No queremos tener problemas en nuestra vida de ningún tipo. Deseamos que siempre las cosas nos salgan bien, pero sabemos que hay muchas realidades que nos rodean, no dependen de nosotros y se nos escapan de las manos. No podemos llegar a controlarlo todo por mucho que nos empeñemos; muchas veces ni siquiera nuestras propias reacciones, esos impulsos innatos que cada uno tenemos y que cuando aflora nuestro ego, nuestro orgullo, hacen que saltemos como verdaderos resortes. Por eso luego nos arrepentimos, porque sabemos que lo hemos hecho mal, no hemos estado a la altura y nos hemos extralimitado. Necesitamos estar en esa tensión que nos mantiene despiertos y nos ayuda a mantenernos atentos, fuertes, con el instinto bien agudizado, para fortalecer nuestro autocontrol. Hay veces que podemos vernos superados, pero no debemos desfallecer, porque Dios quiere sacar lo mejor de nosotros mismos probando nuestra fe, nuestra fuerza de voluntad y nuestra propia resistencia. Tenemos que ser fuertes y estar atentos para no debilitar nuestra fe. Para esto están las pruebas, para que luchemos y nos fortalezcamos en nuestra vida espiritual, pues así es como progresamos y avanzamos en nuestro camino de vida.
Fe
Me encomiendo
Hace unos meses una persona, que prefiere estar en el anonimato, me compartió esta experiencia vital. Acababa de pasar un gran bache y después de que todo pasó, ha querido compartir su fe, lo que en los momentos de dificultad le hace agarrarse al Señor, con lo que desde pequeña ha aprendido de sus mayores. Y es que todos necesitamos que nos enseñen y acompañen cuando aún estamos dando nuestros primeros pasos en la fe. Y en nuestra fe adulta, somos nosotros los que tenemos que compartir y transmitir también nuestra fe, desde nuestra propia experiencia personal.
Dice así:
Cada uno de nosotros vivimos la fe según nos han inculcado desde pequeños,en mi caso siempre en mi familia he escuchado “encomiéndate” y verás como todo se soluciona. Ya en la madurez cada vez entiendo mejor lo que significa. Cuando las personas que más quieres se van; cuando hay grandes socavones en el camino y en la más absoluta soledad me encuentro, yo me encomiendo. Me encomiendo a Dios Padre, porque siempre está conmigo; me encomiendo a las personas que se han ido, porque me cuidan desde el cielo. Respiro, cojo fuerzas y hago mis oraciones.
Déjate mirar por el Señor
¡Déjate mirar por el Señor! No te empeñes en mirar hacia otro lado, para seguir haciendo lo que más te gusta y mejor te hace sentir sin necesidad de tener que comprometerte por los demás. Es la continua lucha que tiene el hombre de hoy en día. ¿Qué hacer? ¿Comprometerse y no tener vida o pasar y disfrutar de lo que más te apetece hacer? Parece como si tuviésemos un ángel y un diablo a cada lado de la conciencia, intentándonos convencer de lo que tenemos que realizar. Es necesario que nos centremos en qué es lo que queremos, para que lo que hagamos sea de verdad.
Una gota de fe (mi experiencia en Medjugorje)
Bien sabemos que la vida es un camino lleno de buenos y malos momentos. Solemos decir que la vida es un peregrinaje, donde vamos avanzando hacia la meta, hacia nuestro encuentro con Dios. Queremos que nuestra vida esté llena de momentos de felicidad y de alegría, aunque también tenemos que contar con las dificultades que nos vienen, algunas nos las buscamos nosotros, otras nos vienen solas, sin pedirnos permiso por si nos vienen bien o no. Cada uno iniciamos nuestros caminos y nos vamos rodeando de las personas con las que queremos compartir nuestro camino. Buscamos ante todo la felicidad, la suya y la nuestra; constatamos que hay personas que con menos esfuerzo son más felices que otras; otras en cambio tienen que emplear más energías en conseguir tan ansiado regalo; también constatamos con inmensa tristeza la infelicidad que muchas personas, algunas cercanas a nosotros, viven porque en su camino las cosas les resultan más difíciles y no les salen como les gustaría.
Excusas para no rezar
Muchas son las justificaciones y excusas que solemos poner a los demás, a nosotros mismos y al Señor, para poder explicar nuestras actitudes. Muchas veces, por no decir siempre, quedan distantes de aquello que pensamos o hemos dicho. Hay veces que acudimos a ellas de una manera habitual y natural, procurando quedar bien para que así nuestra imagen no se vea dañada o para que los demás no se enfaden, aunque eso suponga tener que faltar a la verdad o no ser nosotros mismos. Otras somos esclavos de nuestras propias palabras, especialmente cuando no las medimos bien, o las decimos de una manera superficial para no quedar mal ante nadie, quedamos comprometidos y también en evidencia en multitud de ocasiones.
“¡Párate y escucha mi voz!”
