Los reveses de la vida hay veces que nos pillan totalmente desprevenidos. Es normal que nos sintamos hundidos ante las dificultades y que perdamos toda ilusión, ganas y deseo de seguir caminando en la misma dirección. Pararse y descansar es legítimo y necesario; abandonar y bajar los brazos movidos por la desilusión y la desesperanza es, según mi humilde opinión, pagar un precio demasiado alto. En cada uno está el tomar postura para afrontar las dificultades y hacernos más fuertes como personas o debilitarnos y empequeñecernos ante la vida. Dios nos ha dado la fe para que nos apoyemos en Él, cojamos la cruz y caminemos tras sus pasos.