Seguro que conoces a personas, incluso a ti mismo te ha podido ocurrir, que nadie apostaba por ellos, y a base de perseverar y confiar en sí mismos han sido capaces de triunfar y lograr sus propios objetivos. Todos necesitamos que confíen en nosotros porque nos autoafirman y refuerzan todo lo positivo que tenemos en nuestro interior. Desde pequeños nos han ido formando y fortaleciendo en nuestras cualidades, que nos han permitido madurar y llegar a este punto de nuestra vida en el que cada uno nos encontramos.
entrega
Preocuparse por los demás
Por norma general, todos nos preocupamos por las personas que nos importan y no queremos que les pase nada malo. Siempre estamos dispuestos a ayudarlas en lo que necesiten, y cuando sabemos que están pasando una mala racha o se encuentran enfermas, procuramos estar mucho más cercanos a ellas. Nos mueve siempre el amor para mostrar nuestro interés y darles ayuda y calor con nuestro cariño y cercanía. Da gusto sentirse arropado y con toda la familia a tu alrededor cuando hay un momento de dificultad, pues sentir siempre el apoyo de los tuyos y saber que puedes contar con ellos en todo momento, siempre es motivo de tranquilidad y de orgullo. También nos ocurre lo mismo con la amistad, los verdaderos amigos siempre están en lo bueno y en lo malo, y su cercanía siempre la deseamos y la necesitamos, pues son un apoyo para hablar, desahogarse, compartir… tantas vivencias y sentimientos que están a flor de piel y que al verbalizarlos nos hace sentir mucho mejor al desahogarnos.
Dicho y hecho
Seguramente que en más de una ocasión hemos hecho algo de improvisto y hemos tomado decisiones que no esperábamos y que nos han reportado una gran experiencia. Hay veces que cuando hacemos algo que no programamos y sale por sí solo, tenemos una gran experiencia y nos llegamos a sentir felices y realizados porque hemos hecho lo correcto. Si algo nos limita, muchas veces, es el exceso de programación con el que vivimos, pues queremos tener nuestra vida totalmente controlada y saber con antelación todo lo que vamos a realizar. Hay veces que esto no es bueno porque cuando se nos rompen los esquemas y nos cambian nuestros planes, solemos contrariarnos y disgustarnos bastante con quienes nos producen estos cambios indeseados, y tenemos que volver a programarnos y a buscar cómo reconducir lo que nos han desbaratado. Piensa por un momento cuánta energía gastas en situaciones como estas, donde no sueles sacar mucho fruto y mina tus ilusiones, fuerzas y proyectos.
Aprender para servir
Ninguno hemos nacido sabiendo. Desde pequeños hemos recibido una educación por parte de nuestros padres y nuestra familia, del colegio en el hemos aprendido conocimientos, de la parroquia en la que hemos ido recibiendo la doctrina de la Iglesia, que nos ha ido formando como personas y como creyentes para tener así una educación integral. Nuestros deseos y proyectos de futuro han podido cambiar con el paso de los años, pues de pequeños teníamos unos deseos sobre nuestro futuro y según crecíamos muchos de ellos han cambiado y han pasado a un segundo plano, respondiendo así a las decisiones que hemos ido tomando según pensábamos lo que era correcto y lo que más nos favorecía para nuestra vida. Lo que sí está claro es que somos fruto de nuestra educación y formación. Debemos cuidarla con exquisitez, pues de ella depende lo que el día de mañana sea nuestra sociedad.
Con Dios todo es posible
«Nadie que crea en Dios quedará confundido» (Rom 10, 11). Estamos llamados a confiar en el Señor que nunca nos va a fallar. Esta es la razón de nuestra fe que nos tiene que llevar a la experiencia del encuentro profundo con el Señor de la vida. Sabemos de sobra que Dios es Todopoderoso, pero hay veces que no nos lo creemos, pues no confiamos lo suficiente en lo que somos capaces de hacer con su ayuda. Hay veces que nos dejamos llevar por la ley del mínimo esfuerzo, por las comodidades que muchas veces son más apetecibles que los compromisos y la entrega, pero lo que no podemos negar es que lo segundo nos hace crecer y madurar y nos hace ser más auténtico.
Hacer siempre el bien
Personas buenas hay en todos lados, las conocemos bien a las que están en nuestro entorno. Hay veces que pasan desapercibidas a nuestro lado, por su sencillez y su silencio. Se dedican a hacer todo el bien que está en su mano, dando siempre lo mejor de sí. Cuando llegamos a otros lugares distintos, con gente nueva, también nos encontramos a ese mismo tipo de personas que destacan por su gran corazón. Son hormiguitas que siempre están trabajando y haciendo el bien siempre que pueden, y no solo esperan que se les presente la oportunidad para ayudar, sino que ellas mismas se encargan de buscar las personas y situaciones para ayudar y mejorarlas con su entrega y compromiso.
