Dios siempre nos sorprende cuando nos llama a cada uno. Hay veces que lo hace Él directamente, otras, en cambio, se hace presente a través de instrumentos. Es hermoso ser instrumento del Señor y reconocer su presencia a tu lado, caminando como uno más, pero siendo consciente de que no es uno más, que es tu Dios que te ama y te bendice. Cada persona tenemos nuestras circunstancias; cuando estamos centradas en las nuestras, suelen pasar desapercibidas la de los demás; en cambio, cuando estamos abiertos a la voluntad del Señor y con disponibilidad en nuestro corazón, somos más sensibles a las necesidades de los otros. En medio de cada situación el Señor nos está diciendo a cada uno algo. Se lo dijo a los discípulos, especialmente durante los cuarenta días en los que, después de resucitado, se les estuvo apareciendo, antes de subir al cielo. Dios llega de improviso, cuando los discípulos no se lo esperaban. Basta con echar un vistazo a los pasajes evangélicos que nos hablan de la Resurrección, para ver cómo en muchos de ellos los apóstoles no lo reconocían en primera instancia.
entrega
Al Santísimo Cristo de las Injurias
Hoy es el día de la Cruz. Un día grande que he celebrado siempre con mucha devoción. Porque el Santísimo Cristo de las Injurias es el patrono de mi pueblo, Noblejas. Estaré hoy predicando en las fiestas patronales de este año y compartiendo mi fe y devoción con el pueblo que me ha visto crecer desde pequeño. Es una fortuna poder amar tus raíces, sentirte identificado con lo que desde pequeño te han inculcado, has vivido y celebrado. Lo que a corta edad parecía lejano e impensable, lo ves hecho realidad cuando eres mayor. Hoy doy gracias a Dios por ser sacerdote y poder predicar con todo mi corazón y devoción al Santísimo Cristo de las Injurias. Es algo que nace de dentro, poder mirarle a Él en la Cruz y sentir ese nervio, ese hormigueo, esa emoción que nace de lo más profundo de uno. ¡Viva el Santísimo Cristo de las Injurias! Decimos en Noblejas. Algo que creo que debemos prolongar, no solo en torno a los días propios de la fiesta, sino a lo largo de todo el año.
De sorpresas y de prisas
Hay sorpresas y sorpresas. Nos gustan y deseamos las que nos llevan a la felicidad; rechazamos las que nos causan tristeza y sufrimiento. Lo que está claro es que con ambas debemos convivir y avanzar en nuestro camino particular. Cada uno necesitamos nuestro tiempo, nuestro proceso para encajarlo todo en nuestra vida. Nos marcan especialmente y algunas son puntos de inflexión en nuestra vida. Dios es especialista en sorprendernos. El anuncio de la Resurrección está lleno de esas sorpresas que hacen que nuestra vida cambie. El primer día de la semana las mujeres fueron al sepulcro a terminar de preparar el cuerpo de Jesús en el sepulcro y allí se vieron totalmente sorprendidas. En primer lugar, sobresaltadas, porque no lo esperaban, luego se llenaron de miedo, porque la novedad de la resurrección necesitaba ser procesada en su mente y en su corazón.
Hoy es el Domingo de la Divina Misericordia
Hoy es el Domingo de la Divina Misericordia. Una gran oportunidad para ponernos delante del Señor y dejarnos envolver por Él, para que descansando, sintamos el alivio que nos da su amor y su perdón. Nuestra alma necesita sentirse liberada y cuidada por el Señor, para que Él la convierta en puro amor, que es la mejor manera de manifestar la misericordia. Todos estamos llamados a compartir a Cristo y su evangelio allá donde estemos. La manera que Dios tiene de manifestarnos su amor es a través de su Palabra y de los Sacramentos. Podemos decir que en el Evangelio podemos leer lo que nos dice Jesús expresando toda la Misericordia del Padre Bueno, y los signos tan preciosos que Jesús y después los apóstoles realizaron transmitiendo el amor de Dios al llevar la Buena Noticia por el mundo. También nosotros tenemos que seguir extendiendo la Misericordia de Dios a través de nuestros gestos concretos y visibles que transmiten lo invisible, acercando a todos nuestros hermanos la misericordia y la ternura de Dios, manifestada a través de nuestra persona.
