«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros» (Jn 14, 15-17). Jesús, en la Última Cena, habla a los discípulos sobre la unión que debe haber entre la fe, la entrega a Jesucristo desde el amor y la puesta en práctica de la Palabra de Dios en la vida cotidiana. Esta vivencia profunda de la fe nos llevará a una fuerza interior que nos permitirá amar a los demás igual que Jesucristo. Pues, en definitiva, es la aspiración que tenemos todos los cristianos: imitar a Jesús en todo lo que somos y tenemos.
fidelidad
Mantener y cuidar la ilusión
Mantener la ilusión renovada con el paso del tiempo es difícil, especialmente cuando afloran las dificultades y vamos perdiendo esa frescura y vitalidad que nos da el comenzar nuevas acciones personales o comunitarias que nos hacen creer en la posibilidad de cambiar y transformar nuestro entorno y ayudar a crecer también a las personas. A Jesús le ocurrió lo mismo, los que solían acompañarle fueron desanimándose, desilusionándose y abandonándole poco a poco. Así nos lo cuenta el evangelista san Juan: «Muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús dijo a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?»(Jn 6, 66-67). Que la decepción entre en nuestra vida es una pena, porque estamos dando cabida a que la gracia de Dios no actúe en nosotros y esto nos perjudica, pues perdemos la claridad de ideas y nos cuesta trabajo llegar a entender y justificar lo que nos ocurre. Comprender la bondad del padre bueno y su capacidad de perdonar al hijo pródigo; que el buen pastor sea capaz de dejar su rebaño para buscar a la oveja perdida, es una muestra más que suficiente para enseñarnos hasta dónde es capaz de llegar Jesús. Dios es fiel y siempre se nos muestra porque nos está acompañando en todo momento.
Unido a Dios
No es fácil ser cristiano; vivir el Evangelio con fidelidad es demasiado exigente y no basta solo con pertenecer a la Iglesia y estar mucho tiempo dentro de ella. La primera conversión que uno vive, que es la que te acerca en primer lugar al Señor, es importante, pero no puede ser la única; necesitamos muchísimas más conversiones para que nuestro contacto con el Señor sea fructífero y podamos estar en Gracia de Dios constantemente. Para ello necesitas tener tu alma bien preparada, siempre joven para escuchar lo que el Señor te está diciendo en cada momento; para poder invocarle y adentrarte en su presencia, que todo lo envuelve; para discernir qué es lo que anda mal en tu vida y necesitas convertir, transformar; para saber pedir perdón a través del sacramento de la confesión y a los hermanos, a los que, en la convivencia diaria, a veces, no tratas con amor.
Amor incondicional
Somos conocedores de nuestra imperfección, de las limitaciones que tenemos y de las equivocaciones que cometemos. Hay veces que la soberbia nos ciega e impide que veamos claramente cuales son nuestras debilidades, porque nos hace creer que estamos en posesión de la verdad. Si algo nos recuerda la Palabra de Dios es que somos pecadores, que erramos y nos alejamos del Señor de la manera que menos esperamos. La perfección humana no existe en ningún hombre, el único perfecto es Jesucristo, y si perdemos la gracia de Dios nuestro corazón se inclina al mal. Sabemos que como aprendemos es equivocándonos, y hemos de procurar sacar lo positivo y la lección de todo lo que vivimos.
Tu futuro en las manos de Dios
El futuro es impredecible, nos gustaría controlarlo y saber qué es lo que nos va a ocurrir, para así poder cambiar lo que no nos gusta o elegir mejor si sabemos que lo que estamos haciendo no va a ser como esperábamos. El tiempo es algo que valoramos tanto y que a veces perdemos con demasiada facilidad. Si para algo nos debe servir el tiempo es para disfrutar de todo aquello que hacemos, saboreando cada instante del presente ya que hemos de estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora (cf Mt 25, 13). Así de dura es la vida, hoy estamos y mañana no. La vida nos puede cambiar en décimas de segundo. Pasamos mucho tiempo programando, pensando qué vamos a hacer, la dirección que vamos a tomar…, y sabemos que en un instante todo puede cambiar de la noche a la mañana.
