El futuro es impredecible, nos gustaría controlarlo y saber qué es lo que nos va a ocurrir, para así poder cambiar lo que no nos gusta o elegir mejor si sabemos que lo que estamos haciendo no va a ser como esperábamos. El tiempo es algo que valoramos tanto y que a veces perdemos con demasiada facilidad. Si para algo nos debe servir el tiempo es para disfrutar de todo aquello que hacemos, saboreando cada instante del presente ya que hemos de estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora (cf Mt 25, 13). Así de dura es la vida, hoy estamos y mañana no. La vida nos puede cambiar en décimas de segundo. Pasamos mucho tiempo programando, pensando qué vamos a hacer, la dirección que vamos a tomar…, y sabemos que en un instante todo puede cambiar de la noche a la mañana.
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Dar el paso
Dar un paso adelante es signo de compromiso, de determinación, de tener las ideas claras y saber lo que se pretende en la vida. Hay veces que cuesta, porque supone quedarse solo; tener que romper con una serie de comodidades de las que suele costar trabajo salir, porque nos hemos creado una forma de vida en la que nos sentimos más que acoplados, seguros y controladores de lo que tenemos entre manos. Hay veces que nos justificamos para no dar ese paso adelante diciendo que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y nos resignamos a seguir haciendo las cosas como siempre con tal de no arriesgar, aunque lo que pudiese venir sea mejor de lo que tenemos.
No tengas miedo
Bien sabemos que el miedo paraliza y bloquea. Quien se ve superado por el miedo está totalmente vulnerable y a merced de este; puede hacer con nosotros, en esos momentos, lo que desee. Nos encontramos a su merced, totalmente vencidos. Tener la capacidad de escuchar a los demás en un momento de pánico, es una virtud que puede ayudarnos más de lo que imaginamos, pues tendríamos lucidez para discernir qué es lo más conveniente en un momento así. Muchos son los momentos donde los demás nos gritan, pero el pánico hace que estemos totalmente sordos y no escuchemos nada más que el latir de nuestro corazón atemorizado porque no siente nada, solo la inseguridad provocada por lo que tanto daño nos hace.
¡Volver a vivir!
Cuando éramos pequeños teníamos una serie de metas y propósitos, por ejemplo, que llegase el fin de semana para irnos a jugar al parque, con los amigos, a ver a los abuelos, irte con los amigos al banco de la avenida para pasar allí la tarde… esas simplicidades que eran tan importantes para nosotros en las que invertíamos todas nuestras energías y donde nos lo pasábamos tan bien que decíamos que éramos muy felices. Con el paso del tiempo los deseos han ido cambiando y vamos viendo que lo que antes para nosotros era tan importante, hoy quizás lo es menos, excepto cuidar a la familia y a los verdaderos amigos.
¿Qué es lo que te hace feliz? Hay veces que te pones a pensar en ello y no te llena nada, te das cuenta que la felicidad parece mucho más complicada de lo que pensabas cuándo eras más pequeño. Esperas unas vacaciones y cuando te das cuenta ya han pasado, y no sólo eso, sino que incluso parece que estás peor que antes de irte. Todo un año esperando y pensando en ellas y en lo feliz que vas a encontrar, que al menor contratiempo parece que la felicidad se evapora. A veces da la sensación que la vida se nos escapa de las manos intentando buscar esa felicidad que no encuentras. Te acuestas, te levantas, un día y otro, pensando y pensando, convirtiendo los días en rutinas y monotonías que hacen que no saboreemos la vida como se merece.
Con Dios todo es posible
«Nadie que crea en Dios quedará confundido» (Rom 10, 11). Estamos llamados a confiar en el Señor que nunca nos va a fallar. Esta es la razón de nuestra fe que nos tiene que llevar a la experiencia del encuentro profundo con el Señor de la vida. Sabemos de sobra que Dios es Todopoderoso, pero hay veces que no nos lo creemos, pues no confiamos lo suficiente en lo que somos capaces de hacer con su ayuda. Hay veces que nos dejamos llevar por la ley del mínimo esfuerzo, por las comodidades que muchas veces son más apetecibles que los compromisos y la entrega, pero lo que no podemos negar es que lo segundo nos hace crecer y madurar y nos hace ser más auténtico.
No subestimes a Dios
Hay muchas veces donde confiar en Dios no es tarea fácil por las dificultades que se nos presentan. Tratamos de buscar soluciones rápidas que hagan que todo vuelva a la normalidad para vivir así sin grandes sobresaltos, pero esas situaciones que se nos escapan de las manos hacen que nos inquietemos y nos pongamos nerviosos y que confiar plenamente en el Señor cueste un poco más. Mientras los enemigos acechan estamos en tensión, preocupados, agobiados, pensando que las cosas no funcionan y por instinto solemos ir a lo que siempre nos ha funcionado y nos da estabilidad. Buscamos nuestros puntos de seguridad que hacen que podamos recuperar momentáneamente esa calma que el imprevisto nos ha provocado.
Confianza ante la impotencia
Cuántas veces hemos querido ayudar y solucionar los problemas de las personas que amamos y nos importan y no podemos hacer nada porque la situación se nos escapa de las manos y no podemos ayudar. Poco a poco comienza a surgir un sentimiento bastante grande de malestar interior que hace que nos revelemos y que tengamos una rabia interna acumulada difícil de sacar. Nos sentimos impotentes porque las situaciones nos superan y no podemos hacer nada, nos vemos atados y por mucho que buscamos soluciones y respuestas a los problemas no las encontramos.
¡No te rindas!
¡Cuántas veces has pensado arrojar la toalla! Son muchos los momentos en los que piensas abandonar porque no ves sentido a lo que estás haciendo. En el caminar de la vida son muchas las dificultades y obstáculos que te encuentras y que sólo se superan con lucha y tesón. El miedo y el abandono es de los que se han cansado de vivir, de luchar, y estoy seguro que tú no eres de esos. Es verdad que hay veces que en el camino no sabes hacia dónde tirar; la mente se embota y no ves nada claro ni lógico. Miras a las personas que te rodean y ves que cada uno va a la suyo, tienen su vida y están centrados en sus problemas y tú no los quieres agobiar ni molestar con los tuyos.
Al pie de la letra
“Al pie de la letra” es una expresión que solemos utilizar para referir cuando contamos algo que nos ha ocurrido. Lo contamos tal cual sin cambiar un ápice ninguno de los detalles de cómo han ocurrido los hechos. Mantenernos fieles a la verdad y a los hechos hay veces que no nos favorece lo que nos gustaría, y es entonces cuando “acomodamos” la verdad a nosotros y nuestro interés particular. Es necesaria mucha honestidad en este momento para ser capaces de asumir las consecuencias que nos puedan traer personalmente si lo contamos “al pie de la letra”.
Sufriendo en silencio
Hay muchas veces en las que vemos a las personas que han sufrido bastante y mantienen la entereza, la normalidad en su vida. Quizás a nosotros también nos ha podido ocurrir en muchas ocasiones. Y ante esto solemos decir: “La procesión va por dentro”. Es la manera de decir que el sufrimiento y el dolor lo tenemos en el interior, aunque no lo exteriorizamos, o al menos eso intentamos. Porque no queremos hacer sufrir más a los que nos quieren, porque necesitamos salir adelante y pasar el bache cuanto antes, porque no queremos que los que nos han hecho daño disfruten de nuestro dolor… y otras razones más que nos hacen actuar así.