Siempre agradecemos la cercanía de las personas en los momentos más importantes de nuestra vida, especialmente cuando necesitamos sentirnos arropados. Son muchas las situaciones en las que necesitamos el calor humano, la compañía y el cariño que nos ayudan a compartir el dolor y el sufrimiento y a sobrellevarlo lo mejor que podemos. Hay veces que no hacen falta muchas palabras, simplemente la presencia habla por sí sola, porque muestra el amor y la consideración que se tiene con las personas. Queremos estar cerca de las personas y necesitamos expresarlo y demostrarlo.
fortaleza
A quienes son ejemplo de lucha
Seguro que conoces a personas luchadorasque para ti son un ejemplo a seguir, por cómo afrontan los retos difíciles de la vida. Parece como si estuviesen hechos de una pasta especial, porque parecen que tienen una fuerza especial dentro, como si fueran incombustibles y no se rinden ante nada. Siguen perseverando en su ánimo y a pesar de caminar con mucho esfuerzo, terminan saliendo adelante y afrontando la vida, las enfermedades, la muerte de personas queridas… con una entereza casi sobrenatural. Ciertamente la fuerza no nace de ellas sino que viene de Dios.
Lecciones de fe
Lecciones de fe son las que a menudo me suelo llevar por parte de la gente con la que me voy encontrando desarrollando mi ministerio sacerdotal. Cuando recibo una lección de fe sólo puedo darle gracias al Señor porque se me hace presente de una manera muy clara, además de ser testigo de cómo el Señor actúa y ayuda a las personas. Es verdad que cuando el Señor Jesús dijo a los apóstoles: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 20), no le faltaba razón, porque Dios siempre está a nuestro lado y nunca nos abandona. Y los que somos creyentes ante los varapalos de la vida, le sentimos muy cercano y nos da ayuda y consuelo.
La fe en Dios por encima de todo
Podemos tener nuestros altos y bajos, nuestros momentos de debilidad y de confusión personal. Nos podemos ver tentados por nuestra condición humana, débil y pobre, a renunciar, abandonarlo todo y echar por tierra todo el camino de una vida cercana a Dios que hemos podido tener. Podemos llegar incluso a cometer pecado y alejarnos momentáneamente de Dios; recapacitar y volver con un corazón arrepentido a la casa del Padre. Así somos los seres humanos: pobres, vulnerables, indefensos ante el poder de Satanás; y renovados y reanimados ante la grandeza de Dios que nos fortalece y ayuda a superar el pecado. Así nos quiere el Señor, fuertes, perseverantes y cimentados en Cristo, que es la Roca que nos salva.
Confía en ti, confía en el Señor
Seguro que conoces a personas, incluso a ti mismo te ha podido ocurrir, que nadie apostaba por ellos, y a base de perseverar y confiar en sí mismos han sido capaces de triunfar y lograr sus propios objetivos. Todos necesitamos que confíen en nosotros porque nos autoafirman y refuerzan todo lo positivo que tenemos en nuestro interior. Desde pequeños nos han ido formando y fortaleciendo en nuestras cualidades, que nos han permitido madurar y llegar a este punto de nuestra vida en el que cada uno nos encontramos.
Motivos para la esperanza
“Siempre hay motivos para la esperanza”, esta frase señala perfectamente como no hay que rendirse. Todos conocemos a personas que llevan con mucha entereza las cargas de la vida, parece que pueden con todo lo que les echen encima de sus espaldas, que se lo cargan y llevan como si nada. Estas personas son fuertes, curtidas por la vida y por sus dificultades, y para nosotros son ejemplo de cómo no podemos rendirnos, sino que tenemos que seguir caminando, aunque la vida nos parezca dura. Cuando hablas con ellas te dan continuas lecciones de cómo afrontar cada situación, pues su experiencia de vida tan dura, te hace pequeño a su lado, pues no te explicas cómo pueden tener esos ánimos después de todo lo que han pasado, cuando uno por algo mucho menos importante se siente fatal, hundido, sin ganas de vivir. Y es que el dicho de que “siempre hay alguien peor que tú” lleva mucha razón, porque cada uno lleva sus problemas en silencio y no anda llorando por los rincones, sino que saca lo mejor que tiene dentro y sigue con su vida, haciendo lo que corresponde en cada momento.
