¡Qué bonito es que te propongan realizar algo que te hace mucha ilusión o que pongas un proyecto en práctica que tienes mucho deseo de realizar! Cierto es que la ilusión es capaz de motivarnos hasta niveles impensables y con ella podemos alcanzar lo que nos propongamos si somos capaces de luchar por lo que creemos. Nos llenamos de fuerza y entusiasmo y nuestra persona cambia por completo, también nuestro rostro lo transmite sobre todo cuando hablamos de ello con los demás. Necesitamos tener ilusiones en nuestra vida que nos ayuden a seguir creciendo y construyendo el Reino de Dios; que nos permita vivir nuestra fe y dar razón de ella ante los hermanos compartiendo con ilusión nuestra experiencia del encuentro con Cristo, que es la esencia de nuestro ser cristiano.
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Confesión sincera
Muchas son las veces que hemos escuchado que “el hombre propone y Dios dispone”, porque nos hemos hecho nuestros propios planes y a la hora de desarrollarlos nos han salido otros totalmente distintos. Lo mismo nos ocurre a la hora de hablar con una persona, nos hacemos una composición de nuestra conversación y luego nos sale por otros derroteros totalmente distintos, dejándonos incluso cosas importantes que habíamos pensado expresar.
En la vida de fe nos ocurre lo mismo a las personas, especialmente en el sacramento de confesión, porque hay veces que nos hacemos nuestro propio esquema mental de cómo lo vamos a hacer y decir, y justo en el momento de estar confesando el Señor nos descoloca y dejamos que salga todo lo que tenemos en nuestro interior y que realmente nos hace sufrir y nos duele.
Confía en ti, confía en el Señor
Seguro que conoces a personas, incluso a ti mismo te ha podido ocurrir, que nadie apostaba por ellos, y a base de perseverar y confiar en sí mismos han sido capaces de triunfar y lograr sus propios objetivos. Todos necesitamos que confíen en nosotros porque nos autoafirman y refuerzan todo lo positivo que tenemos en nuestro interior. Desde pequeños nos han ido formando y fortaleciendo en nuestras cualidades, que nos han permitido madurar y llegar a este punto de nuestra vida en el que cada uno nos encontramos.
Ser tú en las dificultades
Nunca renuncies a ser tu mismo a pesar de las dificultades con las que te encuentres en el camino. Lo más fácil es sucumbir a la tentación de actuar siendo justo lo contrario de lo que tú eres, motivado por la impotencia o la ira que pueden surgirte cuando piensas en lo que te ha ocurrido y en los perjuicios que te provocan. Actuar movidos por este sentimiento de rechazo y de ira es una reacción humana normal. Las dudas constantemente te invaden, tu mente piensa a velocidad terminal imaginándote las situaciones más tremendas (ya lo decía santa Teresa de Jesús: “La cabeza es la loca de la casa”), quieres actuar de la forma más rápida posible para encontrar soluciones cuanto antes, hablas con personas y escuchas multitud de opiniones.
Conforme va pasando el tiempo: las horas, los días… empiezas a ver la situación de una manera distinta. Siempre se ha dicho que no es bueno tomar decisiones en caliente, y necesitas sobre todo escuchar las palabras oportunas que en un momento así te den paz, tranquilidad, buenos consejos y sobre todo te escuchen y se pongan en tu piel para saber cómo te sientes. Son importantes estas personas en nuestras vidas que nos ayudan a afrontar las situaciones y a mirar nuestra historia personal con una mirada distinta a la que el mundo nos ofrece, vivida sólo desde el sentimiento y la reacción humana. Procura aprender y madurar con lo que te toca vivir, y, sobre todo, construye unos buenos cimientos a tu fe para poder afrontar estas situaciones difíciles, que es precisamente donde tienes la oportunidad de sacar lo mejor de ti y de dejarte ayudar por quienes te quieren desde el amor de Dios y buscan siempre lo mejor para ti, aunque haya momentos en los que las palabras de fe no te digan nada o pienses que no son precisas en ese momento.
Las prisas de la vida
Uno de los defectos que tenemos los seres humanos es que dejamos pasar la vida y el tiempo muy fácilmente. Incluso nos permitimos el lujo de estar aburridos y no saber qué hacer, dejando que se consuman las horas hasta que llegue el momento de realizar el siguiente acontecimiento que teníamos programado. Además, muchas veces convertimos nuestra vida en una monotonía que no nos permite ser conscientes de lo que verdaderamente es fundamental en nuestra vida, pues hacemos las cosas mecánicamente sin llegar a saber realmente qué somos y cuál es el sentido de la vida. Hay veces que vivimos a tal velocidad que juzgamos a los demás por la primera impresión que nos dan, o la imagen que vemos de ellos, y no nos damos cuenta de que pueden estar pasándolo mal por algún motivo o que necesitan de nosotros para salir adelante.
