Necesitamos motivos para creer, para mantener vivas nuestras esperanzas, y no desfallecer ante las empresas que emprendemos. A lo largo de nuestra vida hemos podido vivir momentos en los que nos ha costado encontrar la confianza en nosotros mismos: porque no nos hemos valorado lo suficiente; porque pensábamos que nos sentíamos capaces de hacer lo que nos encomendaban; porque nos hemos sentido inseguros al compararnos con los demás; porque hemos vivido situaciones duras en las que nos han flaqueado las fuerzas, el ánimo y la esperanza, y nos hemos visto superados por el agobio del momento. En definitiva, ante estos momentos no te rindas, no bajes los brazos ni dejes que la oscuridad de la tristeza y el desánimo entre en tu corazón. Busca tu inspiración en el Señor que te ayudará a reafirmarte en tu fe y a no sucumbir ante los miedos y temores que te paralizan.