Hoy es el día de san José. El día del padre. Todos nos sentimos orgullosos de nuestros padres, y yo me siento muy orgulloso del mío. Un padre es un modelo, y yo puedo decir que el mío para mí lo es, porque a lo largo de mi vida siempre se ha volcado conmigo y mis hermanos. Ha procurado darnos lo mejor que tenía y nos ha enseñado a ser auténticos, honrados y generosos con todos. Mi padre no es perfecto, como nadie en la tierra lo es, salvo el Señor; mi padre tiene fallos, como los tengo yo; mi padre se equivoca hasta sin querer, como me equivoco yo; mi padre tiene su propia manera de pensar, que en ocasiones difiere de la mía, pero eso no quita que le quiera, que le respete y que le desee siempre lo mejor. Mi padre no es eternamente joven, aunque a él le gustaría y a muchas personas que conozco también, y está viviendo ahora una etapa hermosa de su vida, el inicio de su vejez, porque no quiero que se haga mayor, aunque entiendo que es ley de vida y que todos tenemos que hacernos mayores. Me costó trabajo asumir que mis padres se hacían mayores, pero con la ayuda del Señor lo conseguí, y ahora disfruto de ellos todo lo que puedo, y cada rato que paso con ellos es un regalo precioso. Disfrutar de la familia y estar con ella. Todo le sabe a poco, si por él fuera pararía el tiempo y nunca avanzaría. Hay veces que dice que qué pena que hayamos crecido, si por él fuera siempre seríamos niños para disfrutarnos mucho más. Y es que por sus hijos se derrite, pero por sus nietas más todavía. Le dan la vida y le están permitiendo vivir su segunda juventud.