Un proyecto de vida
Cuando el ser humano está organizado en su vida personal siente una gran sensación de seguridad y de control que le permite caminar sobre seguro. Llegar hasta ahí no es fácil, pues hay que iniciar un proceso de construcción que nos lleva a más de un momento de tensión y de dificultad. A veces nos encontrarnos con lo inesperado y no es agradable, pues no supone un cambio de planes y tener que replantearnos las cosas de otra manera. Hay veces que a la hora de improvisar salimos airosos y “salvamos los muebles”; y en cambio en otras ocasiones las cosas no salen como queremos y todo es un caos y un sinsabor.
Todo proyecto personal exige una fidelidad, una constancia y un tiempo de dedicación en el que no podemos permitirnos el fallar. Henos de ser firmes, pues son muchas las situaciones que se nos presentan, algunas muy apetecibles, para abandonar rápidamente el compromiso, dejándonos llevar por lo inmediato y placentero. Además, no es un camino fácil porque exige. Y las exigencias nos llevan a tener que afrontar esas situaciones que no deseamos ni queremos y que se nos pueden hacer demasiado cuesta arriba, pues lo imprevisto en ocasiones es indeseable, y bien sabemos que vivir y afrontar lo que uno no quiere a veces es demasiado difícil. Por eso es importante perseverar, para que en los proyectos que llevamos a cabo podamos tener esa rapidez a la hora de cambiar lo que funciona y renovar constantemente las ilusiones y compromisos, evitando así caer en la rutina.
Combatir las debilidades
A ninguno nos gusta mostrar nuestras propias debilidades ni aquellos puntos en los que somos más vulnerables. Por norma solemos guardárnoslos para nosotros mismos y hacemos lo que sea necesario para ocultárselo a los demás. Procuramos no dar pie a que se produzcan esas situaciones en las que nos podemos ver más comprometidos, y sacamos a la luz lo mejor que tenemos de nosotros para evitar riesgos que nos puedan hacer quedar mal.
Hay veces en las que nos cuesta trabajo aceptarnos a nosotros mismos y esta situación en momentos concretos no nos ayuda, sino que hace que estemos más enfadados y molestos con nosotros mismos. Hay veces en las que no nos sentimos totalmente a gusto con nosotros mismos y esto llega a provocar que estemos más irascibles y enfadados, y como consecuencia solemos pagarlo con quienes tenemos al lado, que casi nunca tienen la culpa; más bien son pacientes y procuran sobrellevarnos cada día con el mejor de los ánimos.
En la debilidad no desfallezcas
La vida nos trae situaciones que no esperamos, donde tenemos que tomar decisiones que nos marcarán para siempre. Estas situaciones las podemos provocar nosotros o nos vienen solas, sin quererlas. Para estos cambios repentinos no estamos nunca preparados. Desde la fe hay dos opciones: confiar en Dios y hacernos más fuertes en la fe, o abandonar a Dios renegando de Él.
Sin duda lo mejor que podemos hacer es agarrarnos al Señor ante las dificultades y los problemas, ya que nuestra fe se hace más fuerte. En estas situaciones vamos a estar más sensibles para dejarnos tocar por el Señor, que siempre está pendiente de nosotros. Cuando vemos las dificultades y pensamos que todas se alinean contra nosotros, es cuando más descubrimos la presencia de Dios y escuchamos más claramente su voz.
Es tu oportunidad
Me decía el otro día un alumno en clase que estaba agobiado porque tenía muchos exámenes y que no le apetecía trabajar, dejándome entrever que estaba cansado y con poca motivación. Muchas personan se bloquean ante la presión, el agobio y la auto-exigencia cuando tienen mucho que hacer y sobre todo cuando dejamos todo para el final.
Cuando nos encontramos en situaciones así o parecidas nos proponemos con frecuencia que no nos va a volver a pasar, incluso nos enfadamos con nosotros mismos porque una vez más hemos vuelto a tropezar en la misma piedra. Y nos solemos decir con energía que es la última vez que nos ocurre, que ya está bien.
Es el momento de cambiar y de superarte. No te conformes con lo mínimo. Ten altas aspiraciones pues ya la vida misma se encarga de colocarnos en el lugar que nos merecemos y de bajarnos nuestras expectativas. Ilusiónate por lo que te parece inalcanzable para que tus metas sean altas y así puedas avanzar y crecer.