Mantener y cuidar la ilusión
Mantener la ilusión renovada con el paso del tiempo es difícil, especialmente cuando afloran las dificultades y vamos perdiendo esa frescura y vitalidad que nos da el comenzar nuevas acciones personales o comunitarias que nos hacen creer en la posibilidad de cambiar y transformar nuestro entorno y ayudar a crecer también a las personas. A Jesús le ocurrió lo mismo, los que solían acompañarle fueron desanimándose, desilusionándose y abandonándole poco a poco. Así nos lo cuenta el evangelista san Juan: «Muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús dijo a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?»(Jn 6, 66-67). Que la decepción entre en nuestra vida es una pena, porque estamos dando cabida a que la gracia de Dios no actúe en nosotros y esto nos perjudica, pues perdemos la claridad de ideas y nos cuesta trabajo llegar a entender y justificar lo que nos ocurre. Comprender la bondad del padre bueno y su capacidad de perdonar al hijo pródigo; que el buen pastor sea capaz de dejar su rebaño para buscar a la oveja perdida, es una muestra más que suficiente para enseñarnos hasta dónde es capaz de llegar Jesús. Dios es fiel y siempre se nos muestra porque nos está acompañando en todo momento.
Un encuentro con Cristo resucitado
Todos quedaron más desconcertados aún en el Cenáculo, después del gran horror que habían presenciado al ver al Maestro crucificado. Aún estaban conmocionados por la tragedia, por todo lo ocurrido después de celebrar la Pascua. Por miedo habían dejado a Jesús solo ante la guardia romana y del Sanedrín, encabezados por Judas. ¿Cómo podía haber traicionado al Maestro? ¡No lo entendían! Habían estado hablando con él y no habían notado nada raro en sus palabras. Después todo sucedió demasiado rápido. No se atrevían a preguntar para no ser descubiertos, hasta que le vieron cargado con la cruz, camino del Gólgota. Todo estaba perdido, se había acabado esa preciosa aventura que hace tres años habían comenzado con Jesús cuando los fue llamando uno a uno. ¡Qué gran decepción ver a Jesús muerto! Él que había resucitado a muertos, ¿cómo podía acabar así? Entre lágrimas y risas compartían lo vivido con Él durante su vida pública. Y de repente llegó el gran sobresalto, el gran susto que les hizo dar un vuelco al corazón: “¡Ha resucitado! ¡Y lo he visto con mis propios ojos!” Era María Magdalena, que venía con el rostro totalmente cambiado, alegre, brillante, en paz. ¿Se había vuelto loca? ¿Habrá tenido alguna alucinación? Si está sonriendo y sus ojos brillan de una manera muy especial, parece como si una luz saliese de su interior. No estaban para sustos ni sobresaltos, después de lo vivido. Está loca, ¿cómo que la ha llamado por su nombre y ha escuchado su voz? Una gran paz anidaba en su corazón. Cristo Resucitado le había devuelto la alegría, la esperanza, la paz, la ilusión. Ya no había tristeza. Pero ellos no sabían nada, ¿cómo el Maestro iba a estar vivo? No entraba en su razón, lo habían visto morir con sus propios ojos, sabían dónde estaba el sepulcro y los que lo pusieron allí les contaron todo detalladamente. Esto no es normal.
¿Por qué la cruz es gloriosa?
