Tenemos cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, para celebrar que el Señor Jesús está vivo y resucitado. La Pascua es un tiempo de alegría, en el que se tiene que se nos tiene que notar a los cristianos, que estamos alegres por celebrar la Resurrección de Cristo y porque está vivo a nuestro lado, caminando con nosotros, dándonos fuerza y sentido a todo lo que vivimos y realizamos. La Pascua es un paso, y muchos son los pasos que cada uno debemos de seguir dando para avanzar por el camino de la vida, hacia el encuentro con Dios, superando nuestros desiertos particulares, como el pueblo de Israel; atravesando nuestro mar Rojo, con hermosas experiencias de liberación que nos impulsan a una vida nueva; desprendiéndonos de las ataduras que nos impiden avanzar con paso firme y seguro, y de la incredulidad que hace que dudemos y nos estanquemos en nuestra vida de fe, dejando a Dios de lado y ocupándonos más de las cosas del mundo que de las suyas.
conversión
En Domingo de Ramos
Domingo de Ramos, Domingo para cantar de júbilo porque reconocemos a Cristo como nuestro Rey, como Señor de nuestra vida, de nuestra historia. Hoy gritamos “¡Hosanna!” porque queremos decirle a Jesús que nos salve, que nos libere de tantas ataduras y situaciones de pecado en las que nos vemos inmersos, y de las cuales en ocasiones nos cuesta bastante trabajo salir. Constantemente necesitamos la ayuda de Dios, queremos reconocer que sin Él no somos nada y estamos abocados a la perdición. Hoy Domingo de Ramos queremos decir también: “Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mc 11, 9), porque necesitamos, también, “bendecir” a Cristo, hablar bien de Él, por tantas gracias y regalos como nos concede, porque queremos compartir todo lo que hace por nosotros y cómo da sentido a nuestro caminar, a nuestra propia vida.
Llena tu alma del amor de Dios
Ante las dificultades con las que podamos encontrarnos a lo largo de nuestra vida y por muy complicadas que sean las circunstancias que vivamos, tenemos que comportarnos como servidores de Dios, que siempre está con nosotros y nos trata como verdaderos hijos suyos. Él no nos abandona, siempre está a nuestro lado, pendiente de nuestras necesidades y esperando para darnos a cada uno lo que más necesitamos. Es cuestión de fe, el poder llegar a esta experiencia vital, que nos permite afrontar cada adversidad con una esperanza única que nos sana. Dios siempre nos da trato de hijos, nunca se olvida de nosotros, nos mira con cariño y siempre nos está cuidando desde el cielo. Que esta certeza de fe sea siempre para ti un consuelo, pero sobre todo la seguridad que te hace sentirte en las buenas manos del Padre; en sus manos no has de temer porque te sentirás protegido y comprobarás como Él te da la paz, la serenidad y la confianza más absoluta en los momentos difíciles y cuando parece que todo está perdido.
Es Viernes de Dolores
Es Viernes de Dolores, Viernes de Pasión. Nos adentramos en las puertas de la Semana Santa con el deseo de acompañar a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección, pero sobre todo con que nos toque el corazón de una manera especial, transformando y cambiando nuestras vidas. Es el paso de Jesús y también puede ser tu paso, el salto definitivo del hombre viejo al nuevo, la llamada que Jesús te hace. ¿Eres fiel a Cristo? ¿Has dado pasos durante esta Cuaresma que te han acercado más a Dios? ¿Cómo vives tus actividades cotidianas? Es necesario dar pasos para no quedarse estancados, para que puedas decir que Cristo vive en ti, que eres reflejo de lo que vives y experimentas en tu oración personal con Él. Es Viernes de Dolores y es tu oportunidad. No la desaproveches porque el Señor Jesús, una vez más, está pasando delante de ti para invitarte a seguirle, a quitarte las máscaras, la ropa vieja que llevas… porque quiere renovarte, hacerse más presente y fuerte en tu vida y ayudarte a que tu conversión sea definitiva.