Dios es mi seguridad
Todos conocemos personas que simplemente con su presencia dan seguridad y tranquilidad. Algo que necesitamos cuando estamos llevando a cabo alguna empresa, ya sea grande o pequeña. Estas personas hacen que todo a su alrededor esté más tranquilo y sereno, pues dan un grado de confianza y seguridad que está al alcance de muy pocos. Son necesarias en todos los ámbitos de la vida, pues sabes que cuando están, trabajas y actúas con la seguridad de saber que ante cualquier dificultad que se te pueda presentar tendrás la ayuda, el consejo, la solución que necesitas y esas palabras de ánimo que te hacen levantarte de nuevo y seguir caminando. Quizás sea porque te descargan de responsabilidad, quizás porque tengan autoridad moral sobre ti y sabes que ante la dificultad no van a dudar en ayudarte en lo que necesites, quizás porque con la experiencia de vida que tienen te darán buenos consejos… el caso es que teniéndolos a tu lado todo es mucho mejor.
Saber estar
Hay personas que por su forma de ser sobresalen sobre las demás. Algunas destacan por sus cualidades y otras porque llaman la atención de manera desproporcionada. Con esas da gusto estar y con estas aguantamos hasta donde podemos y si nos cansamos de ellas nos retiramos lo más discreta y rápidamente posible. Por norma, las personas que saben estar tienen las ideas claras y saben sobradamente qué es lo que quieren en la vida, sabiendo mantenerse fieles a lo que han aprendido y en lo que creen. Son personas que desde su autenticidad tienen firmeza y determinación en lo que ponen en práctica pues desde la clarividencia transmiten esa seguridad y el rumbo, no solo en su vida sino también en la de quienes les rodean. Ten por seguro que la responsabilidad a ellos confiada saldrá bien, hacia delante, pues son buenos líderes que dan lo mejor de sí y sacan lo mejor de si también para los demás.
Un proyecto de vida
Cuando el ser humano está organizado en su vida personal siente una gran sensación de seguridad y de control que le permite caminar sobre seguro. Llegar hasta ahí no es fácil, pues hay que iniciar un proceso de construcción que nos lleva a más de un momento de tensión y de dificultad. A veces nos encontrarnos con lo inesperado y no es agradable, pues no supone un cambio de planes y tener que replantearnos las cosas de otra manera. Hay veces que a la hora de improvisar salimos airosos y “salvamos los muebles”; y en cambio en otras ocasiones las cosas no salen como queremos y todo es un caos y un sinsabor.
Todo proyecto personal exige una fidelidad, una constancia y un tiempo de dedicación en el que no podemos permitirnos el fallar. Henos de ser firmes, pues son muchas las situaciones que se nos presentan, algunas muy apetecibles, para abandonar rápidamente el compromiso, dejándonos llevar por lo inmediato y placentero. Además, no es un camino fácil porque exige. Y las exigencias nos llevan a tener que afrontar esas situaciones que no deseamos ni queremos y que se nos pueden hacer demasiado cuesta arriba, pues lo imprevisto en ocasiones es indeseable, y bien sabemos que vivir y afrontar lo que uno no quiere a veces es demasiado difícil. Por eso es importante perseverar, para que en los proyectos que llevamos a cabo podamos tener esa rapidez a la hora de cambiar lo que funciona y renovar constantemente las ilusiones y compromisos, evitando así caer en la rutina.
Comprometidos aunque pase el tiempo
Muchas son las veces en que callamos por miedo a lo que piensen de nosotros, por no contradecir ni buscar polémicas o para no comprometernos más de lo necesario. El silencio en muchos momentos no es bueno, pues deja que las injusticias y los abusos sigan ocurriendo a nuestro alrededor, mientras nosotros somos cómplices de estas situaciones, pues consentimos que sigan ocurriendo, ante nuestra pasividad. Que el silencio en tu vida no refleje pasividad ni falta de compromiso. Si algo necesita nuestro mundo son personas comprometidas decididas a dar ese paso adelante que comprometa su vida y comience de una vez por todas a transformar el mundo, cambiando la inercia de la injusticia, de la pasividad y del desencanto. Ya bastante hay en nuestro entorno para que nos contagie y nos haga perder las ganas de caminar contracorriente siguiendo las huellas de Cristo, que comprometió su vida hasta entregarla en la Cruz.