Los caramelos del Señor
Constantemente experimentamos las dificultades del camino que se producen por multitud de circunstancias y de motivos. Muchos de ellos son ajenos a nosotros y otros, en cambio, sí que dependen de cada uno, ya que todo lo que realizamos tiene sus consecuencias. Siempre queremos y deseamos que las cosas nos salgan lo mejor posible porque ponemos todo lo que tenemos, e incluso, utilizamos todos los recursos que están a nuestro alcance, para lograr los objetivos propuestos. La vida siempre se encarga de ponerlo todo en su sitio; a veces nos encontramos con que nos salen a la primera, en otras ocasiones nos salen regular y en otras fatal. Nuestros ánimos e ilusiones, dependiendo del resultado, se verán afectados positiva o negativamente. Así se fraguan nuestros éxitos y nuestros fracasos. Hay veces que los ánimos de los que nos rodean nos consuelan y otras no. Dependiendo de la capacidad de encajar los varapalos de la vida, nos levantaremos con mayor o menor rapidez.
Mirar adelante
A menudo los cambios nos dan miedo y nos producen incertidumbre e inseguridad, pues lo nuevo, lo que está por venir, se nos escapa a nuestro control y parece como si estuviésemos a merced del futuro que no controlamos y que no sabemos lo que nos deparará. Hay veces que deseamos cambiar pero el cambio nos produce cierto temor ante la novedad que viene. A nuestro lado hay personas que actúan con seguridad y tienen claro qué es lo que quieren para su vida. No se quedan parados ante los cambios, sino que afrontan lo que está por venir con mucha confianza, y en ocasiones se convierten en punto de referencia y ejemplo de cómo hay que actuar y seguir avanzando en la vida. Comprenden con rapidez los cambios de ciclos y están preparados para asumir los nuevos retos y riesgos que comportan las decisiones.
Con Dios todo es posible
«Nadie que crea en Dios quedará confundido» (Rom 10, 11). Estamos llamados a confiar en el Señor que nunca nos va a fallar. Esta es la razón de nuestra fe que nos tiene que llevar a la experiencia del encuentro profundo con el Señor de la vida. Sabemos de sobra que Dios es Todopoderoso, pero hay veces que no nos lo creemos, pues no confiamos lo suficiente en lo que somos capaces de hacer con su ayuda. Hay veces que nos dejamos llevar por la ley del mínimo esfuerzo, por las comodidades que muchas veces son más apetecibles que los compromisos y la entrega, pero lo que no podemos negar es que lo segundo nos hace crecer y madurar y nos hace ser más auténtico.
Dios es mi seguridad
Todos conocemos personas que simplemente con su presencia dan seguridad y tranquilidad. Algo que necesitamos cuando estamos llevando a cabo alguna empresa, ya sea grande o pequeña. Estas personas hacen que todo a su alrededor esté más tranquilo y sereno, pues dan un grado de confianza y seguridad que está al alcance de muy pocos. Son necesarias en todos los ámbitos de la vida, pues sabes que cuando están, trabajas y actúas con la seguridad de saber que ante cualquier dificultad que se te pueda presentar tendrás la ayuda, el consejo, la solución que necesitas y esas palabras de ánimo que te hacen levantarte de nuevo y seguir caminando. Quizás sea porque te descargan de responsabilidad, quizás porque tengan autoridad moral sobre ti y sabes que ante la dificultad no van a dudar en ayudarte en lo que necesites, quizás porque con la experiencia de vida que tienen te darán buenos consejos… el caso es que teniéndolos a tu lado todo es mucho mejor.
Saber estar
Hay personas que por su forma de ser sobresalen sobre las demás. Algunas destacan por sus cualidades y otras porque llaman la atención de manera desproporcionada. Con esas da gusto estar y con estas aguantamos hasta donde podemos y si nos cansamos de ellas nos retiramos lo más discreta y rápidamente posible. Por norma, las personas que saben estar tienen las ideas claras y saben sobradamente qué es lo que quieren en la vida, sabiendo mantenerse fieles a lo que han aprendido y en lo que creen. Son personas que desde su autenticidad tienen firmeza y determinación en lo que ponen en práctica pues desde la clarividencia transmiten esa seguridad y el rumbo, no solo en su vida sino también en la de quienes les rodean. Ten por seguro que la responsabilidad a ellos confiada saldrá bien, hacia delante, pues son buenos líderes que dan lo mejor de sí y sacan lo mejor de si también para los demás.