, comparado con nuestra pequeñez e insignificancia, somos conscientes de que podemos hacer más bien poco. Todos somos parte activa del cambio, y siempre hemos escuchado decir que “un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero”. Que esto te ayude para tomar conciencia de lo importante que es ese granito de arena que tienes en tus manos y que puede ayudar a colaborar y transformar el mundo en el que vives, sabiendo que Dios también confía en ti y en tus capacidades para que tomes la iniciativa y sigas con ese proyecto de hacer realidad el Reino de Dios allá donde te encuentres.
Comprometidos para el Señor
Solemos escuchar muchas veces a personas decir que no hay que complicarse la vida por lo demás, porque muchas veces se aprovechan de uno y luego ni siquiera muestran el más mínimo agradecimiento cuando uno hace algo por ello. Bien es cierto que siempre necesitamos de personas que tomen la iniciativa ante determinadas acciones que queremos emprender, pues son los primeros que se comprometen y comienzan a tirar del carro iniciando la nueva aventura y dando su tiempo y su esfuerzo para que salga bien el proyecto. Algunas veces solemos pecar de exceso de prudencia y nos volvemos demasiado precavidos para no arriesgar, esperando que el tiempo y el inicio de la nueva experiencia nos digan si va salir bien o no.