Tener buenos recuerdos de personas que han pasado por nuestra vida dejando huella, es una de las experiencias más hermosas que tenemos, humanamente hablando. Porque el contacto con ellas no nos ha dejado indiferente, han calado hondo en nuestra vida y siempre las llevamos con nosotros. Recordarlas seguramente nos traen bellos momentos vividos de nostalgia que hacen que queramos volver atrás en el tiempo para disfrutar otra vez de lo que tanto nos ha llegado al corazón. Estas personas han sido auténticas y por eso las llevamos en nuestro corazón siempre.
evangelio
Un lenguaje común
¡Qué importante es tener un lenguaje común! Seguro que en más de una ocasión te ha ocurrido de estar en una discusión con alguien, intentando hacerle ver lo que tú piensas, y con el paso de la discusión o al momento después te has dado cuenta de que estabais los dos diciendo lo mismo pero con distintas palabras. Lo mismo nos ocurre también con las acciones que realizamos. Muchas veces usamos caminos distintos, todos válidos, para llegar al mismo fin. No hay camino mejor ni peor, porque cuando uno actúa con recta intención, lo hace con todo lo bueno que posee para intentar conseguir el objetivo, y, por el camino hacer todo el bien que pueda. Hay veces en las que cuando estamos viendo a los demás cómo hacen las cosas o cuando nos las están contando, pensamos que nosotros lo haríamos mejor o que la manera de proceder que tenemos es mucho más eficaz que la suya. No te dejes llevar por este tipo de prejuicios, porque lo único que hacen es empobrecerte, pues cierran tu corazón y tu alma al dejarse enriquecer por lo bueno que los otros también te pueden ofrecer.
Después de años de experiencia y de camino en la Iglesia, he experimentado, en primera persona y en muchos lugares y grupos con los que he estado, lo celosos que somos de nuestras “parcelitas”, de lo nuestro, no siendo, por lo tanto, instrumento de comunión dentro de la Iglesia para los hermanos. La meta que tenemos es común: Jesucristo; y bien es cierto que como dice el apóstol san Pablo: «Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.» (1 Cor 12, 4-5). Cada uno tenemos carismas, ministerios y formas de actuar distintas, pero no nos podemos olvidar de que tenemos un mismo Dios que nos habla en un único lenguaje: El Evangelio. Por eso estamos llamados a tener un lenguaje común que nos permita entendernos y buscar la comunión en nuestra forma de evangelizar y de poner en práctica la Palabra de Dios, para que así nuestras comunidades cristianas sean referentes en medio de nuestra sociedad.
A mi grupo Emaús
Decía el Papa Emérito Benedicto XVI en la Eucaristía de Cuatro Vientos en la JMJ de Madrid 2011 que la fe no hay que vivirla por libre sino en comunidad. Que no podemos ser individualistas y construirnos una religión a nuestra medida, sino vivir en grupo, con una referencia clara y concreta dentro de la Iglesia. Si queremos ser discípulos de Jesús hemos de seguir sus pasos y estar dentro de una comunidad, como los apóstoles, a los que fue llamando uno por uno; con mucho amor y paciencia los fue enseñando y acompañando; tuvieron momentos de intimidad donde les explicaba la Palabra de Dios y pudieron contemplar con sus propios ojos los milagros que el Señor hacía ayudando a los más necesitados. Todo se dio dentro de la comunidad, lugar de vida, compromiso y entrega diaria.
Tiempo de escucha
Muchas son las prisas y las carreras que nos damos cada día para poder llegar a todo lo que tenemos que hacer. Sentimos que la vida, las responsabilidades, los trabajos nos aprietan demasiado y no nos queda tiempo ni para respirar, ni para hablar de todas las cosas que tenemos que realizar. Hay veces que las personas nos volvemos demasiado egoístas y solamente pensamos en lo nuestro y en quedar bien con los demás para luego hacer lo que nos parece según nuestros intereses. No podemos actuar así porque nos hacemos un flaco favor.
Al pie de la letra
“Al pie de la letra” es una expresión que solemos utilizar para referir cuando contamos algo que nos ha ocurrido. Lo contamos tal cual sin cambiar un ápice ninguno de los detalles de cómo han ocurrido los hechos. Mantenernos fieles a la verdad y a los hechos hay veces que no nos favorece lo que nos gustaría, y es entonces cuando “acomodamos” la verdad a nosotros y nuestro interés particular. Es necesaria mucha honestidad en este momento para ser capaces de asumir las consecuencias que nos puedan traer personalmente si lo contamos “al pie de la letra”.
Ser detallista
A todos nos gusta que nos ayuden y sentirnos apoyados en los momentos difíciles. Sentir el calor de la amistad, de la compañía y no verte solo ante la adversidad es un verdadero regalo, porque eres consciente, una vez más, de que eres importante para los otros.
Cuando tienen un gesto con nosotros que no esperamos, nos sentimos a la vez que sorprendidos, agradecidos y alegres, porque ese detalle que no esperábamos nos ha sorprendido y nos ha llegado al corazón. Y es que necesitamos sentir, amar y ser amados, comprobar con asiduidad que contamos para los demás.
Siempre con ilusión
La palabra ilusión tiene dos significados casi antagónicos según la RAE:
- Primero de “concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos”.
- Segundo de “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.”.
Hay muchas veces donde escuchamos a la gente que nos rodea que “ha perdido la ilusión”, e incluso a nosotros mismos nos puede ocurrir el vernos sin ella. Y lo vemos todo negativo o hasta sin salida. Este no es el camino. La ilusión es el envoltorio de la felicidad, que está dentro y que nos lanza a la plenitud.
No caigamos en el tópico que dice que “de ilusión también se vive”, porque seríamos ilusos, dejando que nuestra felicidad no dependa de nuestra vida real sino de lo que esperamos o anhelamos.
Nuestra vida está llena de oportunidades, muchas veces disfrazada de obstáculos, y gracias a la capacidad que tenemos de soñar y de luchar por nuestros sueños, superamos las dificultades y llegamos a alcanzar nuestros propósitos.