La esperanza es lo último que se pierde. En nuestro camino de conversión es lo que queremos pensar, que podemos llegar a cambiar nuestra vida para siempre con la ayuda del Señor, y no tener que volver a retroceder más. Avanzar para luego retroceder es perder energías y tiempo innecesariamente, pues vivimos para progresar y mejorar cada día, sin tener que estar todo el tiempo rectificando y empleando nuestros esfuerzos en demostrarnos que hemos cambiado y que nos vamos convirtiendo. La madurez que vamos alcanzando con nuestras experiencias de vida, nos deben servir para progresar y mejorar nuestra calidad de vida espiritual y personal, reforzando nuestras conductas y actitudes. Hemos de estar despiertos para llegar a ver con antelación las situaciones que se nos pueden presentar y que nos desbordan y destruyen lo construido con tanto esfuerzo y tesón.
Cuaresma
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma?
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma? ¿Sientes que todavía no ha llegado tu hora, tu momento? Pues hoy tienes la oportunidad de reengancharte a este tiempo precioso de conversión y dejar que el Señor transforme tu corazón, llenándolo de alegría y del gozo de su presencia. No hay cosa más maravillosa en la vida del hombre que dejarse tocar por Dios. El Señor le habla a tu corazón, a todo tu ser, no tengas miedo a sumergirte en las profundidades más maravillosas del espíritu que puede llegar a conocer el hombre. No te prives de estos momentos y muéstrate siempre dispuesto y abierto a dejar que el Señor entre en tu vida para removerte entero y sacarte de todas las comodidades e instalaciones que te apresan el espíritu y te impiden dejarte llevar por el soplo de Dios. Lanzarte a vivir la aventura del Señor es un reto que te hará feliz y te ayudará a comprender lo necesario que es Dios en tu vida.
Tiempo de esperanza y alegría
Imitar a Cristo es un gran reto, parece inalcanzable, porque no somos perfectos y estamos llenos de pecado. Pensar y creer que es imposible es limitar nuestra fe y empobrecernos como creyentes, porque las metas y propósitos que nos propongamos deben ser lo más altas posibles. Quedarnos en una aspiración pequeña y en retos poco exigentes es debilitar nuestra propia fe, porque nuestra capacidad de exigencia se ve mermada y no avanzamos hacia la perfección, sino que seguimos retrocediendo en nuestras debilidades y haciéndonos más vulnerables, evitando así poder sumergirnos en la grandeza del Espíritu de Dios. El Señor te ha elegido a ti, te llama por tu nombre, conoce todo lo que llevas en tu interior, por eso es importante entregarse y amar a los demás, porque en la vida de fe, Dios siempre se presenta como nuestro Señor, que quiere ayudarnos en todo momento y dar sentido a nuestra a vida.
Sin pecado de omisión
Nos hemos acostumbrado al dolor y al sufrimiento ajeno. Vemos a nuestro alrededor personas que lo están pasando mal y que sufren necesidad, y a veces, pasamos de largo ante ellas, indiferentes a lo que están viviendo. Sumergidos en nuestros quehaceres, preocupaciones, prisas, agobios… vivimos cada uno a lo nuestro, pensamos que con lo que tenemos encima ya es suficiente y continuamos avanzando en ese camino del pecado de omisión que no hace más que hacerse más grande cada vez. Podemos correr el riesgo de pensar que no vamos a cambiar el mundo, ni paliar la pobreza; podemos justificarnos diciendo que son realidades que se nos escapan de las manos; pero es cierto que cada uno podemos tener gestos y detalles con los que nos rodean y sí que podemos transformar con nuestro granito de arena los ambientes en los que nos movemos. Precisamente porque no podemos dejar de hacer el bien, no podemos pasar de largo ante situaciones incorrectas y que a nosotros nos competen, porque están pasando delante nuestra. Lo fácil es mirar a otro lado, es dejar que todo siga igual y así tú no te complicas la vida.
Reflexión sobre el ayuno
Quizás por la falta de costumbre o porque no lo tenemos bien metido en nuestros hábitos y costumbres de nuestra vida espiritual, el ayuno es un arma poderosa para luchar contra el mal y las duras tentaciones a las que nos somete el demonio. El ayuno es importante para la vida cristiana, porque es un ejercicio espiritual que nos lleva a la libertad, ya que rompe ataduras relacionadas con los apegos a la vida del mundo y nos libera de la opresión del pecado. El ayuno es un precepto establecido por Jesús que nos dice: «Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará» (Mt 6, 17-18). Qué importante es el sentido que queremos dar a nuestro ayuno, para obtener una madurez espiritual y que el Señor nos conceda también la gracia por la que ayunamos. Es una acción que ha de salir de nuestro corazón y que no debe saber nadie, más que Dios que ve lo escondido y conoce lo más recóndito de nuestro ser.
Tu conversión depende de Dios
La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.
La abstinencia cuaresmal
Primer viernes de Cuaresma. Una oportunidad inmejorable para darle un gran empujón a tu vivencia espiritual en este desierto cuaresmal. Día donde la Iglesia nos invita a la abstinencia de no comer carne. Es fácil pensar que no es sacrificio porque gracias a los medios que disponemos hoy en día, tenemos acceso a verdaderos manjares que no tienen nada que ver con la carne, y que hacen que podamos comer incluso mucho mejor que con carne. La abstinencia de comer carne tenía mucho más sentido si nos remontamos a épocas pasadas porque tenía un sentido de mortificación, pues abstenerse de comer carne en lugares donde difícilmente llegaban alimentos de calidad, suponía tener que comer durante el día verduras o pescado, generalmente de baja calidad. Por eso hoy en nuestros días la abstinencia de comer carne la debemos plantear como obediencia a la Iglesia y gesto de comunión con la doctrina de fe que nos transmite. Y mucho más en el tiempo de Cuaresma que es un tiempo propicio para la conversión.
El ayuno en Cuaresma
Hemos comenzado la Cuaresma y deseo con mucho fervor que lo que te has propuesto para vivir durante estos 40 días, puedas llevarlo a la práctica en tu vida cotidiana. No empieces abandonante ya, acabamos de comenzar, y es momento de que te demuestres a ti mismo que puedes seguir los mismos pasos, la misma huella que hasta ahora has tenido presente en tu vida. Eres capaz de avanzar, no te rindas a la primera de cambio. Demuéstrate a ti mismo que puedes, que la Cuaresma merece la pena, porque es un tiempo especial para convertirte, para mejorar en todos los aspectos de tu vida en los que necesitas un cambio, un avance. Para entrar en la fiesta del Señor, de la Resurrección, primero hay que pasar por el ayuno, por una preparación especial que te ayude a saber el verdadero significado de la ascesis y de la renuncia.