Unido a Dios
No es fácil ser cristiano; vivir el Evangelio con fidelidad es demasiado exigente y no basta solo con pertenecer a la Iglesia y estar mucho tiempo dentro de ella. La primera conversión que uno vive, que es la que te acerca en primer lugar al Señor, es importante, pero no puede ser la única; necesitamos muchísimas más conversiones para que nuestro contacto con el Señor sea fructífero y podamos estar en Gracia de Dios constantemente. Para ello necesitas tener tu alma bien preparada, siempre joven para escuchar lo que el Señor te está diciendo en cada momento; para poder invocarle y adentrarte en su presencia, que todo lo envuelve; para discernir qué es lo que anda mal en tu vida y necesitas convertir, transformar; para saber pedir perdón a través del sacramento de la confesión y a los hermanos, a los que, en la convivencia diaria, a veces, no tratas con amor.
Entregarse a Dios
«Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad» (2 Tim 2, 14).
Sé un C.A.S.O.
Entramos en la Semana de Pasión, la recta final del tiempo de Cuaresma que estamos celebrando. Hoy tienes la oportunidad de echar una pequeña mirada atrás, a lo que han sido estos más de treinta días de camino, de conversión. ¿Están siendo fructíferos? Espero y deseo que sí. Si no es así, todavía estás a tiempo de rectificar y darte una oportunidad con el Señor. Los días pasan rápido, hay veces que casi ni nos enteramos, por la velocidad con la que vivimos y tantas cosas como tenemos que realizar. El tiempo no se detiene y nos va consumiendo, nos permite aprovechar y desaprovechar oportunidades. ¿Cuántas has vivido con el Señor en estos días? El Señor te llama para que seas un hombre nuevo. Arriésgate y da el salto rompiendo con tu vida pasada, para darle cabida a Él y dejarte llevar por donde considere. No le preguntes, no le pongas trabas, demasiadas le has podido poner a lo largo de tu vida. Ahora es el momento de dar el paso definitivo, de lanzarte al vacío y dejarte coger por el Señor. No tengas miedo, Dios no defrauda. Déjate llevar.
Pasar por el desierto
«Te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal» (Dt 8, 15). Sumérgete con Jesús en la experiencia del desierto, en la soledad y el silencio para encontrarte con Él y unirte en el amor con tu Dios, que te está esperando con los brazos abiertos. El desierto es lugar de soledad, de vivir a la intemperie, sin ninguna barrera que te proteja, totalmente desnudo ante el gran Misterio de Dios. Allí nadie podrá interferir en tu camino y podrás despojarte de tu propio ego, así Dios entrará en tu corazón y podrás dejarte transformar.
Avanzar sin retroceder
La esperanza es lo último que se pierde. En nuestro camino de conversión es lo que queremos pensar, que podemos llegar a cambiar nuestra vida para siempre con la ayuda del Señor, y no tener que volver a retroceder más. Avanzar para luego retroceder es perder energías y tiempo innecesariamente, pues vivimos para progresar y mejorar cada día, sin tener que estar todo el tiempo rectificando y empleando nuestros esfuerzos en demostrarnos que hemos cambiado y que nos vamos convirtiendo. La madurez que vamos alcanzando con nuestras experiencias de vida, nos deben servir para progresar y mejorar nuestra calidad de vida espiritual y personal, reforzando nuestras conductas y actitudes. Hemos de estar despiertos para llegar a ver con antelación las situaciones que se nos pueden presentar y que nos desbordan y destruyen lo construido con tanto esfuerzo y tesón.
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma?
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma? ¿Sientes que todavía no ha llegado tu hora, tu momento? Pues hoy tienes la oportunidad de reengancharte a este tiempo precioso de conversión y dejar que el Señor transforme tu corazón, llenándolo de alegría y del gozo de su presencia. No hay cosa más maravillosa en la vida del hombre que dejarse tocar por Dios. El Señor le habla a tu corazón, a todo tu ser, no tengas miedo a sumergirte en las profundidades más maravillosas del espíritu que puede llegar a conocer el hombre. No te prives de estos momentos y muéstrate siempre dispuesto y abierto a dejar que el Señor entre en tu vida para removerte entero y sacarte de todas las comodidades e instalaciones que te apresan el espíritu y te impiden dejarte llevar por el soplo de Dios. Lanzarte a vivir la aventura del Señor es un reto que te hará feliz y te ayudará a comprender lo necesario que es Dios en tu vida.