No le pongas prisas a tu vida. Demasiadas cosas las que llevamos hacia delante cada día, como si nos faltara tiempo, que no disfrutamos y saboreamos todo lo que realizamos. Necesitamos pararnos, saborear todo lo que hacemos, incluso me atrevería a decir que, organizarnos mucho mejor nuestro tiempo y nuestra vida. Muchas veces dejamos de lado nuestro plan de vida, que nos aporta una mayor capacidad de saborear la felicidad y sentirnos realizados en todo lo que hacemos; pues vivimos con intensidad cada momento, desde la presencia de Dios, ofreciéndole todo aquello que realizamos y dejando en sus manos nuestras acciones para que Él se encargue de que vayan saliendo, sirviendo a los demás y de que nos sintamos realizados con todo lo que hacemos.
«Comienzan los relojes a maquinar sus prisas;
y miramos el mundo. Comienza un nuevo día.
Comienzan las preguntas, la intensidad, la vida;
se cruzan los horarios. Qué red, qué algarabía.
Mas tú, Señor, ahora eres calma infinita.
Todo el tiempo está en ti como en una gavilla.
Rezamos, te alabamos, porque existes, avisas;
porque anoche en el aire tus astros se movían.
Y ahora toda la luz se posó en nuestra orilla. Amén».
(Himno de Laudes, jueves primera semana del Salterio)
Mi experiencia de Lourdes
Desde que estoy yendo de confesor al Santuario de Lourdes he podido comprobar de primera mano que es un trocito de cielo en medio de nuestro mundo. Allí se siente algo especial, indescriptible, donde te quedas sin palabras, conmovido por lo que tus ojos contemplan, la sencillez de una gruta, la belleza de la Virgen María, la devoción y la fe de tantos enfermos y peregrinos que acuden a los pies de nuestra Señora para poner sus vidas en sus manos. En la gruta de Massabielle quiso aparecerse la Virgen a una humilde pastora. Le transmitió un mensaje claro: “Penitencia, penitencia, penitencia. Yo soy la Inmaculada Concepción. Di a los sacerdotes que construyan una capilla aquí y que vengan en procesión”. Así se ha convertido en un lugar de peregrinación, donde nadie queda indiferente y sobre todo donde el Señor toca el corazón.
Perseverando contra corriente
Vivimos en un momento de la historia donde sentimos la crisis profunda de valores en la está sumergida nuestro mundo. Somos conscientes de que hemos de cambiar la sociedad en la que vivimos porque vemos que hace aguas por multitud de puntos, que van minando poco a poco nuestro deseo de lucha y de compromiso para transformarla. Tenemos una idea general de sociedad y de mundo que por lo grande que es y todo lo que abarca, comparado con nuestra pequeñez e insignificancia, somos conscientes de que podemos hacer más bien poco. Todos somos parte activa del cambio, y siempre hemos escuchado decir que “un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero”. Que esto te ayude para tomar conciencia de lo importante que es ese granito de arena que tienes en tus manos y que puede ayudar a colaborar y transformar el mundo en el que vives, sabiendo que Dios también confía en ti y en tus capacidades para que tomes la iniciativa y sigas con ese proyecto de hacer realidad el Reino de Dios allá donde te encuentres.
Comprometidos para el Señor
Solemos escuchar muchas veces a personas decir que no hay que complicarse la vida por lo demás, porque muchas veces se aprovechan de uno y luego ni siquiera muestran el más mínimo agradecimiento cuando uno hace algo por ello. Bien es cierto que siempre necesitamos de personas que tomen la iniciativa ante determinadas acciones que queremos emprender, pues son los primeros que se comprometen y comienzan a tirar del carro iniciando la nueva aventura y dando su tiempo y su esfuerzo para que salga bien el proyecto. Algunas veces solemos pecar de exceso de prudencia y nos volvemos demasiado precavidos para no arriesgar, esperando que el tiempo y el inicio de la nueva experiencia nos digan si va salir bien o no.
Reanima, renueva, revitaliza y reafirma.
Dios siempre tiene algo nuevo que ofrecernos. Nos habla cada día para que en nuestra vida de fe no desfallezcamos, no nos perdamos ante lo que el mundo nos oferta. Son muchos los caminos que podemos tomar, pues la sociedad nos bombardea a cada momento para que la elijamos a ella y nos sumerjamos en su mundo, lleno de consumo, individualismo, falta de amor al prójimo, comodidades y facilidades. A la sociedad le interesa que no pensemos, que no tengamos momentos de reflexión para que así evitemos pensar y recapacitar sobre lo que estamos viviendo y nos está diciendo, pues bien sabe que lo más le favorece es que tengamos nuestra conciencia adormecida y no pongamos ningún filtro que nos haga tomar otro camino distinto al que nos propone. El único filtro que nos deja utilizar es el de las fotografías y vídeos, para que podamos vernos mejor en aquello que compartimos en las redes y así nos sintamos verdaderamente bellos, dejando a un lado la belleza del alma, que nos permite tomar conciencia de lo que estamos haciendo.