Gente buena
¡Cuánta buena gente la que nos rodea! Lo sabemos y lo comprobamos cada día. No hace falta irse muy lejos para encontrarla. Basta con echar una mirada a nuestro alrededor y descubrir que son muchas las personas que a nuestro lado tienen un corazón generoso, dispuesto a todo, solidario para ayudar en lo que sea necesario. Todas las personas somos capaces de sacar lo mejor que tenemos dentro. ¿Quién saca lo mejor de ti? Seguro que constantemente lo experimentas, te sorprende y te agrada tener a tu lado buenas personas, que con su bondad te alegran el corazón. En este mundo lleno de máscaras, las personas buenas no las necesitan, les sale de manera natural, no tienen que fingir nada porque por todos los poros de su ser desbordan de buenas acciones, sentimientos y detalles que calan y muy hondo.
Sueños en el día de Reyes
¡Qué ilusión el día de Reyes! ¡Qué belleza la ilusión de los niños esperando ver todos los regalos que han recibido de sus Majestades! ¡Cuántos sueños que se hacen realidad en este día por las ilusiones cumplidas y cuántos sueños queremos que se nos cumplan y no llegan cuando deseamos! Los sueños son importantes porque muchos son ilusiones, deseos y esperanzas que queremos que se cumplan y que nos motivan para seguir avanzando cada día. Si hay un sueño que deberíamos pedir cada día los creyentes al Señor es el de la santidad, porque nos metería de lleno en el camino de la perfección, de la felicidad verdadera y del encuentro constante con Dios.
Dios es fiel
Son muchas las veces que en nuestra vida manchamos el Amor que Dios nos da cada día. Lo manchamos con nuestro egoísmo, parece que somos expertos en mirarnos a nosotros mismos; en buscar nuestro beneficio a pesar de todo; en salirnos con la nuestra siempre aunque los demás se puedan ver perjudicados; en que nos devuelvan el favor realizado, porque nos ha supuesto un esfuerzo, un sacrificio y le hemos puesto un precio a nuestra entrega, como mínimo, que nos correspondan; en que nos reconozcan nuestros méritos con halagos y palmaditas en la espalda… No podemos profanar así el Amor de Dios en nuestra en vida. Ser fiel a Dios cuesta trabajo, serle infiel, es lo más fácil porque no compromete tanto como el Amor. Cuando le volvemos la espalda y le rechazamos en nuestro corazón nos estamos alejando de Él y lo más normal es que nuestra fe se enfríe, igual que se enfrían las amistades cuando nos alejamos de ellas, y cuesta mucho más trabajo ponernos en actitud de escucha y de apertura con el corazón bien dispuesto para el encuentro con Dios.
¡Señor, purifícame!
No queremos tener problemas en nuestra vida de ningún tipo. Deseamos que siempre las cosas nos salgan bien, pero sabemos que hay muchas realidades que nos rodean, no dependen de nosotros y se nos escapan de las manos. No podemos llegar a controlarlo todo por mucho que nos empeñemos; muchas veces ni siquiera nuestras propias reacciones, esos impulsos innatos que cada uno tenemos y que cuando aflora nuestro ego, nuestro orgullo, hacen que saltemos como verdaderos resortes. Por eso luego nos arrepentimos, porque sabemos que lo hemos hecho mal, no hemos estado a la altura y nos hemos extralimitado. Necesitamos estar en esa tensión que nos mantiene despiertos y nos ayuda a mantenernos atentos, fuertes, con el instinto bien agudizado, para fortalecer nuestro autocontrol. Hay veces que podemos vernos superados, pero no debemos desfallecer, porque Dios quiere sacar lo mejor de nosotros mismos probando nuestra fe, nuestra fuerza de voluntad y nuestra propia resistencia. Tenemos que ser fuertes y estar atentos para no debilitar nuestra fe. Para esto están las pruebas, para que luchemos y nos fortalezcamos en nuestra vida espiritual, pues así es como progresamos y avanzamos en nuestro camino de vida.
Amados de Dios
Todos experimentamos en nuestra vida el amor de los demás que se manifiesta a través de gestos y palabras. Cuando las palabras vienen refrendadas por los gestos, cuánto disfrutamos y qué bien nos sentimos, porque amar y sentirse amado es maravilloso. Sabemos que el amor hay que cuidarlo, porque si no se va desgastando, terminamos perdiéndolo y lamentándonos por lo que tuvimos en nuestras manos y dejamos escapar. Es importantedejar que el Señor te enseñe a amar, pues así tu fe crecerá y dejarás que sea el Señor quien te vaya guiando por los caminos de ese amor incondicional que nos propone como modelo para imitar.