Hacer las cosas de corazón nos llena de satisfacción y de paz. Jesús, que es el Buen Pastor, nos muestra también su corazón lleno de amor y de misericordia, para que podamos comprender cómo de grande es el amor que Dios Padre nos tiene a cada uno y cómo nos quiere acoger y comprender tal y como somos; a cada uno desde nuestras propias limitaciones y pecados, sintiéndonos hijos suyos y disfrutando del hecho de que Dios nos ha pensado, nos llama a cada uno por nuestro nombre y nos hace partícipes de su proyecto de llevar su amor allá donde estemos y haciéndonos herederos de su Reino de Amor. Por eso te invito a que mires a tu corazón y recuerdes ese primer amor que tuviste hacia Dios, que te ayuda a seguirlo cada día, a confiar en Él y tenerlo en el centro de tu vida, de tu corazón. Jesús nos enseña que el corazón de Dios nunca se cansa ni tiene límites; no se da por vencido ante las dificultades y siempre se entrega en todo lo que realiza; nos deja libres para que decidamos qué es lo que queremos hacer y cómo queremos vivir; en él volvemos a descubrir cada día lo que significa amar hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), porque siempre quiere llegar hasta el final, siendo fiel a la misión que el Padre le encomendó. Lo mismo tenemos que aprender a imitar nosotros: aprender de la fidelidad de Jesús en la Cruz.
hermanos
Escucha y mira a Jesús
Cuando Jesús se bautizó en el Jordán, Dios Padre nos presenta a Jesucristo como Hijo y nos invita a que le escuchemos. Jesús en numerosas ocasiones invita a todos sus oyentes que le escuchen, «porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15, 15). Pídele al Señor la gracia de poder escuchar, de tener unos oídos bien atentos y una mirada totalmente pura para que nada nos distraiga ni impida que le prestemos al Señor toda la atención. También en el monte Tabor el Señor le dice a Pedro, Santiago y Juan: «Este es mi Hijo, el Elegido. Escuchadlo» (Lc 9, 35). Hacer la voluntad muchas veces cuesta, como escuchar con atención y con el corazón. Es el momento de pararse y cuidar nuestra alma dejándola llenarse por la presencia del Señor. La Palabra de Jesús es el alimento de nuestra alma y es una tarea que no debemos descuidar. Debe de ser la principal acción que debemos realizar cada día: acoger la Palabra de Dios en nuestra alma para que dé sentido a todo lo que hacemos. Son muchas las cosas que escuchamos a lo largo del día, y no podemos conformarnos con escuchar cualquier cosa, sino estar primero y siempre delante del Señor para comprender todo lo que nos quiere decir.
La alegría de sentirte amado por Dios
La Pascua es el paso, de la muerte a la vida, del sepulcro a la Resurrección del Señor. Jesús ha muerto para darnos la salvación y enseñarnos el camino que debemos seguir para ir a su encuentro. En este tiempo de Cuaresma no solo nos preparamos para esta celebración tan gozosa, sino que también queremos vivirlo como el primer anuncio de lo que es la alegría, desear prepararnos para celebrar la Vida que el Señor Jesús nos da. Vivir en lo negativo, en la frustración, en la distancia con el Señor, es sumergirnos en la oscuridad, pudiendo elegir estar en luz que Dios nos quiere dar. Jesús quiere vivificarnos, y para eso quiere invitarnos a entregarnos a los demás, a vivir con pasión nuestra vida de fe, a compartir todo lo que tenemos, a poner a disposición de los demás nuestra propia vida… porque este es el espíritu de la Conversión, que nos ilumina y nos lanza a la verdadera felicidad.