No perder la paz y la calma es todo un reto, especialmente cuando estás en medio de la tormenta de tu vida. Hay veces en las que nos metemos de lleno en ella, movidos por la inercia de nuestra vida; otras es ella la que viene a nosotros de improviso y nos sorprende; en otras vamos viendo cómo se va formando ante nuestros ojos y no podemos hacer nada. Ante estas situaciones es todo un reto mantenerse en Dios y confiar en Él. La teoría sabemos que es muy fácil, la práctica es otra cosa. Los que nos quieren y son conocedores de la situación nos hablan, animan y apoyan, aunque la profesión va por dentro y a veces nuestros sentimientos son incontrolables porque nos llevan a esa confusión tal, que dudamos de todo y pensamos que todo se está derrumbando por momentos. No es así. Las horas y los días pasan y te vas dando cuenta, poco a poco, que la vida sigue. Acostumbrarse cuesta, pero al final, con mayor o menor esfuerzo, humanamente llegas a hacerlo y tu percepción de la realidad empieza a cambiar porque tu interior también lo está haciendo.