No estamos solos aunque hay veces en la que es bueno estar solo. Los seres humanos constantemente necesitamos de los demás para poder desarrollar nuestra vida. El ser humano necesita socializarse y ser admitido dentro del grupo para vivir más plenamente y poder crecer y avanzar en su vida. La ayuda de los demás es necesaria para poder avanzar en el aprendizaje, en la madurez y sobre todo en la seguridad que sentimos cuando estamos rodeados de aquellos que son importantes en nuestra vida.
Fe
Las armas de la fe
Bien sabemos que en la vida las cosas no son fáciles. Para conseguir lo que deseamos debemos luchar y ser constantes sino conseguimos lo que nos proponemos rápidamente. Hay veces que cuando pretendemos algo no usamos las mejores armas que están a nuestro alcance. Es importante que nos dejemos llevar por nuestra fe que pone a nuestro disposición una serie de armas espirituales que nos pueden ayudar a ser más coherentes y a que en nuestra vida interior pueda profundizar más en Dios.
Dios cree en ti
Estamos necesitados de personas valientes que sean capaz de dar un paso al frente cuando las circunstancias lo piden, especialmente para cambiar y transformar el mundo en el que vivimos. Dicen que los que nunca hacen nada, nunca se equivocan. Es verdad que cambiar las cosas cuesta trabajo, mucho más cuando tienes que luchar contracorriente, superando multitud de adversidades. Cuando tienes las ideas claras y sabes lo que quieres, es verdad que puedes llegar más lejos. ¡Qué importante es la fidelidad a lo que uno cree cuando el viento arrecia con fuerza! Es ahí donde uno se curte de verdad y refuerzas tus ideales y lo que tú eres, sintiéndote más firme y fuerte en lo que crees y vives.
Lecciones de fe
Lecciones de fe son las que a menudo me suelo llevar por parte de la gente con la que me voy encontrando desarrollando mi ministerio sacerdotal. Cuando recibo una lección de fe sólo puedo darle gracias al Señor porque se me hace presente de una manera muy clara, además de ser testigo de cómo el Señor actúa y ayuda a las personas. Es verdad que cuando el Señor Jesús dijo a los apóstoles: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 20), no le faltaba razón, porque Dios siempre está a nuestro lado y nunca nos abandona. Y los que somos creyentes ante los varapalos de la vida, le sentimos muy cercano y nos da ayuda y consuelo.
Morir al orgullo
Todos sabemos que si hay algo que no nos hace ningún bien es el orgullo. Una persona orgullosa tiene un concepto exagerado de sí mismo que le puede llegar a hacer caer en la soberbia. Las características negativas del orgullo nos lleva a tener un sentimiento excesivo de satisfacción sobre uno mismo y puede llegar a mostrar altivez, arrogancia, vanidad, soberbia y hasta desprecio hacia otras personas. Si por algo destacan las personas orgullosas son por ser envidiosas, autoritarias, críticas, arrogantes, rebeldes y con frecuencia suelen tratar mal a las personas, aunque por norma general suelen disfrazarse con caras afables, buenas palabras y maneras, un rostro sonriente… aunque en el fondo su pretensión está quedar por encima de los demás utilizando todas las argucias que están en su mano para llegar al fin que pretenden.
Viaja con Dios
Siempre es necesaria una parada en el camino para descansar y reponer fuerzas. Humanamente lo necesitamos, porque ninguno somos invencibles, incombustibles… más bien lo contrario, nuestra propia fragilidad humana nos hace depender del descanso. Es importante saber detenerse y elegir un buen lugar para saborear lo vivido y compartirlo con las personas a las que amamos y queremos. ¡Con qué ilusión programamos y realizamos esos viajes en familia y con los amigos que tanto nos alimentan! Y deseamos incluso que se pare el tiempo para disfrutarlo más todavía. Además de los recuerdos que nos traen y las veces que nos referimos a ellos como momentos bellos y hermosos que hemos vivido. Estos momentos forman parte de nuestra vida y de las veces que nos hemos sentido felices y cómodos.
