La Pascua es el paso, de la muerte a la vida, del sepulcro a la Resurrección del Señor. Jesús ha muerto para darnos la salvación y enseñarnos el camino que debemos seguir para ir a su encuentro. En este tiempo de Cuaresma no solo nos preparamos para esta celebración tan gozosa, sino que también queremos vivirlo como el primer anuncio de lo que es la alegría, desear prepararnos para celebrar la Vida que el Señor Jesús nos da. Vivir en lo negativo, en la frustración, en la distancia con el Señor, es sumergirnos en la oscuridad, pudiendo elegir estar en luz que Dios nos quiere dar. Jesús quiere vivificarnos, y para eso quiere invitarnos a entregarnos a los demás, a vivir con pasión nuestra vida de fe, a compartir todo lo que tenemos, a poner a disposición de los demás nuestra propia vida… porque este es el espíritu de la Conversión, que nos ilumina y nos lanza a la verdadera felicidad.
encuentro
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma?
¿Todavía no has entrado en la Cuaresma? ¿Sientes que todavía no ha llegado tu hora, tu momento? Pues hoy tienes la oportunidad de reengancharte a este tiempo precioso de conversión y dejar que el Señor transforme tu corazón, llenándolo de alegría y del gozo de su presencia. No hay cosa más maravillosa en la vida del hombre que dejarse tocar por Dios. El Señor le habla a tu corazón, a todo tu ser, no tengas miedo a sumergirte en las profundidades más maravillosas del espíritu que puede llegar a conocer el hombre. No te prives de estos momentos y muéstrate siempre dispuesto y abierto a dejar que el Señor entre en tu vida para removerte entero y sacarte de todas las comodidades e instalaciones que te apresan el espíritu y te impiden dejarte llevar por el soplo de Dios. Lanzarte a vivir la aventura del Señor es un reto que te hará feliz y te ayudará a comprender lo necesario que es Dios en tu vida.
Un encuentro con Jesús
Seguro que conoces a personas maravillosas que todavía no han tenido una experiencia profunda del encuentro con Dios, y que estás deseando que lo tengan para que puedan experimentar el gozo de sentirse cerca de Él. El Señor toca el corazón y lo hace de una manera distinta a como nosotros pensamos. Todas las experiencias de fe son bellas, y llegan hondo; qué importante es encontrar el tiempo y el momento para que el compromiso sea eficaz. Los compromisos no perduran en el tiempo solo con buenas intenciones; los compromisos necesitan de entrega, identidad y sobre todo acción, para que puedan desarrollarse y lleguen así a los corazones de los interesados. El encuentro con Dios siempre te va a llevar al anuncio y a la puesta en práctica; sé instrumento para que la Palabra pueda encarnarse en tu entorno, dando lo mejor de sí y ayudando a construir el Reino de Dios.
Tu conversión depende de Dios
La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.
Qué poco hablamos de la oración
Qué poco hablamos de la oración. Muchas veces me da la sensación de que es un tema tabú. La que mantiene viva nuestra fe, la que nos permite hablar y dialogar con el Señor, la que nos ayuda a tomar conciencia del gran amor que Dios nos tiene, la que nos salva en los momentos de dificultad, la que siempre nos da esperanza y fortaleza… es la gran olvidada en todas las conversaciones e historias que tenemos que contar los hombres. “Lo esencial es invisible a los ojos” nos dice Antoine de Saint-Exupey en “El principito”. Da sentido y fundamento a nuestra vida, pero no podemos ni debemos permitirnos el hecho de dejarla en el olvido. Lo que nos da verdadera identidad cristiana y nos sostiene en los momentos de dificultad no podemos silenciarla ni dejar de darle la importancia que se merece. Debemos hablar de la oración y compartir nuestra experiencia de fe desde lo que el Señor nos dice en lo escondido, donde sólo Él lo ve todo (cf Mt 6, 6).
Sacrificar a Dios
Son muchas las veces que nos proponemos hacer algo y cuando llega el final del día nos damos cuenta que no lo hemos podido hacer, bien porque no hemos tenido tiempo, porque no nos hemos acordado o porque no nos ha apetecido cuando tocaba. Sabemos que el tiempo es limitado y que hay veces que tenemos tantas cosas que nos estresamos porque vemos que no llegamos a todo lo que nos gustaría, y encima, como somos muy exigentes con nosotros mismos y nos gusta tanto la perfección, como no salgan las cosas bien, lo pasamos mal y si podemos, volvemos a repetirlo hasta que quedemos satisfechos. En nuestra vida de fe esto es un peligro, porque hace que descuidemos nuestra interioridad y abandonemos la vida espiritual. Siempre vamos a tener algo mejor que hacer antes que rezar, y no nos damos cuenta de que estamos sacrificando a Dios, porque nos estamos privando de Él, lo anteponemos siempre a nuestras tareas, pues siempre hay algo más urgente que tenemos que hacer y al final terminamos dejando a Dios de lado, sacrificando nuestra relación con Él cuando debería ser lo primero.
Como el centurión romano
A menudo nos hemos podido encontrar con situaciones en las que hemos pensado que no éramos capaces de llevarlas a cabo, porque creíamos que no estábamos suficientemente preparados o que no seríamos capaces. En otras, en cambio, hemos llegado a considerar que era demasiada la confianza que depositaban en nosotros y nos hemos llegado incluso a ruborizar y sentirnos demasiado agasajados por el privilegio que nos concedían. Y es que, en ambas posturas, se nos ha planteado un reto, que nos ha llegado a poner en una encrucijada, que nos ha llevado a tener que dar lo mejor que tenemos en nuestro interior, para mostrar nuestras mejores cualidades y responder claramente a la confianza que han depositado en nosotros. Aunque nos ha producido ciertos momentos de tensión interior, por la inseguridad de saber si lo haríamos bien y si nuestra tarea sería bien aceptada y gustaba a los demás. Y qué bien nos hemos sentido cuando hemos comprobado que hemos sido capaces, que valíamos para lo que pensábamos que no, y que no era para tanto, pues luego ha sido más fácil de lo que esperábamos.
Me he fijado en ti
No te equivoques, Dios no está llamando a los que tienes a tu lado, te está llamando a ti y te lo está diciendo una y otro vez: “Me he fijado en ti”. Para Dios tú eres el elegido, no mires para otro lado ni tampoco agaches la mirada como si no fuera contigo. Él quiere que seas tú quien haga realidad, en tu vida y en tu entorno, su Palabra. Esa Palabra que da la vida y que te hace sentir lleno de felicidad. Si Dios se ha fijado en ti es porque sabe de tu valía, de los dones y cualidades que tienes y sobre todo de lo que eres capaz de llegar a hacer en su nombre. Dios te conoce muy bien y sabe ciertamente de tus posibilidades, por eso ponte a su disposición para que estés en sintonía con Él y tengas siempre claro qué es lo que tienes que hacer.
En camino
Son muchos los propósitos que a lo largo de nuestra vida nos hacemos. Algunos los logramos y otros no. Todos sabemos que de buenas intenciones no podemos vivir porque necesitamos de las obras que avalen nuestra vida. Tenemos que tener paciencia con nosotros mismos para aprender a tener paciencia con los demás.