¿Cómo puede ser la cruz gloriosa? La cruz es signo de sufrimiento, de dolor, de muerte, de tortura. Así fue como lo vivió Jesús. Es la manera de mostrar los límites del hombre, en cuanto al amor y al trato que se daba a los que se consideraban enemigos. Jesús transforma su significado dándole la vuelta radicalmente, porque entrega su vida por amor hacia los hombres y nos enseña a perdonar, cuando dijo en la cruz: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). Perder la propia vida por amor es el mayor signo de generosidad que podemos realizar. Jesús nos ha marcado el camino, al cargar con nuestras culpas y morir en la cruz, para resucitar. Porque desde su entrega podemos afrontar cada acontecimiento de nuestra vida desde el abandono total en las manos del Padre, que nos permitirá experimentar el consuelo y la paz en medio de las turbulencias de la vida. Nuestro pecado ha sido absuelto en la cruz, por eso nos confesamos y recibimos la absolución cuando estamos verdaderamente arrepentidos; el sufrimiento cobra un nuevo sentido en la cruz, porque nos donamos por amor; nuestra muerte física y de nuestro propio ser, queda vencida en la cruz porque nos lleva a una vida nueva, la vida en Dios. Jesucristo quiere ser el protagonista porque ha de estar siempre en el centro, por eso la cruz es el símbolo glorioso del Amor que Dios nos tiene y de la Resurrección, que nos llama a la vida en plenitud.
La Pascua en Sri Lanka
¡Verdaderamente Cristo ha resucitado! Es lo que creemos y decimos. Cristo ha resucitado para llamar a tu puerta, para que entregues tu vida, para que no tengas miedo a arriesgar lo que tienes. Hay que estar preparados, no sirve la espera. Las cosas llegan siempre cuando menos te lo esperas. Así ocurre con las desgracias de la vida, con la muerte, con los gestos violentos que los hombres somos capaces de realizar.
Viernes Santo
«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24).
El sentido más profundo de la vida lo celebramos hoy. No queremos la muerte, ni para nosotros, ni para los que amamos. Cristo ha cargado con la Cruz, se ha agarrado fuertemente a ella y nos da una lección magistral de obediencia al Padre. ¡Cuánto nos cuesta obedecer a la Palabra de Dios! Hoy Cristo nos dice que está al alcance de nuestra mano. A pesar de la dificultad, es posible. Cristo extiende sus brazos en la Cruz para perdonarnos. Tú también puedes extender tus manos para abrazar al hermano, para reconciliarte con Él, para abrazar también a Dios que está esperándote, como el padre lo hizo con el hijo pródigo.
Es viernes Santo, es hora de mirar a la Cruz y contemplar de una manera totalmente diferente tu vida, tu propia historia, porque Cristo te invita a que mires tu corazón y saques todas las espinas que puedas tener, para que tu corazón quede totalmente curado. La muerte de Cristo es para sanar tu alma; para dar nuevo sentido a tu vida; para que aceptes tu pasado y puedas caminar ayudado por Cristo, que quiere ser tu Cirineo desde este momento. Como Cristo miró desde la Cruz a todos los que estaban en el Monte Calvario, hoy también te mira a ti, para que tengas una mirada nueva y así puedas contemplar tu propia vida desde el abandono total en las manos del Padre. Deja que tus sufrimientos los acune el Señor, que Él sea tu consuelo, sea tu descanso, sea quien te devuelva la paz.
Hoy es Jueves Santo
Hoy es Jueves Santo, hoy es el día del Amor Fraterno. No es un jueves más del año, es el jueves más especial porque Cristo instituyó la Eucaristía, nos enseñó el verdadero valor del amor, de la entrega y del servicio. Hoy tiene sentido meditar el último mandamiento que Jesús nos dejó: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13, 34). El amor no es una opción, es el mandato de Jesús. No podemos pensar en si nos apetece o no, porque la condición natural del hombre es a amar y entregarse. Amar la propia vida, amar a los demás y por supuesto, amar a Dios. Son las tres dimensiones del ser humano que nos completan y que no pueden dejar coja nuestra capacidad de amar, si no las vivimos auténticamente. No amar a los demás ni a Dios es desobedecer el mandato del Señor Jesús.