En nuestra vida interior necesitamos también de momentos así, donde deseemos estar con Dios y que el tiempo se pare para saborear más su presencia y todo el amor que Él nos da. Hemos de procurar que estos momentos se den cada día de nuestra ajetreada vida. Hemos de programar cada encuentro y vivirlo con el gozo de saber que nos vamos a encontrar con Dios, el más importante del mundo, el único que nos puede dar en cada momento lo que necesitamos y solucionarnos los agobios, preocupaciones y problemas que podamos tener. Dios quiere darnos la paz, para que siempre esté en nuestra vida y nos permita afrontar cada día con serenidad y confianza, siendo conscientes de que en sus manos no debemos tener nada, porque Él no defrauda.
Orden y perseverancia
¡Qué importante es para nuestra vida interior ser ordenados y perseverantes! El orden nos ayuda a mantener el equilibrio personal que nos hace ser mucho más diligentes y auténticos en nuestro día a día. Habituados a crearnos hábitos de conducta en nuestra vida de fe tenemos que ser más ordenados y perseverantes para que nuestra relación con el Señor sea cada vez más fluida. Todo es cuestión de práctica, y es así como en la oración empezamos a descubrir su importancia. Al principio a todos nos cuesta ponernos, sacar un momento del día, procurando que sea siempre a la misma hora y en el mismo lugar para establecer así una rutina, un hábito. Cuando comenzamos poniéndonos en la presencia del Señor seguramente la mente se nos vaya a otro lugar; nos cuesta trabajo concentrarnos; parece que Dios no nos habla ni escucha; no sabemos qué hacer ni como rezar porque andamos como perdidos.
Huellas en el corazón
Huellas en el corazón son las que dejan las personas que pasan por nuestra vida. Huellas profundas, imborrables, llenas de multitud de vivencias y experiencias compartidas desde lo más profundo de nuestro ser. Así es el corazón del ser humano: débil y fuerte a la vez. Débil porque sufre la pérdida de los que ama, los fracasos de la vida, las rupturas de amor y de amistad, las amarguras de los sueños no cumplidos; y fuerte porque es capaz de sobreponerse y de seguir afrontando el mañana, cueste lo que cueste, a pesar de todo.
Hay huellas que son más especiales que otras, más profundas, más entrañables. Esas huellas son las que tenemos bien marcadas en nuestros recuerdos por lo que han significado. Sabemos lo necesarias que son, por lo que expresan, porque hasta incluso los recuerdos los hemos convertido en sacramentos de la vida. Son vivencias tan especiales, que al traerlas al presente en nuestra mente o al hablar de ellas se vuelven igual de intensas y emocionantes por lo que han significado.
La alegría del Señor
Nos gustan compartir los momentos de felicidad y de alegría con las personas más cercanas a nosotros. Sabemos que la alegría no dura siempre, pero hemos de saber mantenerla, porque humanamente nos aportan muchas más vivencias positivas que negativas. Hay veces que la tristeza llega a lo más profundo de nuestro corazón, especialmente cuando hemos dado todo nuestro tiempo y nuestros esfuerzos a un proyecto que luego no ha dado el resultado que esperábamos, no por nosotros, sino porque nos vemos superados por las circunstancias de nuestro entorno.
Rezamos a Dios
Siempre hay momentos en los que nos podemos sentir solos, abandonados… como si Dios se hubiese olvidado de nosotros o como si no nos escuchara, porque el problema o la situación que estamos viviendo es tan difícil y dura que parece como si Dios no estuviera a nuestro lado. Hemos de tener claro que si nos sentimos abandonados por Dios en algún momento o etapa de nuestra vida, es porque nos hemos alejado de Él, de tal manera que nos resulta difícil entablar una relación fluida con Él cuando lo necesitamos.