Hoy es la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, encima de una borriquilla. Todos le aclamaban y le reconocían como el Hijo de David, el Mesías que tenía que venir, cantando y alabándole por todos los signos que había hecho a lo largo de su vida pública y que tanta admiración provocaba en quienes lo seguían, tocados en el corazón por sus palabras y obras. Esa entrada de Jesús en Jerusalén fue motivo de ilusión, alegría y gozo para muchos; la promesa hecha realidad y la admiración y orgullo que los discípulos sienten, viendo cómo toda la ciudad de Jerusalén sale a recibir al Maestro y a ellos detrás de Él.
Domingo de Ramos
En Domingo de Ramos
Domingo de Ramos, Domingo para cantar de júbilo porque reconocemos a Cristo como nuestro Rey, como Señor de nuestra vida, de nuestra historia. Hoy gritamos “¡Hosanna!” porque queremos decirle a Jesús que nos salve, que nos libere de tantas ataduras y situaciones de pecado en las que nos vemos inmersos, y de las cuales en ocasiones nos cuesta bastante trabajo salir. Constantemente necesitamos la ayuda de Dios, queremos reconocer que sin Él no somos nada y estamos abocados a la perdición. Hoy Domingo de Ramos queremos decir también: “Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mc 11, 9), porque necesitamos, también, “bendecir” a Cristo, hablar bien de Él, por tantas gracias y regalos como nos concede, porque queremos compartir todo lo que hace por nosotros y cómo da sentido a nuestro caminar, a nuestra propia vida.