Quizás por la falta de costumbre o porque no lo tenemos bien metido en nuestros hábitos y costumbres de nuestra vida espiritual, el ayuno es un arma poderosa para luchar contra el mal y las duras tentaciones a las que nos somete el demonio. El ayuno es importante para la vida cristiana, porque es un ejercicio espiritual que nos lleva a la libertad, ya que rompe ataduras relacionadas con los apegos a la vida del mundo y nos libera de la opresión del pecado. El ayuno es un precepto establecido por Jesús que nos dice: «Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará» (Mt 6, 17-18). Qué importante es el sentido que queremos dar a nuestro ayuno, para obtener una madurez espiritual y que el Señor nos conceda también la gracia por la que ayunamos. Es una acción que ha de salir de nuestro corazón y que no debe saber nadie, más que Dios que ve lo escondido y conoce lo más recóndito de nuestro ser.
Fe
Abre tu alma a Dios
Abre tu alma a Dios. No pierdas oportunidades de que el Señor remueva tu vida, todos los rincones. Él quiere llegar a cada lugar, para removerlo, renovarlo y darle un nuevo sentido. No puedes estar siempre igual, estancado en las mismas debilidades y flaquezas. Te terminas cansando y cayendo en la rutina, en el siempre lo mismo, y continuamente echando balones fuera para no quedar mal con nadie y aparentar que todo va sobre ruedas. No se trata de disimular, de mostrar otra cara distinta a lo que eres o haces. Crecer y avanzar es legítimo y positivo; lo que no se corresponde con nuestra vida es la doblez, la apariencia por mantener un estatus que se fundamenta en algo irreal, en una mentira que tiene poco recorrido. Que el Señor llegue a lo más profundo de tu ser, que te ayude a sacar todas tus cualidades y las puedas poner al servicio de los hermanos, aunque no camines al mismo ritmo que pretendas.
Superar las tentaciones
Son muchas las tentaciones que tenemos, en manera de pensamientos, las que nos asaltan en el día a día. Se nos pasan cosas increíbles por la cabeza, que distan mucho de lo que somos. Sufrir una tentación y rechazarla no es pecado. Consentir y realizarla sí. Ten la fe y la fortaleza necesarias para que puedas mantenerte firme y ser fiel al Señor. Jesús se enfrentó al diablo que le ofreció de comer ante el hambre, poder y gloria si le adoraba y demostrar si era el Hijo de Dios lanzándose al vacío para que Dios mandase ángeles a recogerle (cf Lc 4, 1-3). Reconocer a Dios en nuestra vida y sobre todo su poder, a veces nos cuesta trabajo, porque nos resistimos a que Él nos guíe y nos muestre su voluntad. Es mucho mejor hacer lo que creemos y deseamos antes que someternos a la voluntad de Dios, que muchas veces dista de nuestra realidad y apetencias bastante. Es en la mente, en nuestro pensamiento donde comienzan a asaltarnos y donde más atentos tenemos que estar para no dejar que entren, y si lo hacen, saber rechazarlas.
Tu conversión depende de Dios
La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.
Dios está contigo aun cuando no lo ves
Hay veces que nuestro camino se hace demasiado cuesta arriba. La vida nos marcha bien, hasta que de repente nos llegan sorpresas inesperadas que nos hacen reaccionar, tanto para bien, como para mal; según nos pille y dependiendo del ánimo con el que nos encontramos, reaccionamos mejor o peor. Cuando se tratan de dificultades y sufrimientos, experimentamos el peso de la vida, de los problemas, y nos creamos una coraza que se interpone entre cada uno y lo que nos rodea, para hacernos fuertes, impenetrables; lo que pasa es que por mucho que queramos resistir, hay veces que el sentimiento de culpa, impotencia, desazón y desánimo pueden más dentro de nosotros mismos, y terminan haciéndonos más daño del que quisiéramos. Afrontar los problemas y dificultades no resulta para nada sencillo, pero es ante la adversidad donde tenemos que superarnos para no sucumbir al desaliento y así podamos encontrar la fuerza y la manera de salir adelante.
No tengas miedo de ponerte en las manos de Dios
Son nuestros hechos los que hablan por nosotros mismos, los que manifiestan las intenciones que tenemos cuando actuamos, los que revelan lo que hay en nuestro corazón. Nuestros hechos son la puesta en práctica de nuestra filosofía de vida, que se tiene que ver correspondida con nuestra coherencia personal, poniendo en práctica lo que creemos y decimos. Vemos a nuestro alrededor multitud de personas interesadas en sí mismas, centradas en sus objetivos personales, sin detenerse a mirar a los otros. El encuentro con Cristo debe de producir en nosotros un antes y un después. No podemos ser los mismos ni actuar de la misma manera. No podemos quedarnos estancados en nuestro comportamiento, como tampoco podemos hacerlo en nuestra vida espiritual. Nuestra coherencia cristiana depende en mayor medida de la intensidad de la vida de oración personal que vivimos. Sabemos que hay ciertas normas que no podemos trasgredir en nuestra vida moral, porque son el reflejo del estilo de vida que llevamos y del que tenemos que ser más que cautelosos, porque da a conocer la integridad que hay en el interior de cada uno, y cómo Dios incide especialmente en nuestras vidas.
Ama a la Iglesia sin juzgar ni criticar
Todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras; sabemos de nuestras limitaciones, debilidades y pecados que nos hacen caer en la tentación o dejarnos llevar por multitudes de situaciones que no nos complican la vida y nos hacen vivir más placenteramente; también sabemos de nuestras luces y virtudes que nos permiten sacar lo mejor de nosotros mismos y dar nuestra mejor versión cuando nos lo proponemos, sobretodo cuando lo hacemos desde el amor verdadero. Así somos y así es como nos presentamos ante los demás. La vida no está exenta de dificultades en la convivencia, en el caminar diario con quien tenemos a nuestro lado. Cuanta mayor facilidad tengamos para aceptar a los otros, mucho mejor caminaremos y avanzaremos construyendo comunidad y buscando el bien del hermano, a pesar de que se equivoque o no actúe como nosotros esperamos. Gracias al perdón, a la misericordia y a la comprensión somos capaces de realizarlo.
¿Cómo te preparas para encontrarte con Dios?
Son muchas las ocasiones en las que por tu carácter has reaccionado de manera incorrecta y al momento te has arrepentido de ello. Es una de las fragilidades del ser humano, en las que por mucho que quieres controlarte y no saltar, terminas haciéndolo y sintiéndote mal por ello. Llegar a dominarse es un acto heroico, y son muchos los pasos que vas dando en esa dirección, aunque llegar a erradicarlo, a veces, resulta una tarea más que difícil. No te agobies por esto, en tu camino de conversión y santidad has de pasar por estos momentos, que te ayudan a crecer y perseverar; a mantenerte alerta y atento para no volver a cometer los mismos errores a la hora de reaccionar. Cualquier paso de superación es un verdadero triunfo, y es en esto en lo que te tienes que centrar, porque así creces, avanzas y maduras. Y vas asentando las verdaderas bases para erradicar cualquier debilidad de tu vida. Con tus debilidades no te puedes perpetuar en el tiempo, es necesario, incluso para tu ánimo, ver cómo vas superándote y avanzando en tu vida personal, erradicando poco a poco tus debilidades y limitaciones, y creciendo como persona y como creyente.
¿Eliges a Dios desde tu libertad?
¡Qué hermoso es contemplar cómo Dios actúa en las personas! Compartir la misma fe, tener experiencias profundas de Dios nos acerca a los demás. Basta con hablar de tu experiencia de fe para ver cómo el Señor te une al corazón de los que creen y viven como tú, o al menos lo intentan, procurando mantenernos fieles a Dios poniendo en práctica el Evangelio en nuestra vida. Nada pasa desapercibido a los ojos del Señor, que nos conoce y escruta nuestro corazón día a día. Hablar desde la fe es hablar desde el corazón, estando dispuesto a transmitir todo el amor que Jesús te ha regalado, que es mucho. Por eso cuando uno habla desde el amor de Dios, no hace falta esforzarse para convencer, porque todo fluye por si solo, y la sintonía que se crea con los hermanos que comparten tu misma fe es especial, porque viene dada por Dios, y todo lo que viene de Él, bien sabemos que es muy bueno.
Habla de Dios
«Es bueno darte gracias, Señor, y cantar a tu nombre; proclamar por la mañana tu misericordia y tu fidelidad cada noche» (Sal 92, 2). Dios hace maravillas en nuestra vida y somos testigos de ello. Podemos constatar cómo es capaz de cambiar la vida de las personas y tocar su corazón. Y lo puede hacer a través tuyo, porque eres instrumento de Dios, capaz de llegar al corazón del que tienes al lado.Es una experiencia hermosa de fe y así lo ha querido el Señor Jesús, mandándonos a compartir la Buena Noticia y pidiéndole a los apóstoles y a nosotros, que la llevemos allá donde nos encontremos y hagamos grandes signos en su nombre. Si quieres llevar la Buena Noticia, no has de tener miedo a hablar de Dios en tu vida y a manifestar allá donde te encuentres tu fe en Él.Dios dice siempre algo al ser humano a través de cada acontecimiento y es bueno saber interpretarlo; la gracia de Dios y el discernimiento te ayudarán a ello, para que tu respuesta sea auténtica y puedas llegar al